martes, 12 de febrero de 2013


ORIENTACIÓN EMOCIONAL (TERCERA PARTE)

a) Autoinstrucciones: Hemos de explicar a los niños que, aun sin darnos cuenta de ello, siempre estamos pronunciando palabras por dentro. De la misma forma, tenemos que dejarles claro que podemos controlar esas cosas que nos decimos a nosotros mismos y que, como muchas veces nos hablamos para decirnos mensajes no demasiado buenos, a partir de ahora sólo nos diremos cosas amables a nosotros mismos, como por ejemplo: “Soy simpática”, “se decir la verdad”, “soy buen amigo”… Los niños, mediante la práctica de estas autoverbalizaciones positivas deben darse cuenta de que se sienten mejor consigo mismos y que esto les sirve para animarse. Esta actividad debe hacerse en privado (alumno y profesor). Consiste básicamente en que el profesor elija de forma individualizada los mensajes positivos que el niño tiene que decirse a sí mismo. Primero, esos mensajes se practicarán en voz alta y, poco a poco, el niño irá descendiendo el volumen de los mismos con el fin de que entienda que son mensajes internos.
b) Cómo me siento.: Desde bien pequeños los niños reclaman nuestra atención para mostrarnos lo que saben hacer y de lo que se sienten orgullosos. Sin embargo, en la mayoría de las ocasiones, estos niños no saben poner nombre a los sentimientos que experimentan en esos momentos. Es por ello que el profesor debe aprovechar estas situaciones de autosatisfacción para ofrecerles el lenguaje que necesitan para denominar esos sentimientos. Así, cuando un niño se acerque buscando nuestro elogio, además de dárselo usando palabras como “orgulloso” o “satisfecho”, inmediatamente después le preguntaremos cómo se siente, de forma que aprenda a utilizar denominaciones adecuadas para los sentimientos positivos que experimenta. Ej. “¡Lo has hecho muy bien! ¿te sientes orgullos, verdad? Dime, ¿cómo te sientes?”.
c) Estoy satisfecho porque… y me siento orgulloso de…: una vez que los niños saben utilizar estos términos para describir sus sentimientos, un paso más consistiría en que expliquen porque están experimentando esos sentimientos. Para ello es importante que dominen la lectoescritura, ya que escribirán en una hoja de papel cómo se sienten y por qué.
d) Automensajes negativos: Es evidente que los sucesos de la vida no siempre inducen a pensar de forma positiva. Sin embargo, cuando algo negativo nos sucede tendemos a llevarlo al extremo y a desarrollar pensamientos negativos generalizados acerca de nosotros mismos (ej. Decir que todo nos sale mal porque no somos capaces de resolver un ejercicio). Es por esto que los profesores deben tener especial interés en mostrar a sus alumnos que las cosas no son de todo o nada y que tampoco son siempre nuestra culpa. Así, en el desarrollo de esta actividad el profesor debe proponer frases negativas alternativas a las que solemos usar (ej. “Este ejercicio me ha salido mal” en vez de “todo me sale mal”) y después dejar que sean los alumnos los que planteen sus propias frases alternativas.
2.4. Yo soy…: El objetivo de esta actividad es reforzar el autoconcepto positivo del niño y consiste en que los niños hagan un dibujo de sí mismos y debajo del mismo pongan “yo soy…” y tres cualidades (habiendo trabajado previamente el significado de cualidad). La maestra enseña cada dibujo, en el que no aparecerá el nombre del autor, y lee en voz alta las cualidades que el niño ha escrito sobre sí mismo. Los compañeros han de adivinar de quién se trata.
2.5. Que levanten la mano todos aquellos que…: El objetivo de esta actividad es crear vínculos y consiste en que el profesor vaya exponiendo una serie de cuestiones y quien se sienta identificado con alguna ha de levantar la mano. Ejemplos de cuestiones: gusto por los perros, marearse en el coche, gusto por la sopa, gusto por acostarse tarde, gusto por ir a la piscina, gusto por llevar gorra…
2.6. Verde o rojo: El objetivo de esta actividad es conocer la opinión que los alumnos tienen de sí mismos y consiste en que cada niño tenga dos tarjetas (una verde para decir que sí y una roja para decir que no). El profesor hará una serie de preguntas, que todo el mundo deberá contestar levantando una u otra tarjeta, respuestas que serán anotadas por el profesor de forma que luego pueda analizarlas.
