ORIENTACIÓN EMOCIONAL
ORIENTACIÓN EMOCIONAL
1. INTRODUCCIÓN:
Que el analfabetismo emocional existe (y siempre ha
existido) es un hecho.
Sin embargo, lo importante a tener en cuenta es que
en la sociedad tradicional, el patrón de relaciones sociales, familiares y
laborales era estable y homogéneo, de manera que las personas desarrollaban
lazos fuertes con su entorno y se habituaban a un estilo de vida que no
planteaba al individuo exigencias continuas de adaptación a un entorno
variable, por supuesto, con los pros (estabilidad, cohesión…) y contras
(dificultad o imposibilidad de salir de situaciones altamente estresantes,
control social muy acentuado…) que esta situación conlleva. En la sociedad
actual, en cambio, tras la revolución industrial y la instauración del
capitalismo, las personas hemos tenido que enfrentarnos y adaptarnos a un
contexto cambiante y heterogéneo que, cada vez, nos demanda más, y todo ello en
ausencia de pilares sociales importantes, sentimientos de pertenencia y de
identidad. Este contexto genera en las personas estrés e inseguridad,
manifestada muchas veces a través de conductas patológicas y, en general,
emocionalmente poco inteligentes.
La educación, por su parte, se ha centrado
tradicionalmente en el desarrollo
cognitivo, con un olvido generalizado de la
dimensión emocional. Sin embargo, hay argumentos que inducen a pensar que,
desde la década de los noventa del siglo pasado, estamos asistiendo a una revolución emocional, que afecta
tanto a la psicología como a otros ámbitos, entre los cuales podríamos destacar:
la educación, el ámbito psicosocial y comunitario, el ámbito de las
organizaciones, el ámbito de la salud… Manifestaciones de esta revolución son:
1. El aumento de estudios y publicaciones
relacionadas con las emociones en Psicología.
2. La implicación de la neurociencia en el estudio
del cerebro emocional.
3. La enorme difusión que ha tenido la obra de
Daniel Goleman La inteligencia emocional (1995).
4. La aplicación de la inteligencia emocional a las
organizaciones.
5. La toma de conciencia por parte de un sector
cada vez mayor de educadores de cómo todo esto debe incidir en la práctica
educativa.
Desde la revolución emocional se trata de crear
metas orientadas hacia la
estructuración futura de la sociedad de tal forma
que posibiliten un mundo más inteligente y más feliz. La respuesta a este
objetivo se ha materializado a través de lo que se denomina educación emocional, que propone un
modelo educativo orientado a ayudar a las personas a poseer un mejor
conocimiento de los fenómenos emocionales, a desarrollar la conciencia
emocional, a mejorar la capacidad de controlar las emociones, a fomentar una
actitud positiva ante la vida… Además, desde esta perspectiva, la educación
emocional es una forma de prevención inespecífica, que puede tener efectos positivos
en la prevención de actos violentos, del consumo de drogas, del estrés, de
estados depresivos, de trastornos de la alimentación, de suicidios…, problemas
actuales que tienen una incidencia social preocupante y que suponen elevados
costes económicos y humanos.
2. CONCEPTO DE EMOCIÓN:
2.1. Perspectiva
histórica y teorías de la emoción:
a) La
tradición filosófica: El estudio de las emociones ha interesado desde la
Antigüedad. Entre los autores más relevantes tenemos:
1. Platón (428-347 a. de C.) : distingue entre
razón, espíritu y apetitos.
2. Aristóteles (384-422 a. de C.) : concibe las
emociones como una
condición que transforma a la persona de tal manera
que puede verse afectado el juicio.
3. Estoicos: consideran que las emociones son las
responsables de las
miserias y frustraciones humanas.
Durante un largo periodo, en vez de hablar de
emociones, se ha hablado más de pasiones. Éstas, fueron consideradas por muchos
filósofos como resultado de la conciencia que el alma tenía de los afectos
corporales. Sin embargo, posteriormente, se empezó a identificar la pasión como
una enfermedad del alma. Desde ámbitos religiosos se llegó a considerar,
incluso, como un pecado. A lo largo del Renacimiento, el estudio de las
pasiones se independizó de la teología y de la ética, y el término afecto fue
sustituyendo al de pasión. Además, es en esta época en la que se empieza a
reconocer el valor motivacional de las emociones. En el siglo XIX., los
estudiosos de la emoción se desmarcan de la filosofía para profundizar en los
aspectos más psicológicos. Por su parte, los filósofos del siglo XX. han
otorgado un lugar destacado a las emociones en sus desarrollos filosóficos.
b) Charles
Darwin (el enfoque biológico): las emociones, tanto en animales
como en el ser humano, funcionan como señales que comunican intenciones, además
de ser reacciones apropiadas ante ciertos acontecimientos del entorno, de forma
que el organismo pueda adaptarse y sobrevivir en su entorno. Además de estos
planteamientos, Darwin dedicó mucho tiempo al estudio de la expresión facial de
las emociones.
c) William
James (la tradición psicofisiológica): la experiencia emocional es
consecuencia de los cambios corporales (o respuestas fisiológicas periféricas)
que se dan como reacción a un hecho excitante. La famosa frase “no lloramos
porque estamos tristes, sino que estamos tristes porque lloramos” resume el
pensamiento de James.
d) Cannon
y Bard (la tradición neurológica): Estos autores ponen énfasis en
la activación del sistema nervioso central más que en el sistema periférico. En
su opinión, las vísceras son demasiado insensibles y su acción es demasiado
lenta como para provocar las sensaciones planteadas por James. En su lugar,
plantean que el estímulo emocional origina unos impulsos que, a través del tálamo,
llegan a la corteza cerebral. Al mismo tiempo, el tálamo envía impulsos a las
vísceras y músculos para que produzcan cambios comportamentales.
e) Freud (tradición
psicoanalítica): El psicoanálisis, más que una teoría de la emoción, es una
teoría de los trastornos emocionales, según la cual, por un lado, la vida
afectiva del adulto depende de cómo hayan sido sus experiencias afectivas
pasadas y, por otro lado, la mente relega al inconsciente las emociones
traumáticas.
f) Conductismo:
Esta corriente se ha preocupado por estudiar el proceso de aprendizaje de las
emociones, el comportamiento manifiesto que permite inferir estados emocionales
y los condicionamientos que provocan emociones. Aunque, a nivel teórico, las
aportaciones del conductismo han sido pobres, lo cierto es que en lo que se
refiere a intervención clínica en alteraciones emocionales, el paradigma
conductista se ha revelado especialmente fructífero.
g) Teorías
de la activación (arousal) y la multidimensionalidad: La activación es
una dimensión de tipo fisiológico, subyacente en la conducta emocional, que
aporta la energía para ejecutar una conducta. En 1968 Lang propuso la teoría de los tres sistemas de respuesta
emocional (cognitivo, fisiológico y motor), en la que se plantea
que la respuesta emocional no es un fenómeno unitario, sino multidimensional.
h) Teorías
cognitivas: estas teorías postulan una serie de procesos cognitivos
(valoración, interpretación, atribución, etiquetado, afrontamiento, control
percibido, objetivos y expectativas) que se sitúan entre el estímulo y la
respuesta emocional. La actividad cognitiva, pues, determina la cualidad
emocional.
i) Le
Doux (el cerebro emocional): desde el punto de vista filogenético
se pueden distinguir tres partes en el cerebro: la corteza cerebral, el sistema
límbico y el cerebro reptiliano. En el sistema límbico (red de neuronas que
facilita la comunicación entre el hipotálamo -implicado en conductas básicas de
supervivencia-, la corteza cerebral y las demás partes del encéfalo) es donde
residen las funciones esenciales de la emoción. En el sistema límbico se
encuentra la amígdala, que es el elemento esencial de la emoción.
j) La
psiconeuroinmunología (PNI): la PNI es la ciencia que estudia las
conexiones entre las emociones, la bioquímica cerebral y el sistema
inmunitario. Investigaciones recientes están llegando a la constatación de que
los estados emocionales pueden alterar la respuesta inmunitaria.
2.2. Definición de
emoción:
La emoción ha sido descrita y explicada de forma
diferente por los diversos estudiosos pero, en general, hay bastante acuerdo en
que se trata de:
Un estado complejo del organismo, generado
habitualmente como respuesta a un acontecimiento externo o interno,
caracterizado por una excitación o perturbación que predispone a una respuesta
organizada.
El proceso de la vivencia emocional podría
esquematizarse de la siguiente forma:
Evento, valoración, cambios fisiológicos,
predisposición a la acción. Por otra parte, la emoción es un proceso
multicomponente, formado por los niveles neurofisiológicos (taquicardia, rubor,
sudoración, respiración, presión sanguínea…), conductual (expresiones faciales,
tono, volumen y ritmo de voz, movimientos corporales…) y cognitivo (vivencia
subjetiva).
2.3. Funciones de
las emociones:
Han sido muchos los investigadores los que se han
preguntado acerca de cuál es la función de las emociones, sin llegar a
respuestas concluyentes. Sin embargo, entre los planteamientos más habituales
nos encontramos con que las emociones tienen tres funciones fundamentales,
además de una secundaria. Entre las emociones fundamentales podemos distinguir:
1. Función motivadora de la conducta.
2. Función adaptativa y de supervivencia: las
emociones alteran el equilibrio
intraorgánico para informar al individuo de la
situación del ambiente.
3. Función social: las emociones sirven para
comunicar a los demás cómo nos
sentimos así como para influir en los demás.
Finalmente, se podría decir que las emociones
pueden tener una función importante en el desarrollo personal, ya que tienen
efectos sobre otros procesos mentales, de forma que pueden afectar a como
percibimos, atendemos, memorizamos razonamos y creamos la realidad.
2.4. Clasificación
de las emociones:
1Emociones básicas y
emociones complejas:
2. Emociones básicas: estas emociones también se
conocen como
emociones primarias o fundamentales y se
caracterizan por una expresión facial característica y una disposición típica
de afrontamiento. A pesar de que existe mucha polémica a la hora de decir
cuáles son las emociones básicas, lo cierto es que las citadas con más
frecuencia son: felicidad, tristeza, ira, sorpresa, miedo, disgusto y
vergüenza.
3. Emociones complejas: estas emociones también se
conocen como
emociones secundarias o derivadas (ya que se
derivan de las básicas a partir de combinaciones entre éstas). No presentan
rasgos faciales característicos ni una tendencia particular a la acción.
4. Emociones positivas y
emociones negativas:
5. Emociones positivas: son agradables, se experimentan
cuando se
logra una meta y el afrontamiento consiste en el
disfrute y bienestar que proporciona la propia emoción.
6. Emociones negativas: son desagradables, se
experimentan cuando
se bloquea una meta, ante una amenaza o una pérdida
y requieren de energía y movilización para afrontar la situación de manera
relativamente urgente.
2.5. Desarrollo
emocional:
Diversos estudios han demostrado que los niños
aprenden a lidiar con las emociones a una edad previa a la que se había creído
anteriormente; el niño es capaz de reconocer emociones positivas y negativas
desde los primeros meses de vida. Por otra parte, las emociones infantiles son
mucho más ricas de lo que los niños son capaces de expresar, es decir, la
experimentación de la emoción antecede a la capacidad de expresarla. Alrededor
del primer mes aparece la sonrisa en los bebés como forma de transmitir que son
selectivos y sensibles a los rasgos de sus cuidadores. A los ocho meses los
niños pueden identificar el significado emocional de la expresión facial de sus
padres. En esta edad se da también lo que se conoce como ansiedad ante los
extraños y ansiedad de separación, dos organizadores fundamentales de la
afectividad entre el bebé y su cuidador. Sobre los dos años, los niños empiezan
a comprender la emoción implícita en reír o llorar, y a los tres son capaces de
distinguir a las personas apropiadas para tratar con propósitos distintos. A
partir de los cuatro años los niños son capaces de reconocer los sentimientos
de los personaje de los cuentos, además de comprender que una misma situación puede
elicitar varias respuestas emocionales. Por otro lado, el lenguaje de los niños
de entre 2 y 5 años es rico a la hora de hablar de la expresión facial de
emociones y muestran un amplio léxico emocional. A los seis años los niños
comprenden que situaciones desagradables producen emociones negativas, así como
situaciones positivas producen felicidad. Entre las edades de 6 a 11 años, las
experiencias escolares tienen una influencia clave sobre la auto-valoración que
realizan los niños sobre sí mismos, aspecto que modula de forma muy importante
el estado emocional de las personas. Entre los 11 y los 15 años se van
estableciendo nexos de unión entre hechos y las emociones que generan. En la
adolescencia se reconoce la distinción entre las emociones que uno experimenta
en un momento dado y las emociones de otras personas en ese mismo momento. A
partir de la adolescencia se ponen de manifiesto déficits en el manejo de las
emociones, principalmente las que tiene relación con las habilidades sociales.
Estos déficits son preocupantes por los efectos que tienen en la juventud y en
la sociedad en general. Diversos problemas (conflictos en la relación con los
demás, desengaños amorosos, suspender exámenes, rechazo social, conflicto con
la familia…) pueden servir de detonante de estados depresivos, emociones
negativas perturbadores y comportamientos disruptivos como desórdenes en la
comida, suicidios, violencia, delincuencia, consumo de drogas, alcoholismo…
En secundaria, la “autoestima social” es una
preocupación habitual. En estas edades el grupo juega un papel más fuerte que
la propia independencia; ser capaz de hacer frente a la presión grupal en
ciertas situaciones es una habilidad de la que muchos carecen, y si esto fuera
poco, a partir de esta edad los jóvenes empiezan a ser conscientes de que las
relaciones interpersonales muchas veces nos obligan a disimular o enmascarar
las emociones con el fin de facilitar dichas relaciones.
Es por todo esto que, antes de llegar a la edad
adulta, las personas ya hemos establecido los objetivos y creencias importantes
que consideraremos a la hora de hacer una evaluación de las situaciones que
pueden generar emociones.
3. ¿EMOCIONES
INTELIGENTES?:
Daniel Goleman causó impacto en 1995 con su
obra Inteligencia emocional, que ha sido un best
seller en diversos países. Sin embargo, el término de inteligencia
emocional no lo crea Goleman, sino que procede de Salovey y Mayer (1990). Según
estos autores la inteligencia emocional consiste en la habilidad de manejar los
sentimientos y emociones, discriminar entre ellos y utilizar estos
conocimientos para dirigir los propios pensamientos y acciones. Goleman recoge
este concepto y lo divulga.
Para Goleman, la inteligencia emocional es un
concepto de amplia significación que incluye la habilidad para motivarse y
persistir frente a las frustraciones, controlar impulsos y demorar
gratificaciones, regular los estados de humor, evitar que las desgracias
obstaculicen la habilidad de pensar, desarrollar empatía y esperanza…
En opinión de Goleman, el CE (coeficiente
emocional) puede sustituir en un futuro al CI (coeficiente de inteligencia) que
ya lleva cien años de existencia. Este planteamiento se basa en que la
inteligencia es una meta-habilidad, que determina en qué
medida podremos utilizar correctamente otra habilidades que poseemos, incluida
la inteligencia. Desde esta perspectiva, la inteligencia emocional es, pues,
una de las habilidades de vida que deberían enseñarse en el sistema educativo.
La inteligencia personal debería ocupar un lugar
eminente dentro de la inteligencia emocional. La inteligencia personal está
compuesta por:
1. La inteligencia
interpersonal, en
función de la cual observamos a los
demás, intentamos comprenderlos y tratamos de
buscar la mejor forma de relacionarnos productivamente con ellos.
2. La inteligencia
intrapersonal, que se
refiere a la capacidad de
formarse un modelo preciso de sí mismo y de
utilizarlo de forma adecuada para interactuar de forma efectiva a lo largo de
la vida.
