ORIENTACIÓN EMOCIONAL (TERCERA PARTE)
a) Autoinstrucciones:
Hemos de explicar a los niños que, aun sin darnos cuenta de ello, siempre
estamos pronunciando palabras por dentro. De la misma forma, tenemos que
dejarles claro que podemos controlar esas cosas que nos decimos a nosotros
mismos y que, como muchas veces nos hablamos para decirnos mensajes no
demasiado buenos, a partir de ahora sólo nos diremos cosas amables a nosotros
mismos, como por ejemplo: “Soy simpática”, “se decir la verdad”, “soy buen
amigo”… Los niños, mediante la práctica de estas autoverbalizaciones positivas
deben darse cuenta de que se sienten mejor consigo mismos y que esto les sirve
para animarse. Esta actividad debe hacerse en privado (alumno y profesor).
Consiste básicamente en que el profesor elija de forma individualizada los
mensajes positivos que el niño tiene que decirse a sí mismo. Primero, esos
mensajes se practicarán en voz alta y, poco a poco, el niño irá descendiendo el
volumen de los mismos con el fin de que entienda que son mensajes internos.
b) Cómo
me siento.: Desde bien pequeños los niños reclaman nuestra atención para
mostrarnos lo que saben hacer y de lo que se sienten orgullosos. Sin embargo,
en la mayoría de las ocasiones, estos niños no saben poner nombre a los
sentimientos que experimentan en esos momentos. Es por ello que el profesor
debe aprovechar estas situaciones de autosatisfacción para ofrecerles el
lenguaje que necesitan para denominar esos sentimientos. Así, cuando un niño se
acerque buscando nuestro elogio, además de dárselo usando palabras como
“orgulloso” o “satisfecho”, inmediatamente después le preguntaremos cómo se
siente, de forma que aprenda a utilizar denominaciones adecuadas para los
sentimientos positivos que experimenta. Ej. “¡Lo has hecho muy bien! ¿te sientes
orgullos, verdad? Dime, ¿cómo te sientes?”.
c) Estoy
satisfecho porque… y me siento orgulloso de…: una vez que los niños
saben utilizar estos términos para describir sus sentimientos, un paso más
consistiría en que expliquen porque están experimentando esos sentimientos.
Para ello es importante que dominen la lectoescritura, ya que escribirán en una
hoja de papel cómo se sienten y por qué.
d) Automensajes
negativos: Es evidente que los sucesos de la vida no siempre inducen a
pensar de forma positiva. Sin embargo, cuando algo negativo nos sucede tendemos
a llevarlo al extremo y a desarrollar pensamientos negativos generalizados
acerca de nosotros mismos (ej. Decir que todo nos sale mal porque no somos
capaces de resolver un ejercicio). Es por esto que los profesores deben tener
especial interés en mostrar a sus alumnos que las cosas no son de todo o nada y
que tampoco son siempre nuestra culpa. Así, en el desarrollo de esta actividad
el profesor debe proponer frases negativas alternativas a las que solemos usar
(ej. “Este ejercicio me ha salido mal” en vez de “todo me sale mal”) y después
dejar que sean los alumnos los que planteen sus propias frases alternativas.
2.4. Yo soy…: El objetivo de esta
actividad es reforzar el autoconcepto positivo del niño y consiste en que los
niños hagan un dibujo de sí mismos y debajo del mismo pongan “yo soy…” y tres
cualidades (habiendo trabajado previamente el significado de cualidad). La
maestra enseña cada dibujo, en el que no aparecerá el nombre del autor, y lee
en voz alta las cualidades que el niño ha escrito sobre sí mismo. Los
compañeros han de adivinar de quién se trata.
2.5. Que levanten la mano
todos aquellos que…: El
objetivo de esta actividad es crear vínculos y consiste en que el profesor vaya
exponiendo una serie de cuestiones y quien se sienta identificado con alguna ha
de levantar la mano. Ejemplos de cuestiones: gusto por los perros, marearse en
el coche, gusto por la sopa, gusto por acostarse tarde, gusto por ir a la
piscina, gusto por llevar gorra…
2.6. Verde o rojo: El objetivo de esta
actividad es conocer la opinión que los alumnos tienen de sí mismos y consiste
en que cada niño tenga dos tarjetas (una verde para decir que sí y una roja
para decir que no). El profesor hará una serie de preguntas, que todo el mundo
deberá contestar levantando una u otra tarjeta, respuestas que serán anotadas
por el profesor de forma que luego pueda analizarlas.