2.7. La comunicación asertiva: El aumento de la asertividad en la comunicación favorece el desarrollo de las habilidades sociales, crea vínculos, favorece la participación de los alumnos en sus propios procesos y repercute en el mantenimiento de unos buenos niveles de autoestima. Los objetivos de esta actividad son, pues, aumentar la seguridad en uno mismo y aumentar la capacidad de actuar de manera asertiva. Hay tres estilos de comunicación: pasivo, agresivo y asertivo. Podemos presentar a nuestros alumnos estas tres maneras de comunicarse utilizando las metáforas del ratón (estilo pasivo), el ogro (estilo agresivo) y el yo mismo (estilo asertivo). El que habla como un ratón se preocupa más de qué dirán que de sí mismo, nunca se pelea con nadie, pero no es feliz. El que habla como el ogro siempre quiere mandar, consigue todo por la fuerza y no le importa qué sienten los otros. El que habla por sí mismo no tiene miedo a decir en voz alta lo que siente, lo que piensa y lo que desea; no obstante, como no quiere que los otros se sientan mal, dice las cosas que, según él, debe decir, pero procurando no ofender a nadie. Para el desarrollo de la actividad podemos representar, en sesiones de role playing, situaciones en las que el mismo personaje se exprese haciendo los tres papeles, uno después de otro. Los compañeros deberán acertar qué estilo se está representando en cada momento. Al final de las sesiones, el profesor debe recordar a los alumnos que el estilo que se debe utilizar es el del yo mismo, porque nos sienta bien tanto a nosotros mismos como a los demás.
GESTIÓN DE EMOCIONES Y SENTIMIENTOS

Apartado teórico:
La autorregulación nos permite decidir el modo como queremos
comportarnos y depende tanto de factores cognitivos como emocionales. Sin embargo, durante el proceso de maduración, el desarrollo emocional precede a muchas de las formas de cognición. Como consecuencia de ello, en la primera infancia el desarrollo afectivo es un precursor importante de otras funciones mentales. No obstante, la mayoría de los niños reciben poca educación orientada al desarrollo afectivo. Normalmente, el aprendizaje emocional se obtiene a través de lo que estos niños ven y a partir de la interpretación de las experiencias de la vida que hacen los adultos y otros niños. Así, hay muchos niños que no tienen vivencias adecuadas para un buen desarrollo emocional (ej. Los niños gravemente privados de afecto). Aunque esos niños tengan la misma capacidad de experimentar sentimientos que cualquier otro, no comprenderán suficientemente, o lo harán de una manera distorsionada, los propios sentimientos y los de los demás, y tendrán déficit en habilidades sociales y un pobre autocontrol (ej. Niños que se comportan de una manera impulsiva, egocéntrica e inmadura). Hablar de sentimientos ayuda a los niños a estar capacitados para controlarlos y a no ser irreflexivos. La adquisición de conocimiento sobre emociones, así como el sentimiento de eficacia en su gestión conducen a un cambio evaluador positivo de los estados emocionales. Comprender y expresar los sentimientos y emociones fomenta relaciones de confianza y buenas habilidades para resolver problemas. La capacidad de hablar de los sentimientos es decisiva para más adelante, sobre todo en la adolescencia, cuando se han de afrontar fuertes presiones sociales.

Objetivos y procedimientos:
Los objetivos finales de este programa de intervención para
aumentar las habilidades emocionales son: aumentar el bienestar personal y social, comprenderse a sí mismo y a los demás, prevenir los efectos nocivos de los sentimientos negativos, desarrollar la capacidad de generar y gozar de emociones positivas, desarrollar la capacidad de automotivarse, aumentar la tolerancia a la frustración, disminuir la timidez y el retraimiento, mejorar la capacidad de tomar decisiones, mejorar la capacidad de dar respuestas reflexivas y aumentar el razonamiento moral y las acciones morales. Por su parte, entre los procedimientos básicos de actuación podemos mencionar los siguientes: designación, comprensión, expresión y gestión adecuada de emociones, utilización de métodos específicos de autocontrol, comprensión de la diferencia entre sentimientos y conductas, relación entre pensamientos y sentimientos, comunicación verbal y no verbal, captación e interpretación correcta de señales sociales y aumento del pensamiento crítico.