Para Goleman la inteligencia emocional consiste, de
forma más concreta en:
3. Conocer las propias
emociones: Tener
conciencia de las
propias emociones es la competencia emocional
fundamental sobre la cual se construyen las demás, incluido el auto-control. Es
necesario distinguir entre conocer las propias emociones y el controlarlas. En
la medida en que uno percibe que tiene emociones negativas que le
desestabilizan tiende a actuar para cambiarlas. Para desarrollar la conciencia
emocional es imprescindible disponer de palabras para denominar las emociones.
Una carencia de esta habilidad nos impide tomar conciencia de nuestras
emociones y, por consiguiente, controlarlas. De esto se deriva la importancia
de potenciar el desarrollo del vocabulario emocional desde el sistema
educativo.
4. Manejar las emociones: El equilibrio emocional es el
objetivo
fundamental de este punto. Mantener las emociones
perturbadoras a raya es clave para el bienestar emocional. Ni emociones
demasiado frías, ni emociones incontroladas. Aunque desde la perspectiva de la
educación emocional lo que interesa es el control de las emociones, no se puede
perder de vista una concepción más integradora de la persona, desde la cual el
control emocional incide en el control del comportamiento y del pensamiento,
así como de los impulsos fisiológicos. Es desde esta perspectiva integradora
que vamos a referirnos al autocontrol. Entre las formas de manejar las
emociones negativas están las siguientes: reestructuración cognitiva,
relajación, ejercicio físico, diversiones, placeres sensuales, tener éxito,
ayudar a los demás…
5. Motivarse a sí
mismo: Uno de
los aspectos olvidados en los
test de rendimiento académico es la motivación. Lo
que realmente se necesita saber, desde el sistema educativo, es si un individuo
seguirá adelante cuando se encuentre con dificultades, fracasos y
frustraciones. Motivarse a uno mismo está relacionado con la inteligencia
emocional en el sentido de que las emociones son un factor de motivación.
Algunas sugerencias de cara a la automotivación son las siguientes:
6. Control del impulso: La capacidad para demorar las
recompensas inmediatas a favor de otras a largo
plazo pero de orden superior se considera un indicador de madurez personal y
emocional, además de formar parte esencial de la regulación emocional.
7.Optimismo
y esperanza: El optimismo y la esperanza son
estados que reflejan una gran expectativa de que
las cosas, en general, irán bien en la vida, a pesar de los retrasos,
dificultades y frustraciones. Desde el punto de vista de la inteligencia
emocional, el optimismo es una actitud que impulsa a las personas a no caer en
la apatía, desesperanza o depresión. Sin embargo, es importante distinguir
entre el optimismo realista y el ingenuo (que podría llevarnos a situaciones
desastrosas). Desde el enfoque de la atribución causal, el optimismo se
relaciona con la forma en que la gente se explica a sí misma sus éxitos y
fracasos. Los optimistas consideran que los fracasos son debidos a causas
modificables y, por lo tanto, en un futuro podrán triunfar. Los pesimistas, por
el contrario, culpan del fracaso a alguna característica personal que es
imposible de cambiar. Estas atribuciones causales tienen un efecto profundo en
la forma de enfocar la vida. Es por ello que Goleman asegura que el optimismo
es una actitud emocional inteligente, puesto que influye de forma positiva en
la motivación y en los resultados. Por otro lado, el optimismo y la esperanza
se pueden aprender (al igual que el pesimismo y la desesperanza), como
consecuencia de una buena percepción de auto-eficacia (creencia de que uno es
capaz de dominar los acontecimientos de la vida de forma satisfactoria). Como
plantea Bandura, la habilidad no es una propiedad fija y, por ello, lo que las
personas creen sobre sus habilidades tiene un efecto profundo sobre las mismas.
8. Reconocer las
emociones de los demás: Titchener utilizó
por primera vez la palabra empatía en
los años veinte. La empatía se construye sobre la toma de conciencia de sí
mismo (cuanto más abiertos estemos para captar nuestras propias emociones, más
fácil nos será reconocer las de los demás) y consiste en comprender lo que
otras personas sienten en diversas situaciones. La empatía, además, es la raíz
del altruismo (la comprensión de lo que otras personas sienten en situaciones
de perturbación mueve a la gente a la ayuda) y de la moral.
9.Establecer
relaciones: Una clave
de la competencia social
reside en la forma de expresar las propias
emociones. Paul Ekman
denomina reglas de manifestación al consenso social sobre qué
sentimientos pueden ser expresados y cuándo. Aunque estas reglas varían
dependiendo de la cultura, las básicas y más universales son: la minimización
de la expresión emocional (lo que denominamos “cara de poker”), la exageración
(muy habitual en niños) y la sustitución (sonreír de manera forzada en
presencia de una frustración). Otro aspecto importante del establecimiento de
relaciones desde el punto de vista emocional es el que se refiere a la
capacidad que tenemos las personas de “contagiar” las propias emociones. No es
una casualidad que la gente prefiera estar con personas capaces de transmitir
energía positiva que con aquellas que muestran un estado de ánimo deprimido.
Esto es una muestra de la influencia que nuestras emociones y cómo las
transmitimos tienen sobre las personas con las que nos relacionamos. Es por
ello se capaz de transmitir un estado de ánimo positivo contagioso denota
inteligencia emocional por nuestra parte.
4. ¿EDUCAR LAS EMOCIONES?
ALFABETIZACIÓN
EMOCIONAL:
La educación de las emociones es, quizá, una de las
más importantes tareas pendientes en nuestra sociedad. Como hecho colateral al
mínimo papel jugado por las emociones en la investigación científica,
tradicionalmente, se ha prestado poca atención a la psicopedagogía de las
emociones. Como veníamos comentando anteriormente, prácticamente hasta las
década de los noventa no se produce un cambio de tendencia. Goleman (1995) se
refiere a los elevados costes del analfabetismo emocional (crímenes, violencia,
arrestos, uso de armas de fuego, suicidios, inseguridad ciudadana, depresión,
ansiedad, estrés, desordenes de la alimentación, abuso de drogas y alcohol…).
Todo esto implica, pues, estrategias de prevención y alfabetización emocional a
través del sistema educativo. Aquí vamos a referirnos a la educación emocional
como respuesta a un déficit en la formación básica.
4.1. Justificación y
necesidad de la educación emocional:
En el marco de la orientación psicopedagógica
podríamos distinguir cuatro grandes áreas, entre las que se encuentran:
1. La orientación profesional.
2. La orientación en los procesos de
enseñanza-aprendizaje.
3. La atención a la diversidad.
4. La orientación para la
prevención y el desarrollo.
Aquí vamos a centrarnos en esta última área, en la
cual se incluyen la mayoría de los
aspectos del desarrollo de la personalidad integral
del individuo. Ejemplos característicos de esta área son las habilidades
sociales, el entrenamiento asertivo, el autocontrol, la autoestima, las
habilidades de vida, todos ellos componentes de lo que denominamos educación emocional.
Entre los argumentos que podrían esgrimirse para
justificar la educación emocional podemos destacar los siguientes:
1. Desde la finalidad de
la educación: La
finalidad de la educación es el
pleno desarrollo de la personalidad integral del
alumnado. En este desarrollo pueden distinguirse como mínimo dos grandes
aspectos: el desarrollo cognitivo y el desarrollo emocional. El primero ha
recibido tradicionalmente un énfasis especial, en detrimento del segundo, que
ha quedado prácticamente olvidado de la practica educativa. La educación
emocional se propone un énfasis especial en este aspecto con objeto de
otorgarle la importancia que merece.
2. Desde el proceso
educativo: La
educación es un proceso caracterizado
por la relación interpersonal. Toda relación interpersonal
está impregnada por fenómenos emocionales. En el proceso de aprendizaje
individual y autónomo también está presente la dimensión emocional. todo esto
exige que se le preste una atención especial por las múltiples influencias que
las emociones tienen en el proceso educativo.
3. Desde el
autoconocimiento: El lema
“conócete a ti mismo” ha sido uno
de los objetivos del ser humano desde la
antigüedad, además de estar presente en la educación. Dentro de este
autoconocimiento, uno de los aspectos más importante es la dimensión emociona.
4. Desde la orientación
profesional: El
índice de desempleados es un
elemento de importante preocupación social. Se
estima que en el futuro la mayoría de las personas pasarán por etapas de
desempleo. Esto induce a que, desde la orientación profesional, se contemple la
necesidad de añadir una dimensión hasta ahora olvidada: preparar para el paro.
Como se sabe, el paro puede provocar una disminución de la autoestima, estados
depresivos y otras secuelas en la salud física y psíquica del individuo.
Abordar esta problemática desde la prevención implica preparar para la vida
desde una perspectiva que contemple estas eventualidades.
5. Desde el fracaso
escolar: Hoy en
día existen unos índices elevados de
fracaso escolar, dificultades de aprendizaje,
estrés ante los exámenes, abandono en los estudios universitarios y otros
fenómenos relacionados con el fracaso escolar. Estos hechos provocan estados
emocionales negativos como la apatía, la depresión, la falta de motivación, la
disminución de la autoestima y, en algunos casos, llegan a intentos de
suicidio. Todo ello está relacionado con déficits en la madurez y el equilibrio
emocional.
6. Desde las relaciones
sociales: Es
conocido que las relaciones sociales
pueden ser una fuente de conflictos, tanto en la
profesión como en la familia, en la comunidad, tiempo libre y cualquier
contexto en que se desarrolle la vida de una persona. Estos conflictos afectan
a los sentimientos, de tal forma que a veces pueden llegar a producirse
respuestas violentas incontroladas.
7. Desde la salud
emocional:
Continuamente estamos recibiendo estímulos
que nos producen tensión emocional. Esos estímulos
pueden ser estresores del trabajo, conflictos familiares, noticias,
interrupciones, reveses económicos, pérdidas, enfermedades… Esta tensión
emocional puede adoptar la forma de irritabilidad, falta de equilibrio
emocional, ansiedad, estrés, depresión, problemas de relación… La frecuencia
con que se producen estos fenómenos merece más atención preventiva de la que se
le está prestando actualmente.
8. Desde la teoría de las
inteligencias múltiples: En la segunda mitad de la
década de los años noventa ha tenido una amplia
difusión la teoría de las inteligencias múltiples (Gardner, 1995). Entre ellas están la inteligencia
interpersonal y la intrapersonal. Esta teoría supone un reto para el futuro de
la investigación, en el cual deben tener cabida aspectos educativos hasta ahora
olvidados. Entre ellos están las emociones. Como señala Gardner, concentrarse
en las capacidades lingüísticas lógicas durante la escolaridad puede suponer
una estafa para los individuos que tienen capacidad en otras inteligencias. Por
otra parte, el no tomar en consideración la inteligencia emocional en el
sistema educativo puede suponer una atrofia de considerables consecuencias para
el desarrollo personal y social.
9. Desde la Inteligencia
emocional : El
hecho de que una obra como
Inteligencia emocional, de Daniel Goleman (1995), en la
cual se pone de manifiesto la necesidad de poner inteligencia a las emociones,
se haya convertido en un best seller es un indicador más del
interés social por estos temas, lo cual pone en evidencia una necesidad
desatendida.
10. Desde el
analfabetismo emocional: Tecnológicamente
hemos avanzado
mucho a lo largo del siglo XX., pero por lo que
respecta a las emociones estamos atrofiados. El analfabetismo emocional se
manifiesta de múltiples formas: conflictos, violencia, ansiedad, estrés,
depresión, dificultades de relación… Esto se da durante toda la vida, pero tiene
una virulencia particular durante la edad escolar.
11. Desde la revolución
de las tecnologías de la información y de la
comunicación: Hemos entrado de lleno en la
sociedad de la información y la comunicación de masa, donde se corre el peligro
de que las relaciones interpersonales queden sustituidas por las tecnologías de
la comunicación (Internet, televisión, radio, cd-rom, radio…). Esto puede
provocar un aislamiento físico y emocional de las personas. Como sustitutos de
la relación de afecto a veces se utilizan programas de radio, televisión,
animales de compañía, consumo de drogas… Paralelamente, la sociedad de la
información ofrece una inmensa oferta documental ante la cual es preciso
escoger. Esto, a veces, puede conducir a situaciones de confusión, sensación de
impotencia y desánimo. De todo ello se deriva un argumento más a favor de
educar emocionalmente a las nuevas generaciones para afrontar con éxito los
nuevos retos que aventura el futuro.
12. Desde el nuevo rol
del profesor: Cada vez
se ve más claro que el rol
tradicional del profesor, centrado en la
transmisión de conocimientos, está cambiando. Esta modificación se debe en
parte a lo que comentábamos anteriormente de las nuevas tecnologías, que
permiten al alumno acceder a cualquier conocimiento que necesiten de forma
inmediata. De esta forma, el rol de transmisor de conocimientos del profesor
queda obsoleto, de lo que se deriva la necesidad de que éste se centre más en
aportar una relación emocional de apoyo al alumnado.
4.2. Concepto de
educación emocional:
Los conceptos complejos como la educación emocional
no pueden ser describirse en una definición breve. Es un marco amplio el que
permite su conceptualización. Teniendo esto presente, y solamente con la
intención de tener un punto de referencia, podemos resumir la educación
emocional en los siguientes términos:
Proceso educativo, continuo y permanente, que
pretende potenciar el desarrollo emocional como complemento indispensable del
desarrollo cognitivo, constituyendo ambos los elementos esenciales del
desarrollo de la personalidad integral. Para ello se propone el desarrollo de
conocimientos y habilidades sobre las emociones con objeto de capacitar al
individuo para afrontar mejor los retos que se plantean en la vida cotidiana.
Todo ello tiene como finalidad aumentar el bienestar personal y social.
Conceptualizada de esta manera, podemos decir que
la educación emocional actúa como forma de prevención primaria inespecífica,
consistente en intentar minimizar la vulnerabilidad a las disfunciones o prevenir
su ocurrencia. Además de esto, la educación emocional supone pasar de la
educación afectiva a la educación del afecto. Hasta ahora la dimensión afectiva
en educación o educación afectiva se ha entendido como educar
poniendo afecto en el proceso educativo. Ahora se trata de educar el afecto, es
decir, de impartir conocimientos teóricos y prácticos sobre las emociones.
4.3. Objetivos de la
educación emocional:
Los objetivos generales de la educación emocional
pueden resumirse en los siguientes términos:
Adquirir un mejor conocimiento de las propias
emociones.
Identificar las emociones de los demás.
Desarrollar la habilidad de controlar las propias
emociones.
Prevenir los efectos perjudiciales de las emociones
negativas.
Desarrollar la habilidad para generar emociones
positivas.
Desarrollar una mayor competencia emocional.
Desarrollar la habilidad de automotivarse.
Adoptar una actitud positiva ante la vida.
De estos objetivos generales se pueden derivar
otros objetivos más específicos, en
función del contexto de intervención. Algunos
ejemplos son:
Desarrollar la capacidad para controlar el estrés,
la ansiedad y los estados depresivos.
Tomar conciencia de los factores que inducen al
bienestar subjetivo.
Potenciar la capacidad de ser feliz.
Desarrollar el sentido del humor.
Desarrollar la capacidad para demorar recompensas
inmediatas en favor de otras de mayor nivel pero a largo plazo.
Desarrollar la resistencia a la frustración.
Por extensión, los efectos de la educación
emocional conllevan resultados tales
como los que se mencionan a continuación:
Aumento de las habilidades sociales y de las
relaciones interpersonales satisfactorias.
Disminución de pensamientos autodestructivos.
Mejora de la autoestima.
Disminución del índice de violencia y agresión.
Menor conducta antisocial o socialmente
desordenada.
Menor número de expulsiones de clase.
Mejora del rendimiento académico.
Disminución en la iniciación en el consumo de
drogas.
Mejor adaptación escolar, social y familiar.
Disminución de la tristeza y sintomatología
depresiva.
Disminución de la ansiedad y el estrés.