2.7. La comunicación
asertiva: El
aumento de la asertividad en la comunicación favorece el desarrollo de las
habilidades sociales, crea vínculos, favorece la participación de los alumnos
en sus propios procesos y repercute en el mantenimiento de unos buenos niveles
de autoestima. Los objetivos de esta actividad son, pues, aumentar la seguridad
en uno mismo y aumentar la capacidad de actuar de manera asertiva. Hay tres
estilos de comunicación: pasivo, agresivo y asertivo. Podemos presentar a
nuestros alumnos estas tres maneras de comunicarse utilizando las metáforas del
ratón (estilo pasivo), el ogro (estilo agresivo) y el yo mismo (estilo
asertivo). El que habla como un ratón se preocupa más de qué dirán que de sí
mismo, nunca se pelea con nadie, pero no es feliz. El que habla como el ogro
siempre quiere mandar, consigue todo por la fuerza y no le importa qué sienten
los otros. El que habla por sí mismo no tiene miedo a decir en voz alta lo que
siente, lo que piensa y lo que desea; no obstante, como no quiere que los otros
se sientan mal, dice las cosas que, según él, debe decir, pero procurando no
ofender a nadie. Para el desarrollo de la actividad podemos representar, en
sesiones de role playing, situaciones en las que el mismo personaje
se exprese haciendo los tres papeles, uno después de otro. Los compañeros
deberán acertar qué estilo se está representando en cada momento. Al final de
las sesiones, el profesor debe recordar a los alumnos que el estilo que se debe
utilizar es el del yo mismo, porque nos sienta bien tanto a nosotros mismos
como a los demás.
GESTIÓN DE EMOCIONES Y
SENTIMIENTOS
Apartado teórico:
La autorregulación nos permite decidir el modo como
queremos
comportarnos y depende tanto de factores cognitivos
como emocionales. Sin embargo, durante el proceso de maduración, el desarrollo
emocional precede a muchas de las formas de cognición. Como consecuencia de ello,
en la primera infancia el desarrollo afectivo es un precursor importante de
otras funciones mentales. No obstante, la mayoría de los niños reciben poca
educación orientada al desarrollo afectivo. Normalmente, el aprendizaje
emocional se obtiene a través de lo que estos niños ven y a partir de la
interpretación de las experiencias de la vida que hacen los adultos y otros
niños. Así, hay muchos niños que no tienen vivencias adecuadas para un buen
desarrollo emocional (ej. Los niños gravemente privados de afecto). Aunque esos
niños tengan la misma capacidad de experimentar sentimientos que cualquier
otro, no comprenderán suficientemente, o lo harán de una manera distorsionada,
los propios sentimientos y los de los demás, y tendrán déficit en habilidades sociales
y un pobre autocontrol (ej. Niños que se comportan de una manera impulsiva,
egocéntrica e inmadura). Hablar de sentimientos ayuda a los niños a estar
capacitados para controlarlos y a no ser irreflexivos. La adquisición de
conocimiento sobre emociones, así como el sentimiento de eficacia en su gestión
conducen a un cambio evaluador positivo de los estados emocionales. Comprender
y expresar los sentimientos y emociones fomenta relaciones de confianza y
buenas habilidades para resolver problemas. La capacidad de hablar de los
sentimientos es decisiva para más adelante, sobre todo en la adolescencia,
cuando se han de afrontar fuertes presiones sociales.
Objetivos y
procedimientos:
Los objetivos finales de este programa de
intervención para
aumentar las habilidades emocionales son: aumentar
el bienestar personal y social, comprenderse a sí mismo y a los demás, prevenir
los efectos nocivos de los sentimientos negativos, desarrollar la capacidad de
generar y gozar de emociones positivas, desarrollar la capacidad de
automotivarse, aumentar la tolerancia a la frustración, disminuir la timidez y
el retraimiento, mejorar la capacidad de tomar decisiones, mejorar la capacidad
de dar respuestas reflexivas y aumentar el razonamiento moral y las acciones
morales. Por su parte, entre los procedimientos básicos de actuación podemos
mencionar los siguientes: designación, comprensión, expresión y gestión
adecuada de emociones, utilización de métodos específicos de autocontrol,
comprensión de la diferencia entre sentimientos y conductas, relación entre
pensamientos y sentimientos, comunicación verbal y no verbal, captación e
interpretación correcta de señales sociales y aumento del pensamiento crítico.