Para llevar a cabo estos objetivos y procedimientos es imprescindible hacer referencia a dos elementos fundamentales: el maestro y la familia.
- Papel del maestro: En algunos ambientes escolares se les exige a los alumnos que, desde muy pequeños, oculten sus necesidades afectivas, las cuales no por no manifestarse dejan de existir. Por otro lado, una de las prácticas habituales es la de la prohibición de que los niños experimenten emociones negativas, haciéndoles creer que son malos por experimentarlas. Estas estrategias son sólo una expresión del miedo de los profesores a perder el control y la autoridad. Las capacidades de los educadores se han de poner al servicio de la gestión emocional de los alumnos. En el trato continuado con el alumno y a fin de ayudarlo, es necesario tener presente su vida emocional para detectar los déficits y las conductas antisociales que se ponen de manifiesto en las relaciones interpersonales de los niños con los compañeros y el profesorado. La comunicación es imprescindible para el tratamiento de la vida emocional. Para hacer posible una buena comunicación con el alumnado, se han de haber creado vínculos con cada uno de los alumnos, y por eso es necesario que reine un ambiente en el que haya la mínima ansiedad posible.
- Participación familiar: Dado que muchos padres no están acostumbrados a hacerlo, será necesario animarlos a que participen en la educación de la vida afectiva de sus hijos y a que fomenten conductas reflexivas y autocontrol. Para ello, les haremos las siguientes sugerencias:

Preguntar a los hijos cómo se sienten y ayudarles a definir
dichos sentimientos a partir de sus propios conocimientos.
Escuchar con atención lo que dicen los hijos.
Aceptar sus sentimientos.
Explicarles a los niños como se sienten ellos (los padres),
para sensibilizarles en la comprensión de los sentimientos de los demás.
No hacer chantaje emocional.
Tener presente que los padres son modelos emocionales de
sus hijos y que éstos reciben directamente el tono emocional que se vive en casa.
Dar ejemplo de autocontrol, encontrando la manera de
expresarse sin causar daño.
Prever cuándo se pueden sentir desbordados.
Ayudar a autocontrolarse, elogiando su habilidad para ello.
Manifestarles su amor en voz alta.

Propuestas metodológicas (actividades):
1. Emociones y sentimientos. Identificación y profundización:
La habilidad de identificar cómo nos sentimos, cómo se sienten los otros y la capacidad de expresar nuestros sentimientos adecuadamente es muy importante para relacionarnos, controlar nuestro comportamiento y solucionar problemas. Es por ello que resulta básico enseñar a los alumnos (que con frecuencia no saben cómo se sienten ni cómo expresarlo) a reconocer los sentimientos y hablar de ellos.
1.1. Emociones y sentimientos a tratar: Los primeros sentimientos que introduciremos serán sentimientos básicos, y posteriormente, poco a poco, podemos ir introduciendo otros más complejos y matizados, hasta llegar a estados emocionales más complicados de entender. Hay que tener cuidado de no ir demasiado deprisa cuando se trate de introducir sentimientos. Por ello, no presentaremos más de uno por sesión. Puede darse el caso de que algunos niños afirmen no haber sentido nunca alguno de los sentimientos tratados. En ese caso les explicaremos que, aunque no los haya sentido nunca, tienen la capacidad de sentirlos, ya que todos sentimos la misma clase de emociones.
Ej. Feliz - contento - triste - apático - enfadado - molesto - furioso - asustados - sentirse bien - ilusionado - disgustado - encantado - amable - emocionado - enamorado - querido - añorado - sentirse seguro - cansado - malhumorado - tozudo - preocupado - nervioso - relajado - tranquilo - impaciente - celoso - envidioso - egoísta - generoso - agradecido - sorprendido - curioso - aburrido - confundido - desconcertado - vergonzoso - satisfecho - orgulloso - avergonzado - culpable - arrepentido - malintencionado - afligido - compasivo - deprimido - decepcionado - frustrado - esperanzado - solo - humillado - rechazado - aceptado - odiado - resentido - desesperado - aturdido.
1.2. Esquema para tratar emociones y sentimientos: El contenido de este
apartado es básicamente verbal e interactivo. En general, para tratar cada uno de los sentimientos podemos seguir la siguiente secuencia:
  Presentar la emoción que se tratará mediante una definición sencilla.