Disminución de los desórdenes relacionados con la
comida.
4.4. Los contenidos
de la educación emocional:
Recogiendo todo lo que antecede podemos decir que
lo que sugieren las investigaciones es que las habilidades que la educación
emocional debe poner en juego pueden agruparse en cuatro grandes bloques:
La conciencia de uno
mismo y la autoestima: La
conciencia de uno mismo
es la capacidad de reconocer los propios
sentimientos. Desde la educación emocional se trata de enseñar a las personas a
hacerse conscientes de sus propias emociones, a ponerles nombre, a
comprenderlas y a aceptarlas. La autoestima supone hacer una valoración de ese
conocimiento que tenemos de nosotros mismos. Desde la educación emocional se
pretende fomentar una autoestima positiva, derivada de un autoconcepto realista
y optimista.
La gestión de emociones y
la autorregulación: Cuando
tenemos conciencia
de nuestras emociones tenemos que aprender a
controlarlas. No se trata de reprimirlas, ya que tienen una función, sino de
equilibrarlas. Dentro de la autorregulación hay un concepto muy importante que
debemos tratar con especial interés: la motivación. La motivación es la fuerza
del optimismo, imprescindible para conseguir las metas que nos marcamos en la
vida. La motivación está relacionada con diversos conceptos como son el control
de impulsos (capaz de resistencia a la frustración, de aplazar
gratificaciones…), la inhibición de pensamientos negativos, el estilo
atribucional de éxito y fracaso…
Empatía: Es la capacidad de comprender y
experimentar el estado
emocional de otra persona y, a su vez, reaccionar
de forma apropiada ante esa situación. La autoestima tiene dos componentes: el
afectivo y el cognitivo.
Las relaciones sociales y
la resolución positiva de conflictos: Para tener unas
relaciones sociales satisfactorias es
imprescindibles desarrollar habilidades sociales (buena comunicación,
empatía…), aspecto fundamental dentro de la educación emocional. Por otro lado,
el establecimiento y mantenimiento de relaciones sociales puede conllevar a
veces conflictos, fenómeno importante que desempeña una importante función en
el desarrollo de los grupos y su evolución. No obstante, la capacidad de tratar
adecuadamente las negociaciones y las resoluciones de dichos conflictos es
considerada una virtud.
4.5. Consideraciones
sobre la práctica:
La enseñanza explícita sobre las emociones debe
valorarse a la luz de la trayectoria evolutiva de las inteligencias (Gardner,
1995). Los estudiantes se benefician de la enseñanza explícita sólo en la
medida en que la información es apropiada a la edad. El reto está en discernir
los contenidos y las estrategias más apropiadas a cada nivel evolutivo.
Desgraciadamente, por lo que respecta a la educación emocional queda mucho por
hacer. En las líneas siguientes se exponen algunas aportaciones.
El role-playing es una técnica apropiada para la
adquisición de habilidades de inteligencia emocional. Se viene utilizando con
éxito en diversas situaciones educativas y de orientación psicopedagógica.
Es importante resaltar el papel de los padres en la
educación emocional de sus hijos. Los padres deben jugar un papel activo de
colaboración en la educación emocional. consciente o inconscientemente están
transmitiendo mensajes con una gran carga emotiva. Estas experiencias
emocionales se van interiorizando, pasando a formar parte del patrón habitual
de comportamiento del individuo. De esta manera se transmiten de una generación
a otra.
El fomento de las habilidades sociales de los
individuos podía considerarse otra alternativa de interés en la practica de la
educación emocional. Para prevenir, los estudiantes necesitan adquirir la
autoconciencia que les permita distinguir cuando una situación les hace sentir
mal mucho antes de que se inicie la conmoción. Esto implica no solo
autoconciencia, sino también autoconfianza y asertividad, es decir, habilidades
sociales y emocionales que les permitan afrontar los conflictos interpersonales
de forma más positiva.
Las estrategias más efectivas consisten en
combinaciones de procedimientos y temáticas. Los sistemas de programas
integrados, secuenciados a lo largo del currículum, van a suponer un reto de
cara al futuro.
Por otro lado, el profesorado que participa en la
educación emocional debe sentirse cómodo hablando de emociones. Esto exige una
formación previa. Con todo, cuando algún profesor no se siente capaz de
impartir ciertos conocimientos de educación emocional, el orientador
psicopedagógico puede ir a la clase a enseñarle in situ la forma
de hacerlo.
¿Cuándo hay que empezar? A la luz del desarrollo de
las emociones, que se inicia desde los primeros años de vida, es evidente que
la educación emocional debe iniciarse desde la educación infantil y prolongarse
hasta los cursos superiores. Los primeros cursos son un momento ideal puesto
que coinciden con el surgimiento de las primeras emociones fuertes
(inseguridad, miedo, celos, envidia) que exigen la comparación con otros
iguales. Las comparaciones que a veces hacen los niños a esas edades, sin
supervisión, pueden tener efectos imprevistos. Esto exige un tratamiento de
comparación apropiada.
¿Cuál podría ser la programación apropiada?, ¿qué
es lo que se debe enseñar en cada nivel académico? No hay evidencia que permita
establecer unos contenidos estables para cada edad, tal como pasa con las áreas
académicas ordinarias que ya llevan una larga tradición docente. Las
experiencias e investigaciones futuras podrán perfilarlo mejor. Pero en el
estado actual de la cuestión, cada centro, en función del contexto, podrá
proponer los contenidos que considere más apropiados para cada nivel, aunque
sea de forma provisional.
Goleman afirma que los programas de alfabetización
emocional mejoran el rendimiento académico y el comportamiento de los alumnos.
Este es un argumento de peso a favor de estas actividades.
4.6. Contextos de
intervención:
La educación emocional no tiene como contexto único
de intervención el sistema educativo, sino que se extiende a los medios
comunitarios y a las organizaciones.
Los contextos de intervención están en función del
proceso evolutivo del individuo. Se trata de una distinción centrada en el
orientado, no en el orientador. El orientado se encuentra en primer lugar en el
sistema educativo. La orientación en el sistema escolar atiende al individuo en
tanto que es alumno estudiante. A continuación sigue una fase de transición
recibe la ayuda que necesita de los medios comunitarios. Éstos atienden al
individuo en tanto que es un ciudadano. Posteriormente, al encontrarse en una organización
como empleado también puede necesitar algún tipo de educación emocional.
Precisamente es en las organizaciones donde se han aplicado en primer lugar los
programas para el desarrollo de la inteligencia emocional.
En el sistema educativo el destinatario último de
la educación emocional es el alumnado. Los agentes encargados de esa función
son los tutores, los profesores y la familia, los cuales deben haber recibido
una formación previa sobre el tema. Por tanto, la educación emocional se dirige
tanto al alumnado como al profesorado y a la familia. Y eso, no sólo para que
sean transmisores de los contenidos de educación emocional, sino porque también
lo van a necesitar para su propia estabilidad emocional. Hemos de tener
presente que la profesión de educador y el rol de padres son situaciones
expuestas a una alta tensión emocional constante.
Por lo que respecta a los medios comunitarios,
aparte del ciudadano habitual, conviene prestar atención particular a grupos de
riesgo: parados, marginados, drogadictos, presos, minorías... Esto supone
intervenir desde los servicios sociales.
En lo referente a las organizaciones, la propuesta
son los PAPE (Programas de Atención Personal al Empleado) que, promovidos desde
una perspectiva de Desarrollo de Recursos Humanos, pueden incluir contenidos
relativos a habilidades de vida, habilidades sociales, prevención del estrés,
solución de conflictos y, en definitiva, educación emocional.
5. DISEÑO Y EVALUACIÓN DE
PROGRAMAS DE
EDUCACIÓN EMOCIONAL :
Un programa es una experiencia de aprendizaje
planificada, producto de una identificación de necesidades, dirigida hacia unas
metas, fundamentada en planteamientos teóricos que den sentido y rigor a la
acción.
El modelo de programas surge como superación del
modelo de servicios. En el modelo de servicios se atiende a las necesidades a
medida que van surgiendo; pero sin que haya una planificación de la actuación
ni una previsión de por dónde puedan ir las demandas. De esta forma se
convierte en un ir resolviendo problemas a medida que van surgiendo. La
evidencia ha mostrado la insuficiencia de este modelo de intervención. Las
tendencias de la educación ponen de manifiesto la necesidad de intervenir por
programas, anticipándose a los problemas antes de que surjan. Este tipo de intervención
permite sistematizar y comprender la acción educativa. Es necesario que esta
modalidad de intervención se base en unos principios teóricos, en unos
objetivos y en unas normas de actuación que le den sentido. Se impone la
intervención por programas porque es el único modelo que asume los principios
de prevención, desarrollo e intervención social e implica a los diferentes
agentes educativos y de la comunidad.
La relevancia de esta actuación por programas se
puede concretar en los siguientes aspectos: a) se centra en las necesidades de
un colectivo; b) se estructura por objetivos a lo largo de un continuum temporal
y permite un seguimiento y evaluación de lo realizado; c) promueve la
participación activa de los sujetos.
La dificultad de este modelo se podría concretar
en: a) el escaso hábito de trabajar por programas; b) la preparación y
disponibilidad de los ejecutores del programa; c) el asesoramiento y
supervisión por parte de los especialistas y servicios educativos; d) la
disposición de recursos humanos y materiales para hacer efectivos dichos
programas.
5.1. Diseño de
programas de educación emocional:
En el proceso de diseño y desarrollo de un programa
debe distinguirse una serie de fases:
a) Análisis del contexto: Antes de diseñar un plan de
acción se ha de conocer el contexto donde se va a intervenir. Se debe efectuar
un análisis del contexto que permita adquirir la suficiente información sobre
el centro educativo donde se va a llevar a cabo el programa, el funcionamiento
de la institución y su entorno. Esta información se podría fijar en:
Contexto ambiental: Situación socio-económica y
cultural de las
familias, recursos de la comunidad, servicios
sociales, educativos y de orientación...
Estructura y organización
del centro:
Recursos con que cuenta, la
situación del profesorado (implicación, formación,
situación administrativa...), el clima del centro...
Formato del programa: Se puede considerar el programa
como un
curso que tenga la duración de un año lectivo, un
curso introductorio, curso intensivo, curso de acción tutorial... En cuanto a
los responsables de la ejecución, se ofrecen diferentes posibilidades: a) en el
diseño y la ejecución participa el profesorado de las áreas curriculares; b) el
diseño del programa corre a cargo del orientador y la ejecución la efectúa el
profesorado; c) en la elaboración y desarrollo participa el profesorado con el
asesoramiento del orientador.
Orientación y acción
tutorial: Si
existe orientador en el centro, ¿qué
tiempo dedica a la orientación?, ¿quiénes más están
implicados?, ¿qué tareas desempeñan?, ¿qué apoyo recibe la orientación por
parte del centro?
Actitud: Cuál es la actitud ante la
orientación por parte de los
usuarios y agentes del programa (expectativas,
participación, planificación de la acción tutorial...).
b) Identificación de
necesidades: El
objetivo fundamental del análisis del contexto es identificar las necesidades
que no quedan atendidas, darles prioridad y analizar si es o no necesaria la
intervención. Una necesidad es una discrepancia entre la situación actual y la
situación deseable. No se puede afrontar una intervención sistemática si no se
conoce la situación inicial y no se ha efectuado previamente un análisis del
contexto para identificar necesidades. El análisis de necesidades es todo un proceso
sistemático que se podría plasmar en una paulatina recogida de información y
opiniones a través de diferentes fuentes, con el fin de tomar decisiones sobre
lo que hay que hacer (propuesta de intervención). Es decir, hay una primera
fase de identificación de necesidades, una segunda fase de análisis de priorizacion y
una tercera fase de propuestas de intervención. Estas necesidades permitirán
explicitar las metas, objetivos del programa, los casos en los que se
intervendrá y los destinatarios. Las herramientas para la recogida de
información y posterior valoración pueden ser muy variadas: entrevistas,
cuestionarios, encuestas, grupo de discusión, escalas de valoración, examen de
registros y documentos...
c) Diseño del programa: Una vez se han identificado
las necesidades, se les ha dado prioridad y se han considerado las
potencialidades y competencias de los agentes de la intervención, se está en
situación de diseñar el plan de acción. Este plan de acción se puede concretar
en los siguientes aspectos:
Fundamentación del
programa: Se
refiere a los presupuestos
teóricos de base que sostiene el equipo que diseña
el programa, en relación con las metas y objetivos que se proponen.
Formulación de los
objetivos: Los
objetivos deberían formularse en
términos de competencias que deben adquirir los
destinatarios del programa para cada una de las áreas prioritarias, según el
curso y nivel educativo correspondiente. Estos objetivos han de ser formulados
de forma clara, concisa y operativa, para que permitan diseñar las estrategias
de acción y los criterios de actuación y evaluación.
Contenidos que se deben
desarrollar: Para
ello se seleccionan los
conocimientos, habilidades y actitudes que tienen
que desarrollar los usuarios de la intervención. Estos contenidos tendrán que
adecuarse en su estructura y secuenciación a la etapa madurativa y al nivel
educativo de dichos usuarios.
Selección de actividades
para desarrollar: El
número de actividades
planteadas para la consecución de cada objetivo
dependerá de los destinatarios y del tiempo de que se disponga para la
intervención. Es recomendable hacer una ficha técnica de cada actividad
seleccionada en la que se contemplen aspectos tales como los objetivos
propuestos, descripción de la actividad, destinatarios, técnicas y recursos que
se van a utilizar, duración y niveles de ejecución exigidos (criterios de
evaluación).
Recursos para el
desarrollo de las actividades: Aquí se deben
distinguir los recursos materiales de los recursos
humanos.
La temporalización de la
realización de las actividades: Se debe
hacer una temporalización lo más ajustada a la
realidad en que se va a llevar a cabo el programa, teniendo presente la
disponibilidad de los agentes de la intervención y de los recursos con que se
cuenta.
Destinatarios: Se delimitará a quién va
dirigido el programa con el
fin de adecuar los contenidos, las actividades y
las estrategias de intervención.
Criterios de evaluación
de cada objetivo: Deberán
definirse
previamente los indicadores de ejecución de cada
objetivo propuesto por parte de los usuarios una vez diseñadas las actividades
del programa y, a su vez, los distintos niveles de ejecución de cada indicador
(estándares).
Costes: Se debe prever el presupuesto
económico que comporta la
puesta en marcha del programa.
5.2. Evaluación en
educación emocional:
Los programas de educación emocional deben ser
evaluados. Esto implica evaluación del proceso y evaluación del producto. Tanto
para uno como para otro existen diversas técnicas y estrategias de medición y
evaluación. Dado que la evaluación es algo consustancial a la intervención se
ha de diseñar en el momento en el que se elabora el programa. En las líneas
siguientes se hace referencia a diversos aspectos relacionados con la medición
de las emociones. La intención es llamar la atención sobre la importancia de la
evaluación, pero al mismo tiempo tomar en consideración sus dificultades.
La problemática medición de las emociones:
Las emociones son subjetivas y,
por tanto, difíciles de medir. Teniendo en cuenta
que en toda medición hay que procurar asegurar la validez del instrumento y un
elevado coeficiente de fiabilidad y, dado que la medición de las emociones
dificulta la consecución de estos objetivos, es especialmente importante en
educación emocional partir de un modelo teórico de las emociones. Un modelo
teórico define el concepto, identifica sus principales elementos y especifica
las probables relaciones entre ellos. La medición, por tanto, supone asignar
números a los elementos clave del modelo. De acuerdo con la teoría
psicoevolucionista de Plutchik, para medir las emociones hay que medir cada uno
de sus componentes (fisiológico, comportamental y subjetivo) por separado.
Además, sería conveniente medir otros factores asociados como rasgos de
personalidad, estilos de enfrentamiento, defensas del yo...