Para llevar a cabo estos objetivos y procedimientos
es imprescindible hacer referencia a dos elementos fundamentales: el maestro y
la familia.
- Papel
del maestro: En algunos ambientes escolares se les exige a los alumnos
que, desde muy pequeños, oculten sus necesidades afectivas, las cuales no por
no manifestarse dejan de existir. Por otro lado, una de las prácticas
habituales es la de la prohibición de que los niños experimenten emociones
negativas, haciéndoles creer que son malos por experimentarlas. Estas
estrategias son sólo una expresión del miedo de los profesores a perder el
control y la autoridad. Las capacidades de los educadores se han de poner al
servicio de la gestión emocional de los alumnos. En el trato continuado con el
alumno y a fin de ayudarlo, es necesario tener presente su vida emocional para
detectar los déficits y las conductas antisociales que se ponen de manifiesto
en las relaciones interpersonales de los niños con los compañeros y el
profesorado. La comunicación es imprescindible para el tratamiento de la vida
emocional. Para hacer posible una buena comunicación con el alumnado, se han de
haber creado vínculos con cada uno de los alumnos, y por eso es necesario que
reine un ambiente en el que haya la mínima ansiedad posible.
- Participación
familiar: Dado que muchos padres no están acostumbrados a hacerlo, será
necesario animarlos a que participen en la educación de la vida afectiva de sus
hijos y a que fomenten conductas reflexivas y autocontrol. Para ello, les
haremos las siguientes sugerencias:
Preguntar a los hijos cómo se sienten y ayudarles a
definir
dichos sentimientos a partir de sus propios
conocimientos.
Escuchar con atención lo que dicen los hijos.
Aceptar sus sentimientos.
Explicarles a los niños como se sienten ellos (los
padres),
para sensibilizarles en la comprensión de los
sentimientos de los demás.
No hacer chantaje emocional.
Tener presente que los padres son modelos
emocionales de
sus hijos y que éstos reciben directamente el tono
emocional que se vive en casa.
Dar ejemplo de autocontrol, encontrando la manera
de
expresarse sin causar daño.
Prever cuándo se pueden sentir desbordados.
Ayudar a autocontrolarse, elogiando su habilidad
para ello.
Manifestarles su amor en voz alta.
Propuestas metodológicas
(actividades):
1. Emociones
y sentimientos. Identificación y profundización:
La habilidad de identificar cómo nos sentimos, cómo
se sienten los otros y la capacidad de expresar nuestros sentimientos
adecuadamente es muy importante para relacionarnos, controlar nuestro
comportamiento y solucionar problemas. Es por ello que resulta básico enseñar a
los alumnos (que con frecuencia no saben cómo se sienten ni cómo expresarlo) a
reconocer los sentimientos y hablar de ellos.
1.1. Emociones y
sentimientos a tratar: Los primeros sentimientos que introduciremos serán sentimientos básicos,
y posteriormente, poco a poco, podemos ir introduciendo otros más complejos y
matizados, hasta llegar a estados emocionales más complicados de entender. Hay
que tener cuidado de no ir demasiado deprisa cuando se trate de introducir
sentimientos. Por ello, no presentaremos más de uno por sesión. Puede darse el
caso de que algunos niños afirmen no haber sentido nunca alguno de los
sentimientos tratados. En ese caso les explicaremos que, aunque no los haya
sentido nunca, tienen la capacidad de sentirlos, ya que todos sentimos la misma
clase de emociones.
Ej. Feliz - contento - triste -
apático - enfadado - molesto - furioso - asustados - sentirse bien - ilusionado
- disgustado - encantado - amable - emocionado - enamorado - querido - añorado
- sentirse seguro - cansado - malhumorado - tozudo - preocupado - nervioso -
relajado - tranquilo - impaciente - celoso - envidioso - egoísta - generoso -
agradecido - sorprendido - curioso - aburrido - confundido - desconcertado -
vergonzoso - satisfecho - orgulloso - avergonzado - culpable - arrepentido -
malintencionado - afligido - compasivo - deprimido - decepcionado - frustrado -
esperanzado - solo - humillado - rechazado - aceptado - odiado - resentido -
desesperado - aturdido.
1.2. Esquema para tratar
emociones y sentimientos: El contenido de este
apartado es básicamente verbal e interactivo. En
general, para tratar cada uno de los sentimientos podemos seguir la siguiente
secuencia:
Presentar
la emoción que se tratará mediante una definición sencilla.
Dar
ejemplos de situaciones de las que se pueda deducir dicho sentimiento.
