martes, 12 de febrero de 2013


ESTUDIANTES DEL CURSO ORIENTACIÓN EDUCATIVA E INTEGRACIÓN PSICOPEDAGÓGICA

ORIENTACIÓN EMOCIONAL  (PRIMERA PARTE)

1. INTRODUCCIÓN:
Que el analfabetismo emocional existe (y siempre ha existido) es un hecho.
Sin embargo, lo importante a tener en cuenta es que en la sociedad tradicional, el patrón de relaciones sociales, familiares y laborales era estable y homogéneo, de manera que las personas desarrollaban lazos fuertes con su entorno y se habituaban a un estilo de vida que no planteaba al individuo exigencias continuas de adaptación a un entorno variable, por supuesto, con los pros (estabilidad, cohesión…) y contras (dificultad o imposibilidad de salir de situaciones altamente estresantes, control social muy acentuado…) que esta situación conlleva. En la sociedad actual, en cambio, tras la revolución industrial y la instauración del capitalismo, las personas hemos tenido que enfrentarnos y adaptarnos a un contexto cambiante y heterogéneo que, cada vez, nos demanda más, y todo ello en ausencia de pilares sociales importantes, sentimientos de pertenencia y de identidad. Este contexto genera en las personas estrés e inseguridad, manifestada muchas veces a través de conductas patológicas y, en general, emocionalmente poco inteligentes.
La educación, por su parte, se ha centrado tradicionalmente en el desarrollo
cognitivo, con un olvido generalizado de la dimensión emocional. Sin embargo, hay argumentos que inducen a pensar que, desde la década de los noventa del siglo pasado, estamos asistiendo a una revolución emocional, que afecta tanto a la psicología como a otros ámbitos, entre los cuales podríamos destacar: la educación, el ámbito psicosocial y comunitario, el ámbito de las organizaciones, el ámbito de la salud… Manifestaciones de esta revolución son:
1. El aumento de estudios y publicaciones relacionadas con las emociones en Psicología.
2. La implicación de la neurociencia en el estudio del cerebro emocional.
3. La enorme difusión que ha tenido la obra de Daniel Goleman La inteligencia emocional (1995).
4. La aplicación de la inteligencia emocional a las organizaciones.
5. La toma de conciencia por parte de un sector cada vez mayor de educadores de cómo todo esto debe incidir en la práctica educativa.
Desde la revolución emocional se trata de crear metas orientadas hacia la
estructuración futura de la sociedad de tal forma que posibiliten un mundo más inteligente y más feliz. La respuesta a este objetivo se ha materializado a través de lo que se denomina educación emocional, que propone un modelo educativo orientado a ayudar a las personas a poseer un mejor conocimiento de los fenómenos emocionales, a desarrollar la conciencia emocional, a mejorar la capacidad de controlar las emociones, a fomentar una actitud positiva ante la vida… Además, desde esta perspectiva, la educación emocional es una forma de prevención inespecífica, que puede tener efectos positivos en la prevención de actos violentos, del consumo de drogas, del estrés, de estados depresivos, de trastornos de la alimentación, de suicidios…, problemas actuales que tienen una incidencia social preocupante y que suponen elevados costes económicos y humanos.
2. CONCEPTO DE EMOCIÓN:
2.1. Perspectiva histórica y teorías de la emoción:
a) La tradición filosófica: El estudio de las emociones ha interesado desde la Antigüedad. Entre los autores más relevantes tenemos:
1. Platón (428-347 a. de C.) : distingue entre razón, espíritu y apetitos.
2. Aristóteles (384-422 a. de C.) : concibe las emociones como una
condición que transforma a la persona de tal manera que puede verse afectado el juicio.
3. Estoicos: consideran que las emociones son las responsables de las
miserias y frustraciones humanas.
Durante un largo periodo, en vez de hablar de emociones, se ha hablado más de pasiones. Éstas, fueron consideradas por muchos filósofos como resultado de la conciencia que el alma tenía de los afectos corporales. Sin embargo, posteriormente, se empezó a identificar la pasión como una enfermedad del alma. Desde ámbitos religiosos se llegó a considerar, incluso, como un pecado. A lo largo del Renacimiento, el estudio de las pasiones se independizó de la teología y de la ética, y el término afecto fue sustituyendo al de pasión. Además, es en esta época en la que se empieza a reconocer el valor motivacional de las emociones. En el siglo XIX., los estudiosos de la emoción se desmarcan de la filosofía para profundizar en los aspectos más psicológicos. Por su parte, los filósofos del siglo XX. han otorgado un lugar destacado a las emociones en sus desarrollos filosóficos.
b) Charles Darwin (el enfoque biológico): las emociones, tanto en animales como en el ser humano, funcionan como señales que comunican intenciones, además de ser reacciones apropiadas ante ciertos acontecimientos del entorno, de forma que el organismo pueda adaptarse y sobrevivir en su entorno. Además de estos planteamientos, Darwin dedicó mucho tiempo al estudio de la expresión facial de las emociones.
c) William James (la tradición psicofisiológica): la experiencia emocional es consecuencia de los cambios corporales (o respuestas fisiológicas periféricas) que se dan como reacción a un hecho excitante. La famosa frase “no lloramos porque estamos tristes, sino que estamos tristes porque lloramos” resume el pensamiento de James.
d) Cannon y Bard (la tradición neurológica): Estos autores ponen énfasis en la activación del sistema nervioso central más que en el sistema periférico. En su opinión, las vísceras son demasiado insensibles y su acción es demasiado lenta como para provocar las sensaciones planteadas por James. En su lugar, plantean que el estímulo emocional origina unos impulsos que, a través del tálamo, llegan a la corteza cerebral. Al mismo tiempo, el tálamo envía impulsos a las vísceras y músculos para que produzcan cambios comportamentales.
e) Freud (tradición psicoanalítica): El psicoanálisis, más que una teoría de la emoción, es una teoría de los trastornos emocionales, según la cual, por un lado, la vida afectiva del adulto depende de cómo hayan sido sus experiencias afectivas pasadas y, por otro lado, la mente relega al inconsciente las emociones traumáticas.
f) Conductismo: Esta corriente se ha preocupado por estudiar el proceso de aprendizaje de las emociones, el comportamiento manifiesto que permite inferir estados emocionales y los condicionamientos que provocan emociones. Aunque, a nivel teórico, las aportaciones del conductismo han sido pobres, lo cierto es que en lo que se refiere a intervención clínica en alteraciones emocionales, el paradigma conductista se ha revelado especialmente fructífero.
g) Teorías de la activación (arousal) y la multidimensionalidad: La activación es una dimensión de tipo fisiológico, subyacente en la conducta emocional, que aporta la energía para ejecutar una conducta. En 1968 Lang propuso la teoría de los tres sistemas de respuesta emocional (cognitivo, fisiológico y motor), en la que se plantea que la respuesta emocional no es un fenómeno unitario, sino multidimensional.
h) Teorías cognitivas: estas teorías postulan una serie de procesos cognitivos (valoración, interpretación, atribución, etiquetado, afrontamiento, control percibido, objetivos y expectativas) que se sitúan entre el estímulo y la respuesta emocional. La actividad cognitiva, pues, determina la cualidad emocional.
i) Le Doux (el cerebro emocional): desde el punto de vista filogenético se pueden distinguir tres partes en el cerebro: la corteza cerebral, el sistema límbico y el cerebro reptiliano. En el sistema límbico (red de neuronas que facilita la comunicación entre el hipotálamo -implicado en conductas básicas de supervivencia-, la corteza cerebral y