La medida del componente fisiológico:
Las mediciones fisiológicas de las
emociones han tomado como indicadores diversas
características como la tasa cardiaca, temperatura de la piel, ritmo
respiratorio... A un nivel más sofisticado se han utilizado registros
electromiográficos. La electromiografía facial, que se realiza colocando
múltiples electrodos sobre diferentes músculos del rostro, permite analizar la
actividad que produce cada emoción en la cara. Otras variables
neurofisiológicas y neuroquímicas que condicionan de forma importante el mundo
de las emociones también pueden ser estudiadas a través de técnicas de
neuroimagen. Sin embargo, todo este instrumental se aleja bastante de la
práctica habitual de la educación emocional y la psicopedagogía.
La medida del componente conductual:
La medida del componente conductual
de las emociones está ligada a los estudios sobre
la expresión facial de la emoción iniciados por Charles Darwin en el siglo XIX.
y por el paradigma conductista del siglo XX. Entre las técnicas más utilizadas
actualmente en la medición del comportamiento emocional la más predominante es
la filmación en vídeo de expresiones para su análisis posterior a cámara lenta.
4. La
medida del componente cognitivo: Esta medida es totalmente subjetiva,
dado que se basa en la vivencia experimentada por el sujeto. William James ya
señaló que la verificación de la existencia de una emoción dependía del
autoinforme. Las escalas de autoinforme consisten generalmente en la evaluación
de dimensiones, como por ejemplo placer-displacer; también pueden ser adjetivos
que definen categorías de emociones (ira, alegría, tristeza). Estos
instrumentos han logrado una alta validez y fiabilidad en los últimos años,
aunque los resultados obtenidos deben ser utilizados con cautela y siempre
recordando la interferencia que provocan variables como la memoria, el
aprendizaje, el dominio del lenguaje, los pensamientos y creencias sobre las
emociones, el “sesgo de deseabilidad social”...
Por todo lo expuesto en estos puntos parece claro
que desde la práctica de la educación emocional, a lo que se puede aspirar es a
la medición cognitiva de las emociones. Esto supone utilizar los mencionados
autoinformes de forma estandarizada. Diversos autores han desarrollado escalas
de medida de emociones específicas. Entre las emociones que han sido más
medidas probablemente estén la ira y la ansiedad. Por otro lado, es importante
tener en cuenta que cada escala que se elabora se enmarca en un determinado enfoque
teórico.
Medición del bienestar subjetivo: La
medición de la felicidad o bienestar
subjetivo se ha venido realizando utilizando test,
autoinformes y escalas similares a las mencionadas en el punto anterior.
Medición de la inteligencia emocional:
A mediados de los noventa, cuando
surge el concepto de educación emocional, se
inician una serie de trabajos encaminados a la elaboración de instrumentos de
medida de ese constructo. El más importante instrumento es el conocido como CEE
(Cuestionario de Educación Emocional) del GROP (2000). Es de esperar que en un
futuro proliferen instrumentos en este sentido.
6. PROGRAMA DE EDUCACIÓN
EMOCIONAL PARA LA
ETAPA DE PRIMARIA:
Presentación del programa:
Objetivos: este programa de educación
socioemocional va dirigido tanto al
profesorado como a los alumnos y sus objetivos son:
Promover la reflexión entre el profesorado sobre la
propia práctica
docente y la propia construcción personal.
Aprender a gestionar las emociones de manera que
permitan
alcanzar más niveles de desarrollo y bienestar
personal y social.
Desarrollar el autoconocimiento, la autoestima y la
autonomía
personal para regular el propio comportamiento.
Desarrollar la capacidad de relacionarse con uno
mismo y con los
demás de manera satisfactoria para uno mismo y para
los demás.
Desarrollar la sensibilidad respecto a las
necesidades de los otros,
basándose en criterios de justicia.
Adquirir habilidades para comunicarse de manera
asertiva con los
demás y con uno mismo.
Proporcionar estrategias de resolución de
conflictos que puedan ser
útiles para generar respuestas efectivas ante
situaciones nuevas.
Tipología del alumnado: el programa está elaborado
pensando, en general,
en todo el alumnado de seis a once años. En
principio, parecería que un programa de educación socioemocional va dirigido a
aquellos niños problemáticos que interfieren en la buena marcha de la clase.
Sin embargo, es importante tener en cuenta a otro grupo de niños que resultan
ser más dóciles y que también guardan un importante conflicto emocional en su
interior (miedo, inseguridad, timidez, inferioridad, culpa, soledad…). Es por
esto que aprender a gestionar las emociones es necesario para todos y cada uno
de los niños de las edades mencionadas anteriormente.
Orientación metodológica: la metodología propuesta se
fundamenta en
diversos enfoques educativos: el enfoque
constructivista del proceso de enseñanza-aprendizaje, el modelo
sistémico y la orientación humanista. El enfoque
constructivista parte de la idea de un proceso de construcción personal a lo
largo de la vida y asume la idea de construcción de la persona con la
participación activa y la implicación personal del alumno en su proceso de
desarrollo y aprendizaje. Desde la perspectiva sistémica, uno de los ejes
centrales de la intervención es la habilidad de comunicación, basándose en el
hecho de que la comunicación gratificante es un poderoso mecanismo de cambio en
las conductas interpersonales. El enfoque humanista, por su parte, propone la
creación de contextos y actividades que ayuden al alumnado a pensar y descubrir
los propios valores.
Organización general: el programa se estructura en
cuatro bloques
temáticos: autoestima, gestión de emociones y
sentimientos, empatía y resolución positiva de conflictos. Cada bloque tiene un
apartado teórico dirigido al profesorado a fin de que éste conozca unas bases
sobre el tema y para promover la reflexión sobre la propia práctica educativa,
y un segundo apartado práctico con propuestas concretas de intervención
presentadas en forma de actividades lúdicas, así como de recursos apropiados.
Evaluación: para medir los efectos del
programa se propone registrar las
conductas al principio y al final de un ciclo en
una adaptación de Teacher Chile Rating Scale, de Higtower (1986) (consultar
anexo 1 para revisión de tablas). El registro será efectuado con números del 1
al 5, según la severidad del comportamiento registrado. Así, 1 querrá decir
“sin problemas” y 5 “problemas muy graves”. Este registro nos informa de las
conductas iniciales, los cambios que se producen después de haber trabajado el
programa durante el curso y del mantenimiento de los cambios en los siguientes
cursos (en caso de realizar el registro en dichos siguientes cursos). La
información que obtenemos es a nivel individual y de grupo, ya que nos permite
apreciar cuáles son los aspectos en que cada niño presenta más problemas y
cuáles son los aspectos conductuales problemáticos que más abundan en la clase,
lo que nos permite planificar intervenciones. El registro no ha de utilizarse
para etiquetar a nadie, ni para confirmar expectativas negativas, sino que ha
de ser el punto de partida para realizar análisis descriptivos de los posibles
problemas, planificando la mejora de la acción educativa.
2. Programa
propiamente dicho:
AUTOESTIMA
Apartado teórico:
La autoestima es una necesidad humana fundamental,
es el factor que hace
madurar personalmente y que prepara para la acción,
influyendo en la manera de desarrollar y estructurar la personalidad. Además,
la autoestima tiene unos efectos muy profundos sobre la motivación y la
conducta, así como de fundamentar la actitud ante uno mismo y predisponer a la
persona a adoptar diferentes posturas para afrontar los problemas.
La autoestima es la evaluación que cada uno hace
del concepto que tiene de
sí mismo. El autoconcepto es la percepción que
tenemos de nuestras propias habilidades, características y cualidades. La
autoestima está basada en la combinación de la percepción y el ideal de uno
mismo. Si existe una gran discrepancia entre la percepción de uno mismo y el yo
ideal se pueden producir importantes desajustes en la autoestima.
Podemos señalar cinco áreas en las que, en general,
los niños tienden a valorarse: autoestima global, imagen académica, imagen
corporal, imagen familiar e imagen social.
El desarrollo de la autoestima es una realidad
dinámica que se modifica con la experiencia, integrando nueva información
constantemente. La información que se recibe de las personas cercanas actúa
como un espejo (yo me veo a mí mismo a través de ti). Por otro lado, en el
desarrollo de la autoestima intervienen las siguientes condiciones: la
vinculación (entendida como sentimiento de participación y de pertenencia), la
singularidad (la aceptación de la identidad personal y única de cada uno), la competencia
(relacionada con las aspiraciones y con el éxito del dominio del mundo que nos
rodea) y la disposición de modelos (contar con personas con las que poder
contrastar unos valores y unas normas que den sentido a nuestra actuación). Un
vacío en una o en varias de dichas condiciones también puede provocar un
desajuste en la autoestima.
Aquellas personas que conocen y aceptan sus
capacidades y sus limitaciones, sus virtudes y sus defectos, y que adoptan una
postura crítica pero constructiva consigo mismas poseen un buen nivel de
autoestima, lo cual les permite gozar de confianza en sí mismas y en los otros,
ser decididas, positivas y convenientemente asertivas. Sin embargo, aquellas
personas que muestran una baja autoestima son especialmente sensibles a la
información negativa que les llega sobre ellas y prescinden de la positiva
(esto, muchas veces, se expresa en forma de distorsiones cognitivas), tienen
tendencia a ignorar sus posibilidades y se centran en las propias debilidades.
Debido a que estas personas no confían en sí mismas, tampoco suelen hacerlo en
los demás, reaccionando con actitudes defensivas, de retirada, de negación de
la baja autoestima e, incluso, agresivas. Además de esto, la baja autoestima
está íntimamente relacionada con la depresión.
Objetivos y
procedimientos:
Los objetivos de este programa para aumentar y
mantener la autoestima
son: promover el autoconocimiento, desarrollar un
autoconcepto positivo y crear vinculación con la escuela, los maestros y los
compañeros. Y como procedimientos básicos tenemos los siguientes: estimular el
reconocimiento de las cualidades positivas, conocer y fomentar el lenguaje
interno positivo, marcar metas realistas y positivas, aumentar el sentimiento
de eficacia y adquirir competencias.
Para llevar a cabo estos objetivos y procedimientos
es imprescindible hacer referencia a dos elementos fundamentales: el
profesorado y la familia.
El papel del profesorado
en la formación de la autoestima: Con
frecuencia, en vez de poner medios necesarios para
arreglar los déficits, los educadores anuncian las carencias de los alumnos
como si el simple hecho de hacerlo pudiera arreglar el problema. los reproches
no resuelven nada; todo lo contrario: con ellos sólo lograremos convencer al
niño de su incapacidad, en vez de enseñarle a superarla. Un maestro
sensibilizado ha de ser capaz de reconocer cómo se ve cada alumno a sí mismo y
por qué, debe hablar con los niños y las niñas acerca de cómo son, ayudándoles
a verse con objetividad, y de cómo querrían ser y qué deben hacer para
conseguirlo (mediante la aportación de estrategias de cambio, establecimiento
de metas realistas, positivas y coherentes). Asimismo, el profesor, en caso de
notar algún indicio de que se está produciendo un cambio, debe comunicárselo al
alumno, de forma que se incremente su autoconcepto y, en consecuencia, su
motivación.
Participación familiar: Hay que conseguir que la
familia conozca el
modo como se trabaja en la escuela en la línea de
conseguir que los niños adquieran una autoimagen positiva. Es importante
conocer el trato que se les da a los niños en casa, ya que este hecho puede
explicar muchas de las conductas que percibimos en la escuela, si bien es
cierto que no existen patrones familiares comunes a todos los niños con baja o
alta autoestima. Entre las cosas que se espera de la familia en lo que se
refiere a la potenciación de una buena autoestima en sus hijos podemos destacar
las siguientes:
Aceptar al hijo tal y como es.
Valorar las características diferenciales que hacen
de su hijo un ser único.
Definir normas de conducta y de convivencia claras
(negociables).
Establecer expectativas altas pero realistas.
Tratar siempre al
niño con respeto y darle a entender que respetamos sus sentimientos y
preferencias.
Guiar a los hijos en el establecimiento de sus
propios objetivos.
Escuchar y estar atento a los problemas planteados
por los niños.
Controlar el juicio negativo.
Reforzar los comportamientos positivos.
Evitar conductas sobreprotectoras y fomentar la
autonomía.
Procurar a los niños buenos modelos.
Invertir tiempo para realizar actividades con
ellos.
Hablarles de igual a igual.
Implicar a los hijos en el propio crecimiento
personal.
Compartir con ellos las responsabilidades
domésticas.
Propuestas metodológicas:
1. Detección
y mejora de déficits en la autoestima:
A continuación se citan una serie de conductas que
nos pueden ayudar a detectar señales de falta de autoestima, junto con diversos
modos de intervención ante dichas conductas:
- Conductas que denotan déficit de vinculación con los maestros y
los compañeros (aporta poca comunicación,
nunca se ofrece para colaborar, comportamiento pasivo a agresivo…).
Intervención:
Promover sentimientos de seguridad, confianza y
aceptación
mutuas con el profesorado.
Mostrar que estamos con ellos mediante el
acercamiento físico y el contacto ocular.
Ponerles buena cara, sonreír, guiñarles un ojo…
No juzgarles.
Detectar y elogiar cada comportamiento positivo.
Promover el trabajo cooperativo.
- Conductas que denotan
déficit de autoaceptación (no aportan nunca
ideas, hacen siempre lo que los otros dicen…). Intervención:
Animar a expresar ideas.
Dar retroalimentación siempre que sea posible.
Procurar que los elogios sean más privados que
públicos.
Elevar el nivel de aspiraciones.
Dar tiempo para que se exprese.
Procurar que nunca quede en ridículo o se
avergüence.
- Conductas que denotan
poca capacidad de actuar (torpeza, poca
iniciativa, no acepta nunca retos, se desanima ante
tareas difíciles, en el proceso de aprendizaje lo pasa mal…). Intervención:
Dar oportunidades al niño de poner a prueba sus
capacidades y
animarle a que explore en su repertorio conductual
y que arriesgue.
Dar oportunidades de tomar decisiones.
Tener responsabilidades.
Participar en la planificación de los trabajos y de
las normas.
Asegurar que el niño tenga problemas para resolver
y ayudarle a resolverlos.
Solicitarle que ayude a alguien (por poco que
pueda).
- Conductas que denotan
déficit en modelos y pautas, tanto externa
como internamente (le cuesta seguir normas,
no se interesa por el trabajo, pasa de una actividad a otra sin acabar ninguna,
es descuidado y desorganizado…). Intervención:
Ayudar a elaborar valores y normas, y pedir
autodisciplina en su seguimiento.
Ayudar a establecer objetivos alcanzables a corto
plazo.
Prever situaciones y ayudar a definir la conducta
que tendrá.
Ayudar a entender la relación causa/efecto.
No le haremos sentir culpable de sus déficits.
2. Actividades:
2.1. El protagonista del
día: Los
objetivos de esta actividad son promover el autoconocimiento, promover la
autovaloración positiva, reforzar las cualidades positivas y reforzar el
reconocimiento mutuo.
- Desarrollo
de la actividad: Se suele llevar a cabo tres veces por semana, de forma
que todos los alumnos del grupo tengan la posibilidad de ser el protagonista
del día. Para llevar a cabo la actividad debemos disponer de dos
cajas; en una se introducirán los nombres de todo el grupo y en la otra se irán
introduciendo aquellos nombres que ya hayan salido como protagonistas
del día. La primera vez que se haga la actividad, el profesor extraerá
un nombre de la primera caja y esa persona será el protagonista del día. El
protagonista tendrá ese día más papel en la clase, ayudando, repartiendo, dando
la palabra. A mitad de la sesión, el protagonista se pondrá ante la clase e irá
recibiendo cumplidos por parte de sus compañeros, a los cuales dará las
gracias. Los cumplidos deben ir precedidos por el nombre del protagonista
(“Javi, eres muy majo”). Además, el profesor debe ir apuntando todos los
cumplidos, hoja de la que después se hará una copia para que el niño la lleve a
casa y se la enseñe a su familia. La otra hoja se cuelga en clase, en el
“rincón del protagonista del día”. Antes de acabar la sesión el protagonista
deposita su nombre en la caja vacía, saca otro nombre de la otra caja y dice
quién será el protagonista del próximo día.