Enseñar
dibujos y fotografías con esa expresión emocional.
Animar a
los niños a explicar vivencias de cuando han experimentado esa emoción y que el
profesor explique, de la misma manera, situaciones que a él le produjeran esos
sentimientos.
Dar a la
emoción la categoría de agradable o desagradable.
Hacer
expresar físicamente esa emoción.
Elaborar
entre todos una lista de lo que provoca la emoción.
Hacer una
lista de las actitudes y comportamientos que manifiestan las personas ante esta
emoción.
Proporcionar una actividad en cuyo transcurso la emoción se pueda
experimentar a un nivel más personal (role playing, escribir un texto…)
1.3. Emociones agradables
o desagradables: A los
alumnos debe quedarles claro
que es normal y natural sentir toda clase de
emociones, y que éstas deben entenderse como señales que nos proporcionan
información. Por tanto, debemos enfatizar el hecho de que no hay emociones
buenas o malas, sino que son las conductas que se derivan de dichas emociones
las que podrían categorizarse como correctas o incorrectas. Otro concepto que
hay que transmitir a los alumnos es el de que con ciertos sentimientos nos
sentimos bien (emociones agradables) y con otros lo pasamos mal (emociones
desagradables). Por tanto, cada vez que trabajemos un sentimiento le daremos la
categoría de agradable o desagradable, lo anotaremos en una tabla y lo
pondremos en un lugar visible de la clase. Asimismo, algún sentimiento deberá
ponerse en ambas categorías a la vez; por ejemplo, sorprendido, dependiendo de
que la sorpresa sea agradable o desagradable.
1.4. Sentimientos
contrarios: Feliz
y triste son sentimientos opuestos. Haremos saber a los alumnos que cuando dos
palabras tienen significados contrarios reciben el nombre de antónimas. Cuando
se trate de trabajar un sentimiento, la tarea consistirá en buscar su antónima
en una lista o bien ante consignas del estilo de “hoy estamos todos muy
tristes”, todo el mundo deberá poner cara de estar contento.
1.5. Técnica de las
caras: Consiste
en proveer a cada alumno de imágenes faciales representativas de cada
sentimiento que queramos trabajar. Estas imágenes tienen la ventaja de reforzar
la memorización del vocabulario emocional aprendido, así como de fomentar la
comunicación interpersonal de emociones. Por otro lado, cuando presentemos las
imágenes señalaremos cuáles son los rasgos físicos que evidencian la emoción.
La tarea propiamente dicha consiste en que cada alumno debe guardar todas la
imágenes de caras en su cajón excepto una, la correspondiente a cómo se siente,
que será depositada sobre la mesa. Durante la jornada, los alumnos podrán ir
cambiando la imagen que tienen sobre su mesa por otras, dependiendo de cómo
vaya variando su estado emocional. Con esta técnica, los niños aprenderán a
supervisar sus estados emocionales y recibirán el mensaje de que es importante
que los comuniquen. Es importante que los profesores que guíen la sesión
dispongan también de su colección de caras y las vayan cambiando según varíe su
estado emocional. Con esta acción no solo modelamos, sino que damos la
oportunidad de que nuestros sentimientos sean tenidos en cuenta.
1.6. Podemos sentir más
de una emoción a la vez: Los niños deben tener claro que en muchas ocasiones experimentamos
varias emociones a la vez. Para facilitar la comprensión de este hecho la tarea
del profesor consiste en ir leyendo a los alumnos diferentes situaciones (ej.
Me han apuntado para ir de colonias, pero mi mejor amigo, Pablo, no irá porque
sus padres no le dejan). La tarea de los niños es ir diciendo qué sentimientos
experimentan al mismo tiempo.
1.7. Comprensión de la
ambivalencia emocional: La comprensión de la ambivalencia emocional o presencia simultánea de
sentimientos opuestos hacia una misma persona o cosa, es esencial para el
desarrollo de las relaciones afectivas estables. La actividad consiste en
explicar a los alumnos historias en las que se presenten dos sentimientos
contradictorios y pediremos a los alumnos que expliquen qué sienten los
protagonistas y por qué. Ej. A Juan le regalaron un perro cuando éste
aún era un cachorro. Lo cuida mucho y se lo pasa muy bien jugando con él. Ahora
el perro le acaba de destrozar una construcción que le había costado mucho
hacer.