  Dar ejemplos de situaciones de las que se pueda deducir dicho sentimiento.
  Enseñar dibujos y fotografías con esa expresión emocional.
  Animar a los niños a explicar vivencias de cuando han experimentado esa emoción y que el profesor explique, de la misma manera, situaciones que a él le produjeran esos sentimientos.
  Dar a la emoción la categoría de agradable o desagradable.
  Hacer expresar físicamente esa emoción.
  Elaborar entre todos una lista de lo que provoca la emoción.
  Hacer una lista de las actitudes y comportamientos que manifiestan las personas ante esta emoción.
  Proporcionar una actividad en cuyo transcurso la emoción se pueda experimentar a un nivel más personal (role playing, escribir un texto…)
1.3. Emociones agradables o desagradables: A los alumnos debe quedarles claro
que es normal y natural sentir toda clase de emociones, y que éstas deben entenderse como señales que nos proporcionan información. Por tanto, debemos enfatizar el hecho de que no hay emociones buenas o malas, sino que son las conductas que se derivan de dichas emociones las que podrían categorizarse como correctas o incorrectas. Otro concepto que hay que transmitir a los alumnos es el de que con ciertos sentimientos nos sentimos bien (emociones agradables) y con otros lo pasamos mal (emociones desagradables). Por tanto, cada vez que trabajemos un sentimiento le daremos la categoría de agradable o desagradable, lo anotaremos en una tabla y lo pondremos en un lugar visible de la clase. Asimismo, algún sentimiento deberá ponerse en ambas categorías a la vez; por ejemplo, sorprendido, dependiendo de que la sorpresa sea agradable o desagradable.
1.4. Sentimientos contrarios: Feliz y triste son sentimientos opuestos. Haremos saber a los alumnos que cuando dos palabras tienen significados contrarios reciben el nombre de antónimas. Cuando se trate de trabajar un sentimiento, la tarea consistirá en buscar su antónima en una lista o bien ante consignas del estilo de “hoy estamos todos muy tristes”, todo el mundo deberá poner cara de estar contento.
1.5. Técnica de las caras: Consiste en proveer a cada alumno de imágenes faciales representativas de cada sentimiento que queramos trabajar. Estas imágenes tienen la ventaja de reforzar la memorización del vocabulario emocional aprendido, así como de fomentar la comunicación interpersonal de emociones. Por otro lado, cuando presentemos las imágenes señalaremos cuáles son los rasgos físicos que evidencian la emoción. La tarea propiamente dicha consiste en que cada alumno debe guardar todas la imágenes de caras en su cajón excepto una, la correspondiente a cómo se siente, que será depositada sobre la mesa. Durante la jornada, los alumnos podrán ir cambiando la imagen que tienen sobre su mesa por otras, dependiendo de cómo vaya variando su estado emocional. Con esta técnica, los niños aprenderán a supervisar sus estados emocionales y recibirán el mensaje de que es importante que los comuniquen. Es importante que los profesores que guíen la sesión dispongan también de su colección de caras y las vayan cambiando según varíe su estado emocional. Con esta acción no solo modelamos, sino que damos la oportunidad de que nuestros sentimientos sean tenidos en cuenta.
1.6. Podemos sentir más de una emoción a la vez: Los niños deben tener claro que en muchas ocasiones experimentamos varias emociones a la vez. Para facilitar la comprensión de este hecho la tarea del profesor consiste en ir leyendo a los alumnos diferentes situaciones (ej. Me han apuntado para ir de colonias, pero mi mejor amigo, Pablo, no irá porque sus padres no le dejan). La tarea de los niños es ir diciendo qué sentimientos experimentan al mismo tiempo.
1.7. Comprensión de la ambivalencia emocional: La comprensión de la ambivalencia emocional o presencia simultánea de sentimientos opuestos hacia una misma persona o cosa, es esencial para el desarrollo de las relaciones afectivas estables. La actividad consiste en explicar a los alumnos historias en las que se presenten dos sentimientos contradictorios y pediremos a los alumnos que expliquen qué sienten los protagonistas y por qué. Ej. A Juan le regalaron un perro cuando éste aún era un cachorro. Lo cuida mucho y se lo pasa muy bien jugando con él. Ahora el perro le acaba de destrozar una construcción que le había costado mucho hacer.