2.2. Nos podemos tocar
sin hostilidad: los
objetivos de esta actividad son, por un lado, proporcionar sentimientos de
pertenencia y vinculación, y por el otro lado, dar otra dimensión al contacto
físico que no sea la de agresión (muchos niños con una pobre vinculación con su
entorno comparten la característica de evitar el contacto físico porque lo
entienden como una agresión).
- Desarrollo
de la actividad: Los niños y las niñas pasean por la clase (en la que se
han retirado mesas y sillas) mientras escuchan música. En un momento dado la
música se para y cada niño ha de dar un abrazo al compañero que tiene más
cerca. La música vuelve a sonar y los compañeros, aun cogidos, siguen paseando.
Cuando vuelve a parar la música, cada pareja se ha de abrazar a la pareja más
cercana. Ahora paseará un grupo de cuatro niños y cuando la música pare de
nuevo se tendrán que añadir otro cuatro. Y así sucesivamente hasta que todo el
grupo esté abrazado formando una piña.
2.3. Hagamos lenguaje
interno positivo: Los
objetivos de esta actividad son practicar la autoverbalización positiva, formar
patrones de pensamiento positivo, aprender a autorreforzarse y utilizar el
lenguaje interno para desarrollar un autoconcepto positivo.
a) Autoinstrucciones:
Hemos de explicar a los niños que, aun sin darnos cuenta de ello, siempre
estamos pronunciando palabras por dentro. De la misma forma, tenemos que
dejarles claro que podemos controlar esas cosas que nos decimos a nosotros
mismos y que, como muchas veces nos hablamos para decirnos mensajes no
demasiado buenos, a partir de ahora sólo nos diremos cosas amables a nosotros
mismos, como por ejemplo: “Soy simpática”, “se decir la verdad”, “soy buen
amigo”… Los niños, mediante la práctica de estas autoverbalizaciones positivas
deben darse cuenta de que se sienten mejor consigo mismos y que esto les sirve
para animarse. Esta actividad debe hacerse en privado (alumno y profesor).
Consiste básicamente en que el profesor elija de forma individualizada los
mensajes positivos que el niño tiene que decirse a sí mismo. Primero, esos
mensajes se practicarán en voz alta y, poco a poco, el niño irá descendiendo el
volumen de los mismos con el fin de que entienda que son mensajes internos.
b) Cómo
me siento.: Desde bien pequeños los niños reclaman nuestra atención para
mostrarnos lo que saben hacer y de lo que se sienten orgullosos. Sin embargo,
en la mayoría de las ocasiones, estos niños no saben poner nombre a los
sentimientos que experimentan en esos momentos. Es por ello que el profesor
debe aprovechar estas situaciones de autosatisfacción para ofrecerles el
lenguaje que necesitan para denominar esos sentimientos. Así, cuando un niño se
acerque buscando nuestro elogio, además de dárselo usando palabras como
“orgulloso” o “satisfecho”, inmediatamente después le preguntaremos cómo se
siente, de forma que aprenda a utilizar denominaciones adecuadas para los
sentimientos positivos que experimenta. Ej. “¡Lo has hecho muy bien! ¿te sientes
orgullos, verdad? Dime, ¿cómo te sientes?”.
c) Estoy
satisfecho porque… y me siento orgulloso de…: una vez que los niños
saben utilizar estos términos para describir sus sentimientos, un paso más
consistiría en que expliquen porque están experimentando esos sentimientos.
Para ello es importante que dominen la lectoescritura, ya que escribirán en una
hoja de papel cómo se sienten y por qué.
d) Automensajes
negativos: Es evidente que los sucesos de la vida no siempre inducen a
pensar de forma positiva. Sin embargo, cuando algo negativo nos sucede tendemos
a llevarlo al extremo y a desarrollar pensamientos negativos generalizados
acerca de nosotros mismos (ej. Decir que todo nos sale mal porque no somos
capaces de resolver un ejercicio). Es por esto que los profesores deben tener
especial interés en mostrar a sus alumnos que las cosas no son de todo o nada y
que tampoco son siempre nuestra culpa. Así, en el desarrollo de esta actividad
el profesor debe proponer frases negativas alternativas a las que solemos usar
(ej. “Este ejercicio me ha salido mal” en vez de “todo me sale mal”) y después
dejar que sean los alumnos los que planteen sus propias frases alternativas.
2.4. Yo soy…: El objetivo de esta
actividad es reforzar el autoconcepto positivo del niño y consiste en que los
niños hagan un dibujo de sí mismos y debajo del mismo pongan “yo soy…” y tres
cualidades (habiendo trabajado previamente el significado de cualidad). La
maestra enseña cada dibujo, en el que no aparecerá el nombre del autor, y lee
en voz alta las cualidades que el niño ha escrito sobre sí mismo. Los
compañeros han de adivinar de quién se trata.
2.5. Que levanten la mano
todos aquellos que…: El
objetivo de esta actividad es crear vínculos y consiste en que el profesor vaya
exponiendo una serie de cuestiones y quien se sienta identificado con alguna ha
de levantar la mano. Ejemplos de cuestiones: gusto por los perros, marearse en
el coche, gusto por la sopa, gusto por acostarse tarde, gusto por ir a la
piscina, gusto por llevar gorra…
2.6. Verde o rojo: El objetivo de esta
actividad es conocer la opinión que los alumnos tienen de sí mismos y consiste
en que cada niño tenga dos tarjetas (una verde para decir que sí y una roja
para decir que no). El profesor hará una serie de preguntas, que todo el mundo
deberá contestar levantando una u otra tarjeta, respuestas que serán anotadas
por el profesor de forma que luego pueda analizarlas.
2.7. La comunicación
asertiva: El
aumento de la asertividad en la comunicación favorece el desarrollo de las
habilidades sociales, crea vínculos, favorece la participación de los alumnos
en sus propios procesos y repercute en el mantenimiento de unos buenos niveles
de autoestima. Los objetivos de esta actividad son, pues, aumentar la seguridad
en uno mismo y aumentar la capacidad de actuar de manera asertiva. Hay tres
estilos de comunicación: pasivo, agresivo y asertivo. Podemos presentar a
nuestros alumnos estas tres maneras de comunicarse utilizando las metáforas del
ratón (estilo pasivo), el ogro (estilo agresivo) y el yo mismo (estilo
asertivo). El que habla como un ratón se preocupa más de qué dirán que de sí
mismo, nunca se pelea con nadie, pero no es feliz. El que habla como el ogro
siempre quiere mandar, consigue todo por la fuerza y no le importa qué sienten
los otros. El que habla por sí mismo no tiene miedo a decir en voz alta lo que
siente, lo que piensa y lo que desea; no obstante, como no quiere que los otros
se sientan mal, dice las cosas que, según él, debe decir, pero procurando no
ofender a nadie. Para el desarrollo de la actividad podemos representar, en
sesiones de role playing, situaciones en las que el mismo personaje
se exprese haciendo los tres papeles, uno después de otro. Los compañeros
deberán acertar qué estilo se está representando en cada momento. Al final de
las sesiones, el profesor debe recordar a los alumnos que el estilo que se debe
utilizar es el del yo mismo, porque nos sienta bien tanto a nosotros mismos
como a los demás.
GESTIÓN DE EMOCIONES Y
SENTIMIENTOS
Apartado teórico:
La autorregulación nos permite decidir el modo como
queremos
comportarnos y depende tanto de factores cognitivos
como emocionales. Sin embargo, durante el proceso de maduración, el desarrollo
emocional precede a muchas de las formas de cognición. Como consecuencia de ello,
en la primera infancia el desarrollo afectivo es un precursor importante de
otras funciones mentales. No obstante, la mayoría de los niños reciben poca
educación orientada al desarrollo afectivo. Normalmente, el aprendizaje
emocional se obtiene a través de lo que estos niños ven y a partir de la
interpretación de las experiencias de la vida que hacen los adultos y otros
niños. Así, hay muchos niños que no tienen vivencias adecuadas para un buen
desarrollo emocional (ej. Los niños gravemente privados de afecto). Aunque esos
niños tengan la misma capacidad de experimentar sentimientos que cualquier
otro, no comprenderán suficientemente, o lo harán de una manera distorsionada,
los propios sentimientos y los de los demás, y tendrán déficit en habilidades sociales
y un pobre autocontrol (ej. Niños que se comportan de una manera impulsiva,
egocéntrica e inmadura). Hablar de sentimientos ayuda a los niños a estar
capacitados para controlarlos y a no ser irreflexivos. La adquisición de
conocimiento sobre emociones, así como el sentimiento de eficacia en su gestión
conducen a un cambio evaluador positivo de los estados emocionales. Comprender
y expresar los sentimientos y emociones fomenta relaciones de confianza y
buenas habilidades para resolver problemas. La capacidad de hablar de los
sentimientos es decisiva para más adelante, sobre todo en la adolescencia,
cuando se han de afrontar fuertes presiones sociales.
Objetivos y
procedimientos:
Los objetivos finales de este programa de
intervención para
aumentar las habilidades emocionales son: aumentar
el bienestar personal y social, comprenderse a sí mismo y a los demás, prevenir
los efectos nocivos de los sentimientos negativos, desarrollar la capacidad de
generar y gozar de emociones positivas, desarrollar la capacidad de
automotivarse, aumentar la tolerancia a la frustración, disminuir la timidez y
el retraimiento, mejorar la capacidad de tomar decisiones, mejorar la capacidad
de dar respuestas reflexivas y aumentar el razonamiento moral y las acciones
morales. Por su parte, entre los procedimientos básicos de actuación podemos
mencionar los siguientes: designación, comprensión, expresión y gestión
adecuada de emociones, utilización de métodos específicos de autocontrol,
comprensión de la diferencia entre sentimientos y conductas, relación entre
pensamientos y sentimientos, comunicación verbal y no verbal, captación e
interpretación correcta de señales sociales y aumento del pensamiento crítico.
Para llevar a cabo estos objetivos y procedimientos
es imprescindible hacer referencia a dos elementos fundamentales: el maestro y
la familia.
- Papel
del maestro: En algunos ambientes escolares se les exige a los alumnos
que, desde muy pequeños, oculten sus necesidades afectivas, las cuales no por
no manifestarse dejan de existir. Por otro lado, una de las prácticas
habituales es la de la prohibición de que los niños experimenten emociones
negativas, haciéndoles creer que son malos por experimentarlas. Estas
estrategias son sólo una expresión del miedo de los profesores a perder el
control y la autoridad. Las capacidades de los educadores se han de poner al
servicio de la gestión emocional de los alumnos. En el trato continuado con el
alumno y a fin de ayudarlo, es necesario tener presente su vida emocional para
detectar los déficits y las conductas antisociales que se ponen de manifiesto
en las relaciones interpersonales de los niños con los compañeros y el
profesorado. La comunicación es imprescindible para el tratamiento de la vida
emocional. Para hacer posible una buena comunicación con el alumnado, se han de
haber creado vínculos con cada uno de los alumnos, y por eso es necesario que
reine un ambiente en el que haya la mínima ansiedad posible.
- Participación
familiar: Dado que muchos padres no están acostumbrados a hacerlo, será
necesario animarlos a que participen en la educación de la vida afectiva de sus
hijos y a que fomenten conductas reflexivas y autocontrol. Para ello, les
haremos las siguientes sugerencias:
Preguntar a los hijos cómo se sienten y ayudarles a
definir
dichos sentimientos a partir de sus propios
conocimientos.
Escuchar con atención lo que dicen los hijos.
Aceptar sus sentimientos.
Explicarles a los niños como se sienten ellos (los
padres),
para sensibilizarles en la comprensión de los
sentimientos de los demás.
No hacer chantaje emocional.
Tener presente que los padres son modelos
emocionales de
sus hijos y que éstos reciben directamente el tono
emocional que se vive en casa.
Dar ejemplo de autocontrol, encontrando la manera
de
expresarse sin causar daño.
Prever cuándo se pueden sentir desbordados.
Ayudar a autocontrolarse, elogiando su habilidad
para ello.
Manifestarles su amor en voz alta.
Propuestas metodológicas
(actividades):
1. Emociones
y sentimientos. Identificación y profundización:
La habilidad de identificar cómo nos sentimos, cómo
se sienten los otros y la capacidad de expresar nuestros sentimientos
adecuadamente es muy importante para relacionarnos, controlar nuestro
comportamiento y solucionar problemas. Es por ello que resulta básico enseñar a
los alumnos (que con frecuencia no saben cómo se sienten ni cómo expresarlo) a
reconocer los sentimientos y hablar de ellos.
1.1. Emociones y
sentimientos a tratar: Los primeros sentimientos que introduciremos serán sentimientos básicos,
y posteriormente, poco a poco, podemos ir introduciendo otros más complejos y
matizados, hasta llegar a estados emocionales más complicados de entender. Hay
que tener cuidado de no ir demasiado deprisa cuando se trate de introducir
sentimientos. Por ello, no presentaremos más de uno por sesión. Puede darse el
caso de que algunos niños afirmen no haber sentido nunca alguno de los
sentimientos tratados. En ese caso les explicaremos que, aunque no los haya
sentido nunca, tienen la capacidad de sentirlos, ya que todos sentimos la misma
clase de emociones.
Ej. Feliz - contento - triste -
apático - enfadado - molesto - furioso - asustados - sentirse bien - ilusionado
- disgustado - encantado - amable - emocionado - enamorado - querido - añorado
- sentirse seguro - cansado - malhumorado - tozudo - preocupado - nervioso -
relajado - tranquilo - impaciente - celoso - envidioso - egoísta - generoso -
agradecido - sorprendido - curioso - aburrido - confundido - desconcertado -
vergonzoso - satisfecho - orgulloso - avergonzado - culpable - arrepentido -
malintencionado - afligido - compasivo - deprimido - decepcionado - frustrado -
esperanzado - solo - humillado - rechazado - aceptado - odiado - resentido -
desesperado - aturdido.
1.2. Esquema para tratar
emociones y sentimientos: El contenido de este
apartado es básicamente verbal e interactivo. En
general, para tratar cada uno de los sentimientos podemos seguir la siguiente
secuencia:
Presentar
la emoción que se tratará mediante una definición sencilla.
Dar
ejemplos de situaciones de las que se pueda deducir dicho sentimiento.
Enseñar
dibujos y fotografías con esa expresión emocional.
Animar a
los niños a explicar vivencias de cuando han experimentado esa emoción y que el
profesor explique, de la misma manera, situaciones que a él le produjeran esos
sentimientos.
Dar a la
emoción la categoría de agradable o desagradable.
Hacer
expresar físicamente esa emoción.
Elaborar
entre todos una lista de lo que provoca la emoción.
Hacer una
lista de las actitudes y comportamientos que manifiestan las personas ante esta
emoción.
Proporcionar una actividad en cuyo transcurso la emoción se pueda
experimentar a un nivel más personal (role playing, escribir un texto…)
1.3. Emociones agradables
o desagradables: A los
alumnos debe quedarles claro
que es normal y natural sentir toda clase de
emociones, y que éstas deben entenderse como señales que nos proporcionan
información. Por tanto, debemos enfatizar el hecho de que no hay emociones
buenas o malas, sino que son las conductas que se derivan de dichas emociones
las que podrían categorizarse como correctas o incorrectas. Otro concepto que
hay que transmitir a los alumnos es el de que con ciertos sentimientos nos
sentimos bien (emociones agradables) y con otros lo pasamos mal (emociones
desagradables). Por tanto, cada vez que trabajemos un sentimiento le daremos la
categoría de agradable o desagradable, lo anotaremos en una tabla y lo
pondremos en un lugar visible de la clase. Asimismo, algún sentimiento deberá
ponerse en ambas categorías a la vez; por ejemplo, sorprendido, dependiendo de
que la sorpresa sea agradable o desagradable.