1.8. Todo el mundo tiene
la misma clase de emociones: Debemos transmitir a los alumnos que todo el mundo
puede sentir las mismas emociones, sin importar su país de procedencia, la raza,
la edad, la situación económicas, el sexo... y aunque no todo el mundo sienta
lo mismo en el mismo momento ni todo el mundo tenga los mismos sentimientos
sobre las mismas cosas. En la sesion correspondiente a este punto haremos que
aparezca este concepto conduciendo la conversación sobre los puntos siguientes:
¿Por qué
todos tenemos la misma colección de tarjetas de emociones? (Una vez repartidas
las imágenes para la técnica de las caras).
¿Los niños
y las niñas tienen la misma clase de sentimientos?
¿Y los
niños y los adultos?
¿Los padres
y las madres pueden tener los mismos sentimientos?
Con respecto a estas cuestiones, iremos añadiendo
comparaciones para hacer esta
actividad, según sea la composición del grupo
(niños y niñas de otras culturas, invidentes, sordos...).
2. Sentimientos
y relaciones:
La finalidad de las actividades siguientes consiste
en que los alumnos entiendan los diferentes aspectos afectivos que intervienen
en la relación con los demás.
2.1. Diferencias
individuales: El objetivo
de esta actividad es llegar a ser consciente de que ante una misma situación
puede suceder que unas personas experimenten sentimientos diferentes a los de
otras personas. Para el desarrollo de la actividad tomaremos como contexto una
de las emociones que estemos trabajando en ese momento. Después de hacer una
lista de las situaciones que nos pueden hacer sentir esa emoción, iremos
enumerando dichas situaciones y pediremos a los alumnos que levanten la mano en
caso de que se hayan sentido así en dichas ocasiones; después pediremos que
levanten la mano los que no se hayan sentido así en esa situación. Dejaremos un
tiempo cada vez para que se observen los unos a los otros antes de bajar la
mano.
2.2. Diferencia entre
emociones y conducta: Distinguir entre emociones y conductas es muy importante para el
autocontrol. Por tanto, los objetivos de esta actividad son: entender el
concepto de que, aunque es natural sentir toda clase de emociones, algunos de
nuestros comportamientos al respecto son correctos y otros no; facilitar la
práctica de pensar antes de actuar; aprender a ser autónomos y críticos para
evaluar qué comportamientos son correctos y cuáles no. Para el desarrollo de la
actividad comenzaremos explicando que las emociones y las conductas no son lo
mismo, ya que las emociones son señales que tenemos dentro y las conductas son
las acciones observables que llevamos a cabo. Asimismo, haremos referencia a
los diferentes tipos de comportamientos que existen (los socialmente adecuados
y los inadecuados), explicando que éstos se pueden elegir, a diferencia de las
emociones. A continuación clasificaremos comportamientos según sean correctos o
incorrectos. Por otro lado, explicaremos situaciones en las que todos los
protagonistas están, por ejemplo, enfadados, aunque todos tienen conductas
diferentes. De cada situación, después de discutirla entre todos, decidiremos
si lo que hace el protagonista es correcto o no, y lo apuntaremos en la
categoría correspondiente.
2.3. Lectura e
interpretación de señales: La clave que nos permite acceder a las emociones de
los otros radica en la capacidad de captar los mensajes no verbales (expresión
facial, gestos, voz...). Los sentimientos están en nuestro interior, pero se
pueden ver desde fuera y, lo que es más importante, se puede aprender a
captarlos. Para el desarrollo de actividades relacionadas con este punto,
podemos hacer referencia a dos aspectos: el lenguaje corporal y la voz. Con
respecto al lenguaje corporal, la actividad más idónea es la de poner en una
bolsa tarjetas que tengan escrita una emoción. Cada alumno tendrá que coger una
tarjeta y, después de leerla en voz baja, tendrá que representar la emoción
correspondiente. El resto de niños deberán adivinar de qué emoción se trata. En
lo que se refiere a la voz (tono, ritmo y entonación), la actividad programada
es la siguiente: la maestra da la espalda a los alumnos y dice frases en voz
alta que puedan tener diferentes interpretaciones según el tono que se utilice.
Los niños y las niñas tendrán que deducir el significado de la frase en función
de cómo la exprese la maestra.
3. Relación
entre pensamientos y sentimientos:
Uno de los elementos fundamentales de la vida
emocional es el desarrollo de recursos mentales para modular el tipo de
sentimientos, así como su intensidad y duración. Uno de estos recursos consiste
en establecer relaciones adecuadas entre los pensamientos y los sentimientos.