1.8. Todo el mundo tiene la misma clase de emociones: Debemos transmitir a los alumnos que todo el mundo puede sentir las mismas emociones, sin importar su país de procedencia, la raza, la edad, la situación económicas, el sexo... y aunque no todo el mundo sienta lo mismo en el mismo momento ni todo el mundo tenga los mismos sentimientos sobre las mismas cosas. En la sesion correspondiente a este punto haremos que aparezca este concepto conduciendo la conversación sobre los puntos siguientes:
  ¿Por qué todos tenemos la misma colección de tarjetas de emociones? (Una vez repartidas las imágenes para la técnica de las caras).
  ¿Los niños y las niñas tienen la misma clase de sentimientos?
  ¿Y los niños y los adultos?
  ¿Los padres y las madres pueden tener los mismos sentimientos?
Con respecto a estas cuestiones, iremos añadiendo comparaciones para hacer esta
actividad, según sea la composición del grupo (niños y niñas de otras culturas, invidentes, sordos...).
2. Sentimientos y relaciones:
La finalidad de las actividades siguientes consiste en que los alumnos entiendan los diferentes aspectos afectivos que intervienen en la relación con los demás.
2.1. Diferencias individuales: El objetivo de esta actividad es llegar a ser consciente de que ante una misma situación puede suceder que unas personas experimenten sentimientos diferentes a los de otras personas. Para el desarrollo de la actividad tomaremos como contexto una de las emociones que estemos trabajando en ese momento. Después de hacer una lista de las situaciones que nos pueden hacer sentir esa emoción, iremos enumerando dichas situaciones y pediremos a los alumnos que levanten la mano en caso de que se hayan sentido así en dichas ocasiones; después pediremos que levanten la mano los que no se hayan sentido así en esa situación. Dejaremos un tiempo cada vez para que se observen los unos a los otros antes de bajar la mano.
2.2. Diferencia entre emociones y conducta: Distinguir entre emociones y conductas es muy importante para el autocontrol. Por tanto, los objetivos de esta actividad son: entender el concepto de que, aunque es natural sentir toda clase de emociones, algunos de nuestros comportamientos al respecto son correctos y otros no; facilitar la práctica de pensar antes de actuar; aprender a ser autónomos y críticos para evaluar qué comportamientos son correctos y cuáles no. Para el desarrollo de la actividad comenzaremos explicando que las emociones y las conductas no son lo mismo, ya que las emociones son señales que tenemos dentro y las conductas son las acciones observables que llevamos a cabo. Asimismo, haremos referencia a los diferentes tipos de comportamientos que existen (los socialmente adecuados y los inadecuados), explicando que éstos se pueden elegir, a diferencia de las emociones. A continuación clasificaremos comportamientos según sean correctos o incorrectos. Por otro lado, explicaremos situaciones en las que todos los protagonistas están, por ejemplo, enfadados, aunque todos tienen conductas diferentes. De cada situación, después de discutirla entre todos, decidiremos si lo que hace el protagonista es correcto o no, y lo apuntaremos en la categoría correspondiente.
2.3. Lectura e interpretación de señales: La clave que nos permite acceder a las emociones de los otros radica en la capacidad de captar los mensajes no verbales (expresión facial, gestos, voz...). Los sentimientos están en nuestro interior, pero se pueden ver desde fuera y, lo que es más importante, se puede aprender a captarlos. Para el desarrollo de actividades relacionadas con este punto, podemos hacer referencia a dos aspectos: el lenguaje corporal y la voz. Con respecto al lenguaje corporal, la actividad más idónea es la de poner en una bolsa tarjetas que tengan escrita una emoción. Cada alumno tendrá que coger una tarjeta y, después de leerla en voz baja, tendrá que representar la emoción correspondiente. El resto de niños deberán adivinar de qué emoción se trata. En lo que se refiere a la voz (tono, ritmo y entonación), la actividad programada es la siguiente: la maestra da la espalda a los alumnos y dice frases en voz alta que puedan tener diferentes interpretaciones según el tono que se utilice. Los niños y las niñas tendrán que deducir el significado de la frase en función de cómo la exprese la maestra.