1.4. Sentimientos
contrarios: Feliz
y triste son sentimientos opuestos. Haremos saber a los alumnos que cuando dos
palabras tienen significados contrarios reciben el nombre de antónimas. Cuando
se trate de trabajar un sentimiento, la tarea consistirá en buscar su antónima
en una lista o bien ante consignas del estilo de “hoy estamos todos muy
tristes”, todo el mundo deberá poner cara de estar contento.
1.5. Técnica de las
caras: Consiste
en proveer a cada alumno de imágenes faciales representativas de cada
sentimiento que queramos trabajar. Estas imágenes tienen la ventaja de reforzar
la memorización del vocabulario emocional aprendido, así como de fomentar la
comunicación interpersonal de emociones. Por otro lado, cuando presentemos las
imágenes señalaremos cuáles son los rasgos físicos que evidencian la emoción.
La tarea propiamente dicha consiste en que cada alumno debe guardar todas la
imágenes de caras en su cajón excepto una, la correspondiente a cómo se siente,
que será depositada sobre la mesa. Durante la jornada, los alumnos podrán ir
cambiando la imagen que tienen sobre su mesa por otras, dependiendo de cómo
vaya variando su estado emocional. Con esta técnica, los niños aprenderán a
supervisar sus estados emocionales y recibirán el mensaje de que es importante
que los comuniquen. Es importante que los profesores que guíen la sesión
dispongan también de su colección de caras y las vayan cambiando según varíe su
estado emocional. Con esta acción no solo modelamos, sino que damos la
oportunidad de que nuestros sentimientos sean tenidos en cuenta.
1.6. Podemos sentir más
de una emoción a la vez: Los niños deben tener claro que en muchas ocasiones experimentamos
varias emociones a la vez. Para facilitar la comprensión de este hecho la tarea
del profesor consiste en ir leyendo a los alumnos diferentes situaciones (ej.
Me han apuntado para ir de colonias, pero mi mejor amigo, Pablo, no irá porque
sus padres no le dejan). La tarea de los niños es ir diciendo qué sentimientos
experimentan al mismo tiempo.
1.7. Comprensión de la
ambivalencia emocional: La comprensión de la ambivalencia emocional o presencia simultánea de
sentimientos opuestos hacia una misma persona o cosa, es esencial para el
desarrollo de las relaciones afectivas estables. La actividad consiste en
explicar a los alumnos historias en las que se presenten dos sentimientos
contradictorios y pediremos a los alumnos que expliquen qué sienten los
protagonistas y por qué. Ej. A Juan le regalaron un perro cuando éste
aún era un cachorro. Lo cuida mucho y se lo pasa muy bien jugando con él. Ahora
el perro le acaba de destrozar una construcción que le había costado mucho
hacer.
1.8. Todo el mundo tiene
la misma clase de emociones: Debemos transmitir a los alumnos que todo el mundo
puede sentir las mismas emociones, sin importar su país de procedencia, la raza,
la edad, la situación económicas, el sexo... y aunque no todo el mundo sienta
lo mismo en el mismo momento ni todo el mundo tenga los mismos sentimientos
sobre las mismas cosas. En la sesion correspondiente a este punto haremos que
aparezca este concepto conduciendo la conversación sobre los puntos siguientes:
¿Por qué
todos tenemos la misma colección de tarjetas de emociones? (Una vez repartidas
las imágenes para la técnica de las caras).
¿Los niños
y las niñas tienen la misma clase de sentimientos?
¿Y los
niños y los adultos?
¿Los padres
y las madres pueden tener los mismos sentimientos?
Con respecto a estas cuestiones, iremos añadiendo
comparaciones para hacer esta
actividad, según sea la composición del grupo
(niños y niñas de otras culturas, invidentes, sordos...).
2. Sentimientos
y relaciones:
La finalidad de las actividades siguientes consiste
en que los alumnos entiendan los diferentes aspectos afectivos que intervienen
en la relación con los demás.
2.1. Diferencias
individuales: El objetivo
de esta actividad es llegar a ser consciente de que ante una misma situación
puede suceder que unas personas experimenten sentimientos diferentes a los de
otras personas. Para el desarrollo de la actividad tomaremos como contexto una
de las emociones que estemos trabajando en ese momento. Después de hacer una
lista de las situaciones que nos pueden hacer sentir esa emoción, iremos
enumerando dichas situaciones y pediremos a los alumnos que levanten la mano en
caso de que se hayan sentido así en dichas ocasiones; después pediremos que
levanten la mano los que no se hayan sentido así en esa situación. Dejaremos un
tiempo cada vez para que se observen los unos a los otros antes de bajar la
mano.
2.2. Diferencia entre
emociones y conducta: Distinguir entre emociones y conductas es muy importante para el
autocontrol. Por tanto, los objetivos de esta actividad son: entender el
concepto de que, aunque es natural sentir toda clase de emociones, algunos de
nuestros comportamientos al respecto son correctos y otros no; facilitar la
práctica de pensar antes de actuar; aprender a ser autónomos y críticos para
evaluar qué comportamientos son correctos y cuáles no. Para el desarrollo de la
actividad comenzaremos explicando que las emociones y las conductas no son lo
mismo, ya que las emociones son señales que tenemos dentro y las conductas son
las acciones observables que llevamos a cabo. Asimismo, haremos referencia a
los diferentes tipos de comportamientos que existen (los socialmente adecuados
y los inadecuados), explicando que éstos se pueden elegir, a diferencia de las
emociones. A continuación clasificaremos comportamientos según sean correctos o
incorrectos. Por otro lado, explicaremos situaciones en las que todos los
protagonistas están, por ejemplo, enfadados, aunque todos tienen conductas
diferentes. De cada situación, después de discutirla entre todos, decidiremos
si lo que hace el protagonista es correcto o no, y lo apuntaremos en la
categoría correspondiente.
2.3. Lectura e
interpretación de señales: La clave que nos permite acceder a las emociones de
los otros radica en la capacidad de captar los mensajes no verbales (expresión
facial, gestos, voz...). Los sentimientos están en nuestro interior, pero se
pueden ver desde fuera y, lo que es más importante, se puede aprender a
captarlos. Para el desarrollo de actividades relacionadas con este punto,
podemos hacer referencia a dos aspectos: el lenguaje corporal y la voz. Con
respecto al lenguaje corporal, la actividad más idónea es la de poner en una
bolsa tarjetas que tengan escrita una emoción. Cada alumno tendrá que coger una
tarjeta y, después de leerla en voz baja, tendrá que representar la emoción
correspondiente. El resto de niños deberán adivinar de qué emoción se trata. En
lo que se refiere a la voz (tono, ritmo y entonación), la actividad programada
es la siguiente: la maestra da la espalda a los alumnos y dice frases en voz
alta que puedan tener diferentes interpretaciones según el tono que se utilice.
Los niños y las niñas tendrán que deducir el significado de la frase en función
de cómo la exprese la maestra.
3. Relación
entre pensamientos y sentimientos:
Uno de los elementos fundamentales de la vida
emocional es el desarrollo de recursos mentales para modular el tipo de
sentimientos, así como su intensidad y duración. Uno de estos recursos consiste
en establecer relaciones adecuadas entre los pensamientos y los sentimientos.
Al aprender a gestionar los pensamientos se pueden promover estados de ánimo
positivos y favorables. Además, con la práctica diaria, estos recursos se
pueden convertir en hábitos. Para practicar la transformación de pensamientos
negativos en positivos haremos que los niños reparen en que, a menudo, nos
hablamos a nosotros mismos, pudiendo aprender a utilizar esa voz interna para que
diga lo que nosotros queremos (en este caso, para que diga cosas positivas)
3.1. Sr. Positivo y Sr.
Negativo: Los
objetivos de esta actividad consisten en que los niños tomen conciencia de cómo
los sentimientos se ven reforzados por el contenido del pensamiento, en
estimular el pensamiento positivo para aprender a sentir, conocer y controlar
los mensajes negativos, en evitar la tendencia a pensar sobre uno mismo de
forma despectiva y en propiciar una autoimagen positiva. Esta actividad se
desarrolla como un role playing. Se plantea una situación en la que
hay un conflicto y se ha de tomar una decisión. Tres alumnos representan la
situación: uno será el que la vive y los otros dos harán el papel de la voz del
pensamiento (uno del pensamiento positivo y otro del negativo). Le pediremos al
niño que represente la situación y que exprese, con todo su cuerpo, los
sentimientos pertinente a cada sentimiento.
4. Autocontrol:
Gestionar los propios sentimientos puede ser una
tarea muy difícil para todos. No obstante, a algunos niños les cuesta más que a
otros, sobre todo cuando les domina la rabia. La psicopedagogía muestra
claramente que el control no ha de ser externo sino interno, ya que éste último
no sólo ayuda en el ámbito de la regulación del propio comportamiento, sino que
también es el resultado de una educación personal, fomenta la autonomía, tiene
un efecto más permanente, aumenta la autoestima y es menos estresante para los
docentes. Para llevar a cabo la instrucción en autocontrol emocional, debemos
transmitir con énfasis a los alumnos la importancia de detectar las señales que
nos envía el cuerpo cuando se está produciendo un estado emocional negativo.
Hay que conseguir que los niños entiendan que, ante la autodetección de
emociones, se han de poner medios para regularlas, de forma que la impulsividad
que se deriva de dichas emociones no se adueñe de la situación y luego tengamos
que lamentarnos. Entre las técnicas que existen para fomentar el autocontrol
tenemos las siguientes:
4.1. Buscar alternativas
a la agresividad: Podemos
aportar a los niños alternativas que les ayuden a no ser tan impulsivos en
situaciones de enfado y frustración, tales como: apartarse del lugar en el que
se encuentre el conflicto, controlar su cuerpo parándose y relajándose, pensar,
hablarse a sí mismos...
4.2. Técnicas de
relajación: Aprender
a relajarse es muy importante para poder dominar situaciones de tensión, ya que
ayuda a controlar las reacciones emocionales demasiado intensas y
perturbadoras. Para ello, haremos que los niños descubran la diferencia entre
un cuerpo tenso y un cuerpo distendido (diciéndoles que tensen fuertemente
diferentes partes de su cuerpo para, después, soltarlas y sentir la relajación
posterior), así como el valor de una respiración calmada y profunda.
4.3. Autoinstrucciones: Hemos de ayudar a los niños
a construir un lenguaje interno positivo. Se trata de darles pautas para que
tengan recursos verbales que puedan sustituir las reacciones emocionales
negativas. Entre las frases que podemos aportarles para que se hablen a sí
mismos, destacamos las siguientes:
Tengo que relajarme.
Si estoy tranquilo, podré controlarme.
Debo respirar hondo... así...
Tampoco es para tanto.
No quiero que todo eso me haga daño.
No me voy a enfadar.
4.4. Tolerancia a la
frustración: La
reacción a la frustración es uno de lo indicios
más importantes de la existencia o no de
autocontrol. Por eso es importante que los niños comprendan qué es la
frustración y cómo se puede tolerar. Para ello es fundamental transmitir a
nuestros alumnos que la comunicación de la frustración es el primer paso para
poder controlarla y tolerarla, y que nosotros estamos dispuestos a escucharles
cuantas veces sea necesario.
EMPATÍA
Apartado teórico:
La empatía es la capacidad personal para conectar,
respetuosa y
sinceramente, con los sentimientos y las emociones
de otras personas y para comprender sus argumentos y sus puntos de vista. Para
que se pueda dar la empatía, los límites del propio yo han de ser flexibles,
sin que eso quiera decir que tengamos que estar de acuerdo en todo con la otra
persona con pérdida de la propia identidad. La empatía tiene dos componentes:
uno afectivo y otro cognitivo, ambos decisivos para desarrollar la conducta
social positiva de los niños. Asimismo, la empatía es una condición indispensables
para desarrollar una personalidad moral y solidaria.
En general, la empatía se activa fácilmente con las
personas que sentimos próximas a nosotros, pero resulta más difícil que nos
funciones con aquellos que percibios como distintos. Sin embargo, desde la
educación emocional, la empatía sólo para los que “son como yo” no es
suficiente. Debemos tratar de elevar nuestros niveles de empatía y comprender
también a los que no son del propio grupo.
El desarrollo de la empatía ha de verse como un proceso
en el que intervienen variables afectivas y cognitivas. Para llegar a ser
empático, hay que haber madurado cognitiva y emocionalmente, hay que tener un
lenguaje emocional desarrollado, capacidad de pensamiento simbólico y de
pensamientos en perspectiva, y tener conocimiento de las propias emociones y
sentimientos. Desde el punto de vista cognitivo, Piaget (1952) afirmaba que los
niños empiezan la vida con un único punto de vista, en una etapa de
egocentrismo. Sólo gradualmente se irán dando cuenta de que hay un mundo más
allá de ellos mismo y de que en ese mundo hay personas que también tienen
sentimientos.
Objetivos y
procedimientos:
La intervención para desarrollar la capacidad de
empatía de los alumnos
irá dirigida a la consecución de los siguientes objetivos:
Ser capaz de comprender a los otros.
Dar una respuesta afectiva y efectiva a las
emociones expresadas por los demás.
Saber expresar el interés por los demás a través de
actitudes de amabilidad y atención.
Conseguir conductas prosociales.
La intervención en este sentido puede valerse de
los siguientes
procedimientos:
Concienciación sobre la perspectiva de los demás.
Concienciación sobre los sentimientos de los demás.
Lograr que se conozca en profundidad el significado
de la compasión, la pena, la piedad y el sufrimiento.
Desarrollar el interés, la consideración y el
sentido de la responsabilidad en vistas al bienestar de los otros y sus
derechos.
Promover situaciones en las que se desarrollen
habilidades de ayuda.
Promover la experimentación de reacciones
emocionales como la indignación ante la violación de los derechos de los otros.
Desarrollar valores básicos, como la solidaridad,
la justicia, la igualdad, el respeto, la tolerancia y la responsabilidad.
Para llevar a cabo estos objetivos y procedimientos
es imprescindible
hacer referencia a dos elementos fundamentales: el
maestro y la familia.
Maestros empáticos: Es una adversidad el hecho de
que muchos
profesores conozcan bien las materias pero no
conozcan a sus alumnos. En el trato con cada uno de nuestros alumnos es
imprescindible saber qué sentimientos les provocan nuestras actitudes y
demandas. Es necesario comprender sus intereses y escuchar sus razones. Cuando
no conectamos con nuestros alumnos tendemos a pensar que es por pasotismo pero
deberíamos tener muy presente que los alumnos difícilmente conectarán con
aquellas personas de las que intuyen que no han conseguido comprenderlos.
Participación familiar: Cada familia tiene sus propias
circunstancias, pero, a grandes rasgos, se puede
decir que el padre empatiza con sus hijos por defecto y la madre por exceso. Lo
primero que hemos de transmitir a los padres es que tomen conciencia de que los
niños aprenden de lo que ven en la vida de sus padres. Los padres deben mostrar
afecto, pero han de establecer límites, se ha de dar a entender que el amor
está bajo control. A continuación concretaremos lo que hemos de pedirles a los
padres para que eduquen, empáticamente, la empatía de sus hijos:
El principio básico será: “Trata a tu hijo tal como
te gustaría que los demás te trataran a ti”.
Tener una actitud empática hacia uno mismo.
El padre y la madre se han de mostrar empáticos
recíprocamente.
Esforzarse por entender y compartir los
sentimientos de sus hijos.
Esforzarse por entender el punto de vista de sus
hijos.
Saber escuchas las razones que aportan sus hijos
respecto a sus actuaciones.