Al aprender a gestionar los pensamientos se pueden promover estados de ánimo
positivos y favorables. Además, con la práctica diaria, estos recursos se
pueden convertir en hábitos. Para practicar la transformación de pensamientos
negativos en positivos haremos que los niños reparen en que, a menudo, nos
hablamos a nosotros mismos, pudiendo aprender a utilizar esa voz interna para que
diga lo que nosotros queremos (en este caso, para que diga cosas positivas)
3.1. Sr. Positivo y Sr.
Negativo: Los
objetivos de esta actividad consisten en que los niños tomen conciencia de cómo
los sentimientos se ven reforzados por el contenido del pensamiento, en
estimular el pensamiento positivo para aprender a sentir, conocer y controlar
los mensajes negativos, en evitar la tendencia a pensar sobre uno mismo de
forma despectiva y en propiciar una autoimagen positiva. Esta actividad se
desarrolla como un role playing. Se plantea una situación en la que
hay un conflicto y se ha de tomar una decisión. Tres alumnos representan la
situación: uno será el que la vive y los otros dos harán el papel de la voz del
pensamiento (uno del pensamiento positivo y otro del negativo). Le pediremos al
niño que represente la situación y que exprese, con todo su cuerpo, los
sentimientos pertinente a cada sentimiento.
4. Autocontrol:
Gestionar los propios sentimientos puede ser una
tarea muy difícil para todos. No obstante, a algunos niños les cuesta más que a
otros, sobre todo cuando les domina la rabia. La psicopedagogía muestra
claramente que el control no ha de ser externo sino interno, ya que éste último
no sólo ayuda en el ámbito de la regulación del propio comportamiento, sino que
también es el resultado de una educación personal, fomenta la autonomía, tiene
un efecto más permanente, aumenta la autoestima y es menos estresante para los
docentes. Para llevar a cabo la instrucción en autocontrol emocional, debemos
transmitir con énfasis a los alumnos la importancia de detectar las señales que
nos envía el cuerpo cuando se está produciendo un estado emocional negativo.
Hay que conseguir que los niños entiendan que, ante la autodetección de
emociones, se han de poner medios para regularlas, de forma que la impulsividad
que se deriva de dichas emociones no se adueñe de la situación y luego tengamos
que lamentarnos. Entre las técnicas que existen para fomentar el autocontrol
tenemos las siguientes:
4.1. Buscar alternativas
a la agresividad: Podemos
aportar a los niños alternativas que les ayuden a no ser tan impulsivos en
situaciones de enfado y frustración, tales como: apartarse del lugar en el que
se encuentre el conflicto, controlar su cuerpo parándose y relajándose, pensar,
hablarse a sí mismos...
4.2. Técnicas de
relajación: Aprender
a relajarse es muy importante para poder dominar situaciones de tensión, ya que
ayuda a controlar las reacciones emocionales demasiado intensas y
perturbadoras. Para ello, haremos que los niños descubran la diferencia entre
un cuerpo tenso y un cuerpo distendido (diciéndoles que tensen fuertemente
diferentes partes de su cuerpo para, después, soltarlas y sentir la relajación
posterior), así como el valor de una respiración calmada y profunda.
4.3. Autoinstrucciones: Hemos de ayudar a los niños
a construir un lenguaje interno positivo. Se trata de darles pautas para que
tengan recursos verbales que puedan sustituir las reacciones emocionales
negativas. Entre las frases que podemos aportarles para que se hablen a sí
mismos, destacamos las siguientes:
Tengo que relajarme.
Si estoy tranquilo, podré controlarme.
Debo respirar hondo... así...
Tampoco es para tanto.
No quiero que todo eso me haga daño.
No me voy a enfadar.
4.4. Tolerancia a la
frustración: La
reacción a la frustración es uno de lo indicios
más importantes de la existencia o no de
autocontrol. Por eso es importante que los niños comprendan qué es la
frustración y cómo se puede tolerar. Para ello es fundamental transmitir a
nuestros alumnos que la comunicación de la frustración es el primer paso para
poder controlarla y tolerarla, y que nosotros estamos dispuestos a escucharles
cuantas veces sea necesario.