3. Relación entre pensamientos y sentimientos:
Uno de los elementos fundamentales de la vida emocional es el desarrollo de recursos mentales para modular el tipo de sentimientos, así como su intensidad y duración. Uno de estos recursos consiste en establecer relaciones adecuadas entre los pensamientos y los sentimientos. Al aprender a gestionar los pensamientos se pueden promover estados de ánimo positivos y favorables. Además, con la práctica diaria, estos recursos se pueden convertir en hábitos. Para practicar la transformación de pensamientos negativos en positivos haremos que los niños reparen en que, a menudo, nos hablamos a nosotros mismos, pudiendo aprender a utilizar esa voz interna para que diga lo que nosotros queremos (en este caso, para que diga cosas positivas)
3.1. Sr. Positivo y Sr. Negativo: Los objetivos de esta actividad consisten en que los niños tomen conciencia de cómo los sentimientos se ven reforzados por el contenido del pensamiento, en estimular el pensamiento positivo para aprender a sentir, conocer y controlar los mensajes negativos, en evitar la tendencia a pensar sobre uno mismo de forma despectiva y en propiciar una autoimagen positiva. Esta actividad se desarrolla como un role playing. Se plantea una situación en la que hay un conflicto y se ha de tomar una decisión. Tres alumnos representan la situación: uno será el que la vive y los otros dos harán el papel de la voz del pensamiento (uno del pensamiento positivo y otro del negativo). Le pediremos al niño que represente la situación y que exprese, con todo su cuerpo, los sentimientos pertinente a cada sentimiento.
4. Autocontrol:
Gestionar los propios sentimientos puede ser una tarea muy difícil para todos. No obstante, a algunos niños les cuesta más que a otros, sobre todo cuando les domina la rabia. La psicopedagogía muestra claramente que el control no ha de ser externo sino interno, ya que éste último no sólo ayuda en el ámbito de la regulación del propio comportamiento, sino que también es el resultado de una educación personal, fomenta la autonomía, tiene un efecto más permanente, aumenta la autoestima y es menos estresante para los docentes. Para llevar a cabo la instrucción en autocontrol emocional, debemos transmitir con énfasis a los alumnos la importancia de detectar las señales que nos envía el cuerpo cuando se está produciendo un estado emocional negativo. Hay que conseguir que los niños entiendan que, ante la autodetección de emociones, se han de poner medios para regularlas, de forma que la impulsividad que se deriva de dichas emociones no se adueñe de la situación y luego tengamos que lamentarnos. Entre las técnicas que existen para fomentar el autocontrol tenemos las siguientes:
4.1. Buscar alternativas a la agresividad: Podemos aportar a los niños alternativas que les ayuden a no ser tan impulsivos en situaciones de enfado y frustración, tales como: apartarse del lugar en el que se encuentre el conflicto, controlar su cuerpo parándose y relajándose, pensar, hablarse a sí mismos...
4.2. Técnicas de relajación: Aprender a relajarse es muy importante para poder dominar situaciones de tensión, ya que ayuda a controlar las reacciones emocionales demasiado intensas y perturbadoras. Para ello, haremos que los niños descubran la diferencia entre un cuerpo tenso y un cuerpo distendido (diciéndoles que tensen fuertemente diferentes partes de su cuerpo para, después, soltarlas y sentir la relajación posterior), así como el valor de una respiración calmada y profunda.
4.3. Autoinstrucciones: Hemos de ayudar a los niños a construir un lenguaje interno positivo. Se trata de darles pautas para que tengan recursos verbales que puedan sustituir las reacciones emocionales negativas. Entre las frases que podemos aportarles para que se hablen a sí mismos, destacamos las siguientes:

Tengo que relajarme.

Si estoy tranquilo, podré controlarme.
Debo respirar hondo... así...
Tampoco es para tanto.
No quiero que todo eso me haga daño.
No me voy a enfadar.
4.4. Tolerancia a la frustración: La reacción a la frustración es uno de lo indicios
más importantes de la existencia o no de autocontrol. Por eso es importante que los niños comprendan qué es la frustración y cómo se puede tolerar. Para ello es fundamental transmitir a nuestros alumnos que la comunicación de la frustración es el primer paso para poder controlarla y tolerarla, y que nosotros estamos dispuestos a escucharles cuantas veces sea necesario.