Mostrar flexibilidad ante las normas cuando los
razonamientos de sus hijos tengan la suficiente solidez.
Estimular el mismo modelo de expresión afectiva
tanto para los niños como para las niñas.
Enseñar a los hijos, desde pequeños, que los demás
también cuentan.
Enseñarles a acomodarse a las necesidades de los
otros.
Pedirles reciprocidad en el amor, la atención y el
respeto.
Pedir responsabilidades.
Propuestas metodológicas:
1. Perspectiva
perceptual:
No todos los niños tienen la sensibilidad o
conciencia de las experiencias preceptúales de los demás. Las actividades
siguientes están pensadas para enseñar a comprender que hay puntos de vista
diferentes:
1.1. Adivina qué estoy
mirando: El
objetivo de esta actividad es aprender a ponerse en el lugar del otro para
saber qué está mirando. Para desarrollar la actividad los alumnos se pondrán
por parejas. Uno de los miembros de cada pareja mirará insistentemente alguna
cosa del entorno y preguntará: “¿Qué estoy mirando? El otro tendrá que
adivinarlo. A quien lo acierte podemos pedirle que diga cómo ha sabido qué
estaba mirando su compañero.
1.2. ¿Qué ves tu? ¿Y
yo?: El
objetivo de esta actividad es desarrollar la capacidad de imaginar lo que el
otro ve. Para desarrollar la actividad los niños se sientan por parejas, uno
frente al otro, en torno a la mesa, en cuyo centro habrá un objeto. Cada niño
tendrá que dibujar la parte que él mismo ve del objeto y la que cree que ve el
compañero.
1.3. La máscara: El objetivo de esta actividad es
ponerse en la piel de otro. Para el desarrollo de la actividad, cada uno de los
alumnos piensa un personaje que le gustaría ser. A continuación, se les
proporciona el material necesario para que confeccionen una máscara
representativa de lo que hayan elegido. Después pediremos a los niños que
imaginen que están dentro de la piel de su personaje y, con la máscara puesta,
tendrán que actuar representando el papel correspondiente. Cuando finalicen las
representaciones, a modo de reflexión podemos plantear lo siguiente: “¿Cómo
erais cuando llevabais puesta la máscara?”.
1.4. ¿Por qué lo has
hecho?: El
objetivo de esta actividad es entender que hay otras perspectivas diferentes de
la propia. Para desarrollar la actividad se ha de explicar a los niños que,
muchas veces, lo que una persona ve y oye no es igual que lo que, a su vez, ve
y oye otra. Así pues, cuando se produce un incidente, puede ser que alguien lo
vea como una agresión cuando en realidad sólo fue un accidente. Para que los
niños entiendan bien todo esto haremos representaciones de role playing en
las que se produzca un incidente y se mantenga un diálogo para averiguar qué
piensa el otro. Ej. Vas a beber agua. Cuando te inclinas en la fuente para beber,
un niño te da un empujón y te mojas toda la cara.
1.5. Las noticias: El objetivo de esta
actividad es que los niños entiendan que un mismo hecho puede interpretarse de
diferentes maneras. Para el desarrollo de la actividad llevaremos diferentes
periódicos a clase y buscaremos una misma noticia redactada. Nos fijaremos
tanto en los titulares como en los contenidos y, dentro de estos últimos, nos
fijaremos especialmente en la importancia que se concede a los datos de la
noticia y buscaremos parecidos y diferencias (se aconseja realizar esta
actividad a partir de cuarto o quinto de primaria).
2. Empatía
hacia los padres:
Con frecuencia nos encontramos con niños a quienes
nunca se les había ocurrido que sus padres pudieran tener sentimientos. Para
algunos, el afecto es tan incondicional que lo perciben como si pudieran
manipularlo. Otras veces vemos a niños que están tan desatendidos en el aspecto
afectivo que, por ese mismo motivo, desconocen que sus padres puedan tener
emociones iguales a las suyas. En ambos casos es muy importante que lleguen a
descubrir que los padres también tienen preocupaciones, alegrías, sufrimientos…
y a ello van encaminadas las siguientes actividades.
2.1. Seremos nuestros
padres durante un rato: Los objetivos de esta actividad es que los niños comprendan la posición
de los padres y que se den cuenta de los sentimientos que tienen sus padres
hacia ellos. Iniciaremos la actividad hablando sobre qué es educar y qué quiere
decir “criar a un hijo”, e incidiremos en las satisfacciones y en las
dificultades que esta labor proporciona a los padres. A continuación les
pediremos a los alumnos que se identifiquen con el padre o con la madre y que,
pensando en la figura que han elegido, elaboren un texto con el título “Las
alegrías y los problemas que tengo para educar a mi hija/o”.
2.2. Una vez hice que mis
padres estuvieran tristes: Los objetivos de esta actividad son: expresar los
remordimientos de una forma constructiva y aprender a ser honestos para darse
cuenta, de forma sana, de que han herido a alguien. Para desarrollar la
actividad pediremos a los niños que, voluntariamente, expliquen situaciones en
las que su comportamiento haya causado pena a sus padres. Tendríamos que
explicar que todos, en un momento u otro, decepcionamos a las personas que
queremos porque no somos perfectos, pero que si somos capaces de ver qué es lo
que provoca esta decepción, podremos cambiar las cosas. Les preguntaremos si se
ven capaces de no volverlo a hacer. Valoraremos el hecho de que hayan querido
hablar del tema y les explicaremos que eso significa ser honesto.
3. Empatía
hacia los compañeros:
3.1. Mis gustos: El objetivo de esta
actividad es aprender a escuchar. La actividad se ha de desarrollar durante los
primeros años de la escolarización. Se apuntan unos cuantos ítems en la pizarra
que puedan ser interesantes para el grupo con el que estemos trabajando:
nombre, animal, color, bebida, día de la semana, programa de televisión,
deporte, juego… A continuación seleccionamos uno de estos ítems y cada uno de los
niños deberá ir diciendo sus preferencias y explicar brevemente por qué. Cuando
todos hayan dicho lo que más les gusta, la maestra irá haciendo preguntas del
tipo: “Javi, ¿recuerdas cuál es la bebida preferida de Alba?”, “Alba, ¿te
acuerdas de qué día de la semana es el preferido de Iván?”…
3.2. Lo que me hace feliz
de mis compañeros: Los
objetivos de esta actividad son: aprender a comunicar los propios deseos y
despertar interés en los compañeros. Para el desarrollo de la actividad les
pediremos a los niños que escriban varias frases que expresen aquello que
esperan de sus compañeros. Deberán escribirlo comenzando siempre con la misma
frase: “Me hace feliz que…”. Cuando todos hayan acabado, cada uno tendrá que
leer en voz alta aquella frase que considere más importante. A continuación se
colgarán todas las hojas en un lugar bien visible de la clase.
3.3. Qué me hace
daño: Los
objetivos de esta actividad son: comprender el concepto de daño psicológico,
conocer los propios sentimientos y conocer los sentimientos de los otros. Para
desarrollar la actividad iniciaremos una conversación sobre los males que se
ven y sobre los que no se ven. Conduciremos la conversación de tal manera que
sean los mismos niños quienes lleguen a una definición de herida física y herida
psicológica. Les pediremos que pongan ejemplos de cuándo se han sentido
heridos, los escribiremos en la pizarra y los clasificaremos según correspondan
al dolor físico o al psicológico.
3.4. ¿Te gustaría que te
lo hicieran a ti?: El
método más efectivo para fomentar conductas compasivas y tolerantes en los
niños no se basa en premios o castigos, o en sermones, sino en el hecho de
razonar con cada niño sobre el modo como sus acciones afectan a los
sentimientos de los otros. El objetivo de esta actividad es aprender a captar
la perspectiva de la otra persona y evitar ser causa de sentimientos infelices
de los demás. Para desarrollar la actividad les propondremos a los alumnos
elaborar una lista de situaciones y acciones que causen sentimientos de felicidad,
y de situaciones y acciones que causen infelicidad. Pediremos la participación
de todo el grupo. Las listas han de quedar expuestas a la vista de todos. En su
relación con los alumnos, el profesor, tiene que tener incorporadas las
preguntas. “Si haces eso, ¿cómo crees que se debe sentir el otro?”, “¿te
gustaría que te lo hicieran a ti?”, y pedirles a los niños que respondan, a fin
de que no sean meras preguntas de reproche, sino de diálogo real.
3.5. ¿Qué te gustaría
saber?: Los
objetivos de esta actividad son: ampliar el conocimiento que se tiene sobre
todos los compañeros y proporcionar un espacio en donde uno se pueda sentir
seguro para abordar cuestiones probablemente conflictivas. Mientras dura esta
actividad, invitaremos a los niños a que, por orden y levantando la mano, vayan
preguntando aquello que les gustaría saber de sus compañeros. Quien esté
conduciendo la sesión deberá dirigir las intervenciones de manera que las
preguntas no lleguen a ser indiscretas y dando a entender que si alguien no quiere
contestar no pasa nada. Siempre que sea posible, se tendría que guiar a los
niños hacia el contexto socioemocional, para que surjan preguntas como:
Sarai, me gustaría saber por qué no quieres jugar
conmigo.
Sergio, me gustaría saber por qué a veces me haces
daño.
Ana, me gustaría saber por qué siempre quieres
mandar.
Las preguntas y las respuestas deberían hacerse
siempre en tono de respeto y sin
culpabilizar a nadie.
4. La
empatía más allá de los padres y de los compañeros:
4.1. Nadie ve la paja en
el propio ojo: El
objetivo de esta actividad es que los niños se den cuenta de que lo que no les
gusta que le hagan los demás, también ellos lo hacen algunas veces. Para el
desarrollo de la actividad les pediremos que apunten todo lo que no les gusta
de las personas que conocen. Tienen que escribirlo en forma de frase (Ej. No me
gusta que sean egoístas, que digan mentiras, que se rían de mí...). cada niño
deberá leer en silencio lo que ha apuntado y les pediremos que subrayen con
color todo aquello que ellos también hacen. Para acabar, reflexionaremos: “Os
habías dado cuenta de que vosotros también hacéis las mismas cosas que os
molestan?
4.2. Cómo consolar: Los niños a los que se incita a
adquirir habilidades de ayuda se pueden sentir más inclinados a sentir empatía
por las necesidades de los otros que los niños que no tienen esa oportunidad.
El objetivo de esta actividad es: aprender a sensibilizarse respecto a la pena
y el dolor de los otros, y tomar conciencia de que se pueden hacer cosas para
aliviar esa pena y dolor. Para desarrollar la actividad les pediremos a los
niños que nos expliquen todas las formas posibles que conocen que sirvan para
consolar a alguien cuando está triste. Presentaremos situaciones concretas en
las que alguna persona esté triste y les pediremos que digan cómo la
consolarían.
Ejemplos:
Esta mañana, mientras iba a la escuela, Olga ha
perdido su bocadillo. Está triste porque no podrá desayunar.
El abuelo de Nieves ha muerto.
A Carlos lo tienen que operar de los oídos y tiene
miedo a que le hagan daño.
4.3. Ayudar: Los objetivos de esta actividad
son: comprender que ayudar no
quiere decir dar lo que uno quiere, sino lo que el
otro necesita, y no dar sólo cosas materiales, sino también afecto,
comprensión, compañía... Para desarrollar la actividad conduciremos la
conversación de manera que, entre todos, lleguemos a definir qué quiere decir
ayudar. Pondremos ejemplos de situaciones en las que alguien necesite ayuda y
preguntaremos cómo se le puede ayudar.
Si un niño está sólo porque nadie quiere jugar con
él, ¿cómo le podemos ayudar?.
Si una niña se aburre porque tiene una pierna rota
y no puede salir de casa, ¿cómo le podemos ayudar?.
Si un anciano no ve bien, ¿cómo le podemos ayudar?
RESOLUCIÓN POSITIVA DE
CONFLICTOS
Apartado teórico:
Según Michelson (1987), el conflicto desempeña un
importante papel en el
desarrollo psicosocial. En toda interacción humana,
la capacidad de resolver conflictos es una habilidad madura y conveniente, que
puede ser muy beneficiosa para el individuo.
¿Qué entendemos por conflicto? El conflicto se
puede definir como la discrepancia entre dos o más intereses simultáneos que
algunas veces conducen a un estado de tensión emocional. No obstante, los
conflictos forman parte de nuestra vida y pueden ser motor de cambio y de
crecimiento personal. Entendidos de esta manera, y planteando soluciones
constructivas a los mismos, los conflictos pueden ser positivos.
¿Qué tipo de actitudes podemos adoptar en los
conflictos? Ante un conflicto en el que estamos implicados emocionalmente
desarrollamos diferentes estrategias para hacerle frente, unas estrategias que
bien pueden ser positivas como negativas.
Posición evasiva: Es aquella estrategia en la que
se trata de huir del
conflicto o bien se niega su existencia por la
incapacidad de enfrentarse a él.
Actitud culpabilizadora: Es la reacción que busca hallar
un culpable,
ya sea uno mismo u otra persona.
Reacción competitiva: Su objetivo consiste en vencer
al otro.
Actitud de transigencia: Facilitará la solución del
conflicto bien
porque considera que es lo mejor que se puede hacer
o bien porque no se da ninguna importancia al hecho de ganar o perder.
Actitud de colaboración
para buscar soluciones: Se
produce desde la
posición de confianza en el otro y en uno mismo,
intentando comprenderse a sí mismo y a los demás. Con esta actitud, guiada por
valores de solidaridad y justicia, se trabaja para conseguir un acuerdo que
beneficie a las diferentes partes implicadas. El camino idóneo para resolver
conflictos es el que busca enfrentarse a ellos. Sin embargo, esta vía demanda
un esfuerzo considerable: corresponde a una actitud honesta, valiente y
responsable ante las propias acciones. El comportamiento colaborador es el más
adecuado para resolver conflictos. Otras maneras distintas de actuar no tienen
ninguna implicación personal, y con ellas o bien no se asumen los problemas, o
bien la solución del conflicto puede generar más conflictos, porque crea
hostilidad en la parte vencida.
¿Cuáles son los factores contenidos en situaciones
de conflicto? En todo proceso de resolución de conflictos intervienen unas
variables que influirán en el resultado final del proceso. Entre estos factores
podemos destacar los siguientes:
Factores cognitivos: El proceso mental implicado en
cualquier
situación de conflicto depende de las habilidades
cognitivas. Ser competente en dichas habilidades significa ser capaz de
analizar las causas, buscar soluciones y prever las consecuencias. No obstante,
nos podemos encontrar con procesos cognitivos inadecuados que interfieran en el
proceso de resolución de conflictos. Los más habituales suelen ser: tener
expectativas equivocadas o patrones de pensamiento distorsionados (atribuciones
inexactas, creencias irracionales, razonamientos arbitrarios,
sobregeneralizaciones...).
Factores emocionales: Toda problemática genera un
abanico de
sentimientos y emociones que pueden comprometer la
capacidad de escuchar y razonar, y pueden interferir a la hora de buscar una
manera racional de solucionar el problema. Es por ello que debería hacerse
especial hincapié en la importancia de mantener la calma a la hora de
encontrarse frente a un conflicto, ya que las emociones perturbadoras podrían
nublar nuestra razón.
Creatividad: En toda situación conflictiva
la inventiva creadora es
muy necesaria. El pensamiento creativo se puede
considerar relevante para el proceso de resolución de conflictos, ya que es la
vía principal de buscar alternativas, para elegir y tomar iniciativas
imaginativas.
Factores morales: Los comportamientos que
manifestamos en
situaciones de conflicto están influidos por el
propio sistema de creencias y de valores. Para llegar a solucionar conflictos
por el camino del diálogo y el consenso, hay que disponer de un contenido de
valores como la tolerancia, la cooperación y la comprensión, que permitan
mantener una posición abierta para comprender las necesidades de los demás y no
sólo las propias, y que regulen el grado de competitividad.