EMPATÍA
Apartado teórico:
La empatía es la capacidad personal para conectar,
respetuosa y
sinceramente, con los sentimientos y las emociones
de otras personas y para comprender sus argumentos y sus puntos de vista. Para
que se pueda dar la empatía, los límites del propio yo han de ser flexibles,
sin que eso quiera decir que tengamos que estar de acuerdo en todo con la otra
persona con pérdida de la propia identidad. La empatía tiene dos componentes:
uno afectivo y otro cognitivo, ambos decisivos para desarrollar la conducta
social positiva de los niños. Asimismo, la empatía es una condición indispensables
para desarrollar una personalidad moral y solidaria.
En general, la empatía se activa fácilmente con las
personas que sentimos próximas a nosotros, pero resulta más difícil que nos
funciones con aquellos que percibios como distintos. Sin embargo, desde la
educación emocional, la empatía sólo para los que “son como yo” no es
suficiente. Debemos tratar de elevar nuestros niveles de empatía y comprender
también a los que no son del propio grupo.
El desarrollo de la empatía ha de verse como un proceso
en el que intervienen variables afectivas y cognitivas. Para llegar a ser
empático, hay que haber madurado cognitiva y emocionalmente, hay que tener un
lenguaje emocional desarrollado, capacidad de pensamiento simbólico y de
pensamientos en perspectiva, y tener conocimiento de las propias emociones y
sentimientos. Desde el punto de vista cognitivo, Piaget (1952) afirmaba que los
niños empiezan la vida con un único punto de vista, en una etapa de
egocentrismo. Sólo gradualmente se irán dando cuenta de que hay un mundo más
allá de ellos mismo y de que en ese mundo hay personas que también tienen
sentimientos.
Objetivos y
procedimientos:
La intervención para desarrollar la capacidad de
empatía de los alumnos
irá dirigida a la consecución de los siguientes objetivos:
Ser capaz de comprender a los otros.
Dar una respuesta afectiva y efectiva a las
emociones expresadas por los demás.
Saber expresar el interés por los demás a través de
actitudes de amabilidad y atención.
Conseguir conductas prosociales.
La intervención en este sentido puede valerse de
los siguientes
procedimientos:
Concienciación sobre la perspectiva de los demás.
Concienciación sobre los sentimientos de los demás.
Lograr que se conozca en profundidad el significado
de la compasión, la pena, la piedad y el sufrimiento.
Desarrollar el interés, la consideración y el
sentido de la responsabilidad en vistas al bienestar de los otros y sus
derechos.
Promover situaciones en las que se desarrollen
habilidades de ayuda.
Promover la experimentación de reacciones
emocionales como la indignación ante la violación de los derechos de los otros.
Desarrollar valores básicos, como la solidaridad,
la justicia, la igualdad, el respeto, la tolerancia y la responsabilidad.
Para llevar a cabo estos objetivos y procedimientos
es imprescindible
hacer referencia a dos elementos fundamentales: el
maestro y la familia.
Maestros empáticos: Es una adversidad el hecho de
que muchos
profesores conozcan bien las materias pero no
conozcan a sus alumnos. En el trato con cada uno de nuestros alumnos es
imprescindible saber qué sentimientos les provocan nuestras actitudes y
demandas. Es necesario comprender sus intereses y escuchar sus razones. Cuando
no conectamos con nuestros alumnos tendemos a pensar que es por pasotismo pero
deberíamos tener muy presente que los alumnos difícilmente conectarán con
aquellas personas de las que intuyen que no han conseguido comprenderlos.
Participación familiar: Cada familia tiene sus propias
circunstancias, pero, a grandes rasgos, se puede
decir que el padre empatiza con sus hijos por defecto y la madre por exceso. Lo
primero que hemos de transmitir a los padres es que tomen conciencia de que los
niños aprenden de lo que ven en la vida de sus padres. Los padres deben mostrar
afecto, pero han de establecer límites, se ha de dar a entender que el amor
está bajo control. A continuación concretaremos lo que hemos de pedirles a los
padres para que eduquen, empáticamente, la empatía de sus hijos:
El principio básico será: “Trata a tu hijo tal como
te gustaría que los demás te trataran a ti”.
Tener una actitud empática hacia uno mismo.
El padre y la madre se han de mostrar empáticos
recíprocamente.
Esforzarse por entender y compartir los
sentimientos de sus hijos.
Esforzarse por entender el punto de vista de sus
hijos.
Saber escuchas las razones que aportan sus hijos
respecto a sus actuaciones.
Mostrar flexibilidad ante las normas cuando los
razonamientos de sus hijos tengan la suficiente solidez.
Estimular el mismo modelo de expresión afectiva
tanto para los niños como para las niñas.
Enseñar a los hijos, desde pequeños, que los demás
también cuentan.