EMPATÍA
Apartado teórico:
La empatía es la capacidad personal para conectar, respetuosa y
sinceramente, con los sentimientos y las emociones de otras personas y para comprender sus argumentos y sus puntos de vista. Para que se pueda dar la empatía, los límites del propio yo han de ser flexibles, sin que eso quiera decir que tengamos que estar de acuerdo en todo con la otra persona con pérdida de la propia identidad. La empatía tiene dos componentes: uno afectivo y otro cognitivo, ambos decisivos para desarrollar la conducta social positiva de los niños. Asimismo, la empatía es una condición indispensables para desarrollar una personalidad moral y solidaria.
En general, la empatía se activa fácilmente con las personas que sentimos próximas a nosotros, pero resulta más difícil que nos funciones con aquellos que percibios como distintos. Sin embargo, desde la educación emocional, la empatía sólo para los que “son como yo” no es suficiente. Debemos tratar de elevar nuestros niveles de empatía y comprender también a los que no son del propio grupo.
El desarrollo de la empatía ha de verse como un proceso en el que intervienen variables afectivas y cognitivas. Para llegar a ser empático, hay que haber madurado cognitiva y emocionalmente, hay que tener un lenguaje emocional desarrollado, capacidad de pensamiento simbólico y de pensamientos en perspectiva, y tener conocimiento de las propias emociones y sentimientos. Desde el punto de vista cognitivo, Piaget (1952) afirmaba que los niños empiezan la vida con un único punto de vista, en una etapa de egocentrismo. Sólo gradualmente se irán dando cuenta de que hay un mundo más allá de ellos mismo y de que en ese mundo hay personas que también tienen sentimientos.

Objetivos y procedimientos:
La intervención para desarrollar la capacidad de empatía de los alumnos
irá dirigida a la consecución de los siguientes objetivos:
Ser capaz de comprender a los otros.
Dar una respuesta afectiva y efectiva a las emociones expresadas por los demás.
Saber expresar el interés por los demás a través de actitudes de amabilidad y atención.
Conseguir conductas prosociales.
La intervención en este sentido puede valerse de los siguientes
procedimientos:
Concienciación sobre la perspectiva de los demás.
Concienciación sobre los sentimientos de los demás.
Lograr que se conozca en profundidad el significado de la compasión, la pena, la piedad y el sufrimiento.
Desarrollar el interés, la consideración y el sentido de la responsabilidad en vistas al bienestar de los otros y sus derechos.
Promover situaciones en las que se desarrollen habilidades de ayuda.
Promover la experimentación de reacciones emocionales como la indignación ante la violación de los derechos de los otros.
Desarrollar valores básicos, como la solidaridad, la justicia, la igualdad, el respeto, la tolerancia y la responsabilidad.
Para llevar a cabo estos objetivos y procedimientos es imprescindible
hacer referencia a dos elementos fundamentales: el maestro y la familia.
Maestros empáticos: Es una adversidad el hecho de que muchos
profesores conozcan bien las materias pero no conozcan a sus alumnos. En el trato con cada uno de nuestros alumnos es imprescindible saber qué sentimientos les provocan nuestras actitudes y demandas. Es necesario comprender sus intereses y escuchar sus razones. Cuando no conectamos con nuestros alumnos tendemos a pensar que es por pasotismo pero deberíamos tener muy presente que los alumnos difícilmente conectarán con aquellas personas de las que intuyen que no han conseguido comprenderlos.
Participación familiar: Cada familia tiene sus propias
circunstancias, pero, a grandes rasgos, se puede decir que el padre empatiza con sus hijos por defecto y la madre por exceso. Lo primero que hemos de transmitir a los padres es que tomen conciencia de que los niños aprenden de lo que ven en la vida de sus padres. Los padres deben mostrar afecto, pero han de establecer límites, se ha de dar a entender que el amor está bajo control. A continuación concretaremos lo que hemos de pedirles a los padres para que eduquen, empáticamente, la empatía de sus hijos:
El principio básico será: “Trata a tu hijo tal como te gustaría que los demás te trataran a ti”.

Tener una actitud empática hacia uno mismo.
El padre y la madre se han de mostrar empáticos recíprocamente.
Esforzarse por entender y compartir los sentimientos de sus hijos.
Esforzarse por entender el punto de vista de sus hijos.
Saber escuchas las razones que aportan sus hijos respecto a sus actuaciones.
Mostrar flexibilidad ante las normas cuando los razonamientos de sus hijos tengan la suficiente solidez.
Estimular el mismo modelo de expresión afectiva tanto para los niños como para las niñas.
Enseñar a los hijos, desde pequeños, que los demás también cuentan.