Comunicación: La comunicación es el factor
central y básico de la
sociabilidad. Una comunicación que no funcione
puede ser la condición previa para muchos de los reveses que aparecen en la
resolución de conflictos y en la toma de decisiones.
Objetivos y
procedimientos:
El hecho de que el niño sepa situarse
convenientemente ante los problemas
genera sentimientos de seguridad y de confianza, de
manera que se aseguran valores de autoestima, se mejora la adaptación social y
las probabilidades de delincuencia disminuyen.
Este programa para enseñar a resolver conflictos
tiene como objetivos específicos:
Aumentar el estadio de desarrollo cognitivo para
resolver problemas.
Aprender a evaluar situaciones, conductas y
consecuencias.
Aumentar la habilidad de generar soluciones
alternativas y creativas para los problemas.
Aprender a planificar.
Aprender a afrontar la frustración de manera
positiva y constructiva.
Proporcionar una estrategia que pueda ser útil
antes una amplia gama de situaciones.
Y como procedimientos básicos tenemos:
Lograr la unión entre los procesos cognitivos de
análisis y la inteligencia emocional.
Desarrollar una estrategia muy secuenciada.
Incentivar el pensamiento creativo.
Crear capacidad de comunicación asertiva.
Practicar habilidades de autocontrol.
Para llevar a cabo estos objetivos y procedimientos
es imprescindible hacer
referencia a dos elementos fundamentales: el
maestro y la familia.
- El
papel del profesorado en la enseñanza-aprendizaje de la resolución positiva de
conflictos: En los centros educativos se dan las siguientes tipologías
de situaciones conflictivas:
a) Conflicto entre alumnos: Un enfoque constructivista
en lo que se refiere a la resolución de conflictos entre el alumnado implica
que el maestro transmita el hecho de que el conflicto es algo pedagógico y que,
a su vez, conduzca a los niños en el aprendizaje de la resolución de
conflictos. El profesorado no puede volverse de espaldas ni tampoco hacer la
vista gorda cuando se observa la aparición de conflictos. Hay que aprovechar
esas situaciones para que los niños reflexionen, para ayudarles a controlar sus
emociones y para buscar soluciones a los problemas, unas soluciones que no sean
ni la agresión, ni la retirada.
b) Conflicto entre el
alumnado y el profesorado: Si queremos enseñar a resolver los problemas mediante el
razonamiento y el diálogo, los maestros han de ser coherentes con el modo como
conducen sus conflictos con los alumnos aplicando el mismo modelo que quieren
que aprendan los alumnos (intentando comprender la postura de los alumnos y
siendo abiertos a sus argumentos, fomentando la comunicación mediante preguntas
y no mediante afirmaciones, dando argumentos que validen sus actuaciones - la
de los maestros -…).
Participación familiar: Dado que todas las familias
admiten tener
conflictos y, aunque sepamos que algunos padres no
han llegado a resolver sus conflictos de manera satisfactoria, conseguir su
implicación es muy importante para que se pueda producir una generalización del
trabajo realizado en la escuela en lo referente a este campo (la resolución
positiva de conflictos). Haremos las siguientes propuestas esperando que sean
claras y fácilmente aplicables:
fomentar la
comunicación y el diálogo.
Conducir a
los niños en el camino de lo justo y lo injusto.
Entender la
vertiente pedagógica de los conflictos.
Dar a
entender que se acepta al hijo tal como es, aunque eso no signifique que se
acepten sus errores.
Evitar la
culpabilización de los niños en situaciones en las que se hayan equivocado y
conducirlos por el camino del razonamiento.
Practicar
los siguientes puntos cuando surja un conflicto: relajación, comunicación de
sentimientos, búsqueda de soluciones…
Propuestas metodológicas:
1. Método
de resolución de conflictos:
El modelo para enseñar a resolver problemas que se
muestra a continuación es una adaptación del que, originalmente, desarrollo
Myrna Shure en 1982. El objetivo de este método es construir un modelo de
organización del pensamiento y de autorregulación del comportamiento. Se
proponen los siguientes pasos para llegara resolver un conflicto:
Identificación del conflicto: Se
trata de hacer una exposición de lo que ha
pasado, centrándose en el problema y no en las
personas que lo han causado.
Buscar las causas que lo han provocado: Aquí
se mira hacia atrás para
reconocer el origen del problema, se analiza el
contexto, se recogen todos los indicios que nos proporciona la situación, se
elaboran hipótesis sobre lo que ha pasado y se busca información que verifique
las hipótesis. Es imprescindible detectar las emociones que están detrás del
conflicto, tanto los propios como los de otros.
Definición de objetivos: Una vez
definido el conflicto hay que tener muy
claro qué se quiere conseguir. Por otro lado, uno
de los elementos que hace posible la resolución del conflicto es que los
objetivos sean adecuados y realistas.
Buscar soluciones: Consiste en la
habilidad para generar opciones que
potencialmente podrían ser puestas en práctica para
solucionar un problema. Se trata de buscar todas las soluciones posibles y de
anotarlas.
Evaluar las diferentes alternativas y buscar
la mejor: Es la habilidad para
anticipar qué podría pasar después de poner en
práctica unas solución concebida para resolver un problema. Se toman cada una
de las soluciones y se hace una valoración de lo que pasaría si las
aplicáramos. Se piensa en todas las consecuencias en qué sentimientos se verían
implicados, y se reflexione sobre qué acciones incluyen tolerancia,
colaboración y respeto, o abuso, humillación y engaño. Una vez se ha hecho, se
elige la mejor alternativa para conseguir el objetivo propuesto. Habrá que
intentar que la solución beneficie a todo el mundo, es decir, que sea justa,
que sea practicable y que sea significativa, valiosa y creíble para los niños.
Consenso: Se toma una decisión
cuando ya todos han tenido la oportunidad de
discutir a fondo las diferentes soluciones, y se
llega al acuerdo de que la decisión que se toma es la mejor posible. Cuando se
resuelven conflictos es necesario que los alumnos y los educadores compartan el
deseo de llegar a un consenso. A veces se puede caer en la tentación de buscar
la voluntad de la mayoría, votando las soluciones, lo que significa crear
ganadores y perdedores; además, la decisión se queda sin todo el valor que
podría tener si se tomara mediante consenso. Durante el proceso de construcción
del consenso se reafirma el valor de la participación de cada uno de los
miembros del grupo. A ello se llega:
Asegurándose de que todos tengan claro qué se
quiere solucionar y por qué.
Recalcando que el problema concierne a todos, que
su solución será también en interés de todos y que, por tanto, se ha de
desarrollar con el consentimiento de todos.
Manteniéndose en la búsqueda de soluciones hasta
que todos estén de acuerdo; si alguien está en total desacuerdo, se deberán
buscar otras soluciones.
Determinar su aplicación: Una vez
se sepa cuál puede ser la mejor solución,
habrá que ponerse de acuerdo en cómo se llevará a
cabo y se trazará un plan. Es muy importante que se cumplan las decisiones que
se tomen. Los acuerdos se pueden escribir y luego colgarlos en algún sitio
visible de la clase.
h) Marcarse un
plan: Es la
habilidad para crear, paso a paso, un plan de acción para fijar el objetivo
fijado. Este pensamiento implica apreciar la existencia de obstáculos que
pueden interferir en la consecución del objetivo. La idea es enseñar a los
alumnos a hacer planes de manera secuenciada y a anticiparse a los obstáculos,
ayudándoles a reducir el pensamiento impulsivo, de maneras que se den cuenta de
que para buscar una buena solución hay que dedicar tiempo a planificarla.
2. Práctica
de cada uno de los pasos necesarios para la resolución de conflictos:
2.1. Habilidades
cognitivas:
Practicar la
identificación de conflictos: Para desarrollar esta actividad
expondremos diferentes situaciones conflictivas y
en cada situación les preguntaremos: a) ¿Hay algún problema?; b) ¿Quién tiene
el problema? ¿Cómo lo sabemos?; c) ¿Cuál es el problema? ¿Cómo lo sabemos?
Después de haber identificado unos cuantos conflictos, destacaremos el hecho de
que una misma situación puede contener diferentes problemas para distintas
personas y que algunos problemas no son fácilmente identificables. ¿Cómo
sabemos, entonces, que tenemos un problema? Entre todos pensaremos acerca de
cuando nos damos cuenta de que tenemos un problema (que sentimientos y
pensamientos experimentamos). Conduciremos la conversación a fin de que salgan
a la luz aspectos como los siguientes:
Cuando nos sentimos confusos.
Cuando alguna cosa nos preocupa en exceso.
Cuando sentimos que algo va mal.
Cuando queremos que alguien nos ayude.
Cuando estamos atravesando una mala situación.
Practicar la relación
causa/efecto: Para
llevar a cabo esta actividad
trabajaremos el razonamiento causal. Para entender
el resultado de una acción, practicaremos con preguntas que, de entrada, serán
sobre leyes naturales, es decir, sobre temas que no impliquen afectivamente a
los alumnos; después, poco a poco, iremos introduciendo preguntas más complejas
con implicaciones personales y sociales:
¿Qué pasa si echamos sal al agua?
¿Qué pasa si ponemos un papel en el fuego?
¿Qué pasa si dejamos una gaseosa destapada?
¿Qué pasa si dejamos unos días la carne fuera de la
nevera?
¿Qué pasaría si un niño nunca diera de comer a su
perro?
¿Qué pasaría si las escuelas no existieran?
¿Qué pasaría si siempre molestáramos a los demás?
¿Qué pasaría si siempre dijéramos mentiras?
¿Qué pasaría si nunca acabáramos el trabajo?
¿Qué pasaría si siempre estuviéramos de malhumor?
¿Qué pasaría si pensáramos las cosas antes de
hacerlas?
Practicar la definición
de objetivos: Para
desarrollar esta actividad
hemos de transmitir a los alumnos que debemos tener
claro qué se quiere resolver y qué se quiere conseguir. Por ello, plantearemos
una serie de situaciones y después le haremos la pregunta “¿qué queremos
solucionar?”. El contenido de las situaciones ha de estar muy relacionado con
el contexto de los alumnos.
Si en el recreo hay continuas peleas, ¿qué queremos
solucionar?
Si siempre que llevo un juguete a la escuela,
alguien lo estropea, ¿qué queremos solucionar?.
Si tu mejor amiga ahora nunca quiere jugar contigo
y esto te causa tristeza, ¿qué quieres solucionar?
Si hay un niño que piensa que la maestra nunca le
hace caso y eso le pone de mal humor, ¿qué tiene que solucionar ese niño?
Buscar soluciones.
Practicar el pensamiento alternativo: Para llevar a
cabo la habilidad de buscar soluciones se necesita
creatividad. Para desarrollar esta actividad presentaremos múltiples
situaciones en las que haya un conflicto y preguntaremos. “¿Qué puede hacer
este/a niño/a?”. A continuación les explicaremos que cuando ellos tengan un
problema también deben preguntarse: “¿Qué puedo hacer?”. Algunas de las
posibles situaciones son:
María lleva una coleta muy larga y siempre hay
alguien que se la estira. ¿Qué puede hacer María?
Luis ha de llevar gafas con cristales muy gruesos y
los compañeros se ríen de él. ¿Qué puede hacer Luís?
Valorar las diferentes
soluciones pensando “¿qué pasará después?”.
Practicar el pensamiento
consecuencial: La
práctica del pensamiento consecuencial prepara para saber anticipar las
consecuencias de la solución que se dé a un conflicto. Presentaremos una
situación (tomemos el ejemplo de la niña a la que todos estiran la coleta)
preguntando: “¿Qué puede hacer? (echarse a llorar, pegar a quien le estira del pelo,
decírselo a la maestra…) y ¿qué pasará después? (se sentirá peor, se sentirá
mejor, sus compañeros se enfadarán con ella, sus compañeros empezarán a
respetarla…).
Marcar un plan teniendo
en cuenta los medios necesarios para
conseguir los objetivos.
Practicar el pensamiento secuencial: Para practicar el pensamiento medios/fin
presentaremos situaciones conflictivas ya resueltas con las preguntas
siguientes:
¿Qué solución ha encontrado el personaje? ¿qué ha
hecho para conseguirlo? (medios).
¿Hay alguna cosa que la ha impedido realizarlo?
(obstáculo).
¿Qué puede hacer para superar el obstáculo?
¿Puedes hallar diferentes maneras de solucionar
este problema?
En la parte superior de una hoja escribirán lo que
han decidido.
Dibujarán una línea divisoria, en medio de la hoja,
de arriba abajo. A la izquierda, escribirán todas las dificultades que prevén.
A la derecha, pondrán una lista con los pasos que podrían hacer para disminuir
o superar los obstáculos. Finalmente, desarrollaran un plan de acción en el
dorso de la hoja.
2.2. Habilidades
emocionales:
Tomar conciencia de lo que uno siente puede servir
como señal de alarma para saber que se está teniendo un conflicto. Cuando se
tiene un problema, con frecuencia uno se siente perturbado, frustrado e
intranquilo. Esa clase de sentimientos pueden dificultar pensar con claridad y
tomar decisiones correctas. Es por ello que el hecho de aprender a pararse y a
tranquilizarse es de vital importancia en la solución positiva de conflictos.
Técnica del semáforo: El procedimiento para poner en
práctica esta
técnica es el siguiente:
Les
explicaremos que las emociones son señales. Algunas veces estas señales
nos indican que nos hemos de parar, tal como lo
hacen los peatones ante un semáforo en rojo. En consecuencia, pondremos énfasis
en la importancia de la luz roja. Explicaremos que cuando tenemos unos
sentimientos tan fuertes que no podemos controlarlos, los primero que debemos
hacer es pararnos y calmarnos. Para ello podemos utilizar diferentes
procedimientos como: respirar profundamente, contar hasta diez, apartarnos del
lugar donde se ha producido el conflicto, hablar con alguien de cómo nos
sentimos, pasear…).
A partir de
esta lista de procedimientos para calmarse, guiaremos a los niños
para que elijan las dos o tres formas de calmarse
más adecuadas y universales.
Haremos role playing de cómo hay que calmarse (el
maestro actúa de modelo y
los alumnos lo imitan).
Distinción entre
situaciones justas y situaciones injustas: La idea del
bien y del mal que tienen los niños en el ciclo
inicial todavía es rígido y está marcado por el egoísmo. Mediante esta
actividad, deberemos posibilitar la discriminación entre lo que es correcto y
razonable y lo que es injustificable, así como el hecho de tener o no tener
derecho. Se trata de disponer de una gran variedad de situaciones. Cuando
estemos seguros de que los niños comprenden bien la situación, les
preguntaremos si es justo o no y por qué. Hemos de poner énfasis en la
identificación con todos aquellos que sufren situaciones injustas, resaltando
el papel de los sentimientos de la otra persona.
Estrategias de
comunicación: Para
solucionar un conflicto de
manera satisfactoria y positiva para todos la
comunicación ha de ser constructiva y positiva. Mantener una actitud dialogante
en situación de conflicto es una acción educativa que lleva implícitos valores
de respeto, solidaridad y justicia.
Factores que facilitan la comunicación:
Reconocer al interlocutor como un igual.
Elegir un lugar adecuado.
Elegir un momento adecuado.
Preguntar.
Escuchar activamente.
Tener empatía.
Aceptar los argumentos del otro
Factores que obstaculizan la comunicación:
Tener objetivos contradictorios.
No escuchar con la debida atención.
Fijarse más en los detalles que captar la
información principal.
Elegir un lugar inadecuado.
Elegir un momento inadecuado.
Acusaciones.
Amenazas.
Preguntas de reproche.
Utilizar el sarcasmo y la ironía.
Cortar al otro cuando está hablando.
Emplear generalizaciones del tipo “siempre” o
“nunca”.
Enfatizar los aspectos negativos del otro.
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