Enseñarles a acomodarse a las necesidades de los
otros.
Pedirles reciprocidad en el amor, la atención y el
respeto.
Pedir responsabilidades.
Propuestas metodológicas:
1. Perspectiva
perceptual:
No todos los niños tienen la sensibilidad o
conciencia de las experiencias preceptúales de los demás. Las actividades
siguientes están pensadas para enseñar a comprender que hay puntos de vista
diferentes:
1.1. Adivina qué estoy
mirando: El
objetivo de esta actividad es aprender a ponerse en el lugar del otro para
saber qué está mirando. Para desarrollar la actividad los alumnos se pondrán
por parejas. Uno de los miembros de cada pareja mirará insistentemente alguna
cosa del entorno y preguntará: “¿Qué estoy mirando? El otro tendrá que
adivinarlo. A quien lo acierte podemos pedirle que diga cómo ha sabido qué
estaba mirando su compañero.
1.2. ¿Qué ves tu? ¿Y
yo?: El
objetivo de esta actividad es desarrollar la capacidad de imaginar lo que el
otro ve. Para desarrollar la actividad los niños se sientan por parejas, uno
frente al otro, en torno a la mesa, en cuyo centro habrá un objeto. Cada niño
tendrá que dibujar la parte que él mismo ve del objeto y la que cree que ve el
compañero.
1.3. La máscara: El objetivo de esta actividad es
ponerse en la piel de otro. Para el desarrollo de la actividad, cada uno de los
alumnos piensa un personaje que le gustaría ser. A continuación, se les
proporciona el material necesario para que confeccionen una máscara
representativa de lo que hayan elegido. Después pediremos a los niños que
imaginen que están dentro de la piel de su personaje y, con la máscara puesta,
tendrán que actuar representando el papel correspondiente. Cuando finalicen las
representaciones, a modo de reflexión podemos plantear lo siguiente: “¿Cómo
erais cuando llevabais puesta la máscara?”.
1.4. ¿Por qué lo has
hecho?: El
objetivo de esta actividad es entender que hay otras perspectivas diferentes de
la propia. Para desarrollar la actividad se ha de explicar a los niños que,
muchas veces, lo que una persona ve y oye no es igual que lo que, a su vez, ve
y oye otra. Así pues, cuando se produce un incidente, puede ser que alguien lo
vea como una agresión cuando en realidad sólo fue un accidente. Para que los
niños entiendan bien todo esto haremos representaciones de role playing en
las que se produzca un incidente y se mantenga un diálogo para averiguar qué
piensa el otro. Ej. Vas a beber agua. Cuando te inclinas en la fuente para beber,
un niño te da un empujón y te mojas toda la cara.
1.5. Las noticias: El objetivo de esta
actividad es que los niños entiendan que un mismo hecho puede interpretarse de
diferentes maneras. Para el desarrollo de la actividad llevaremos diferentes
periódicos a clase y buscaremos una misma noticia redactada. Nos fijaremos
tanto en los titulares como en los contenidos y, dentro de estos últimos, nos
fijaremos especialmente en la importancia que se concede a los datos de la
noticia y buscaremos parecidos y diferencias (se aconseja realizar esta
actividad a partir de cuarto o quinto de primaria).
2. Empatía
hacia los padres:
Con frecuencia nos encontramos con niños a quienes
nunca se les había ocurrido que sus padres pudieran tener sentimientos. Para
algunos, el afecto es tan incondicional que lo perciben como si pudieran
manipularlo. Otras veces vemos a niños que están tan desatendidos en el aspecto
afectivo que, por ese mismo motivo, desconocen que sus padres puedan tener
emociones iguales a las suyas. En ambos casos es muy importante que lleguen a
descubrir que los padres también tienen preocupaciones, alegrías, sufrimientos…
y a ello van encaminadas las siguientes actividades.
2.1. Seremos nuestros
padres durante un rato: Los objetivos de esta actividad es que los niños comprendan la posición
de los padres y que se den cuenta de los sentimientos que tienen sus padres
hacia ellos. Iniciaremos la actividad hablando sobre qué es educar y qué quiere
decir “criar a un hijo”, e incidiremos en las satisfacciones y en las
dificultades que esta labor proporciona a los padres. A continuación les
pediremos a los alumnos que se identifiquen con el padre o con la madre y que,
pensando en la figura que han elegido, elaboren un texto con el título “Las
alegrías y los problemas que tengo para educar a mi hija/o”.
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