Enseñarles a acomodarse a las necesidades de los otros.
Pedirles reciprocidad en el amor, la atención y el respeto.
Pedir responsabilidades.

Propuestas metodológicas:
1. Perspectiva perceptual:
No todos los niños tienen la sensibilidad o conciencia de las experiencias preceptúales de los demás. Las actividades siguientes están pensadas para enseñar a comprender que hay puntos de vista diferentes:
1.1. Adivina qué estoy mirando: El objetivo de esta actividad es aprender a ponerse en el lugar del otro para saber qué está mirando. Para desarrollar la actividad los alumnos se pondrán por parejas. Uno de los miembros de cada pareja mirará insistentemente alguna cosa del entorno y preguntará: “¿Qué estoy mirando? El otro tendrá que adivinarlo. A quien lo acierte podemos pedirle que diga cómo ha sabido qué estaba mirando su compañero.
1.2. ¿Qué ves tu? ¿Y yo?: El objetivo de esta actividad es desarrollar la capacidad de imaginar lo que el otro ve. Para desarrollar la actividad los niños se sientan por parejas, uno frente al otro, en torno a la mesa, en cuyo centro habrá un objeto. Cada niño tendrá que dibujar la parte que él mismo ve del objeto y la que cree que ve el compañero.
1.3. La máscara: El objetivo de esta actividad es ponerse en la piel de otro. Para el desarrollo de la actividad, cada uno de los alumnos piensa un personaje que le gustaría ser. A continuación, se les proporciona el material necesario para que confeccionen una máscara representativa de lo que hayan elegido. Después pediremos a los niños que imaginen que están dentro de la piel de su personaje y, con la máscara puesta, tendrán que actuar representando el papel correspondiente. Cuando finalicen las representaciones, a modo de reflexión podemos plantear lo siguiente: “¿Cómo erais cuando llevabais puesta la máscara?”.
1.4. ¿Por qué lo has hecho?: El objetivo de esta actividad es entender que hay otras perspectivas diferentes de la propia. Para desarrollar la actividad se ha de explicar a los niños que, muchas veces, lo que una persona ve y oye no es igual que lo que, a su vez, ve y oye otra. Así pues, cuando se produce un incidente, puede ser que alguien lo vea como una agresión cuando en realidad sólo fue un accidente. Para que los niños entiendan bien todo esto haremos representaciones de role playing en las que se produzca un incidente y se mantenga un diálogo para averiguar qué piensa el otro. Ej. Vas a beber agua. Cuando te inclinas en la fuente para beber, un niño te da un empujón y te mojas toda la cara.
1.5. Las noticias: El objetivo de esta actividad es que los niños entiendan que un mismo hecho puede interpretarse de diferentes maneras. Para el desarrollo de la actividad llevaremos diferentes periódicos a clase y buscaremos una misma noticia redactada. Nos fijaremos tanto en los titulares como en los contenidos y, dentro de estos últimos, nos fijaremos especialmente en la importancia que se concede a los datos de la noticia y buscaremos parecidos y diferencias (se aconseja realizar esta actividad a partir de cuarto o quinto de primaria).
2. Empatía hacia los padres:
Con frecuencia nos encontramos con niños a quienes nunca se les había ocurrido que sus padres pudieran tener sentimientos. Para algunos, el afecto es tan incondicional que lo perciben como si pudieran manipularlo. Otras veces vemos a niños que están tan desatendidos en el aspecto afectivo que, por ese mismo motivo, desconocen que sus padres puedan tener emociones iguales a las suyas. En ambos casos es muy importante que lleguen a descubrir que los padres también tienen preocupaciones, alegrías, sufrimientos… y a ello van encaminadas las siguientes actividades.
2.1. Seremos nuestros padres durante un rato: Los objetivos de esta actividad es que los niños comprendan la posición de los padres y que se den cuenta de los sentimientos que tienen sus padres hacia ellos. Iniciaremos la actividad hablando sobre qué es educar y qué quiere decir “criar a un hijo”, e incidiremos en las satisfacciones y en las dificultades que esta labor proporciona a los padres. A continuación les pediremos a los alumnos que se identifiquen con el padre o con la madre y que, pensando en la figura que han elegido, elaboren un texto con el título “Las alegrías y los problemas que tengo para educar a mi hija/o”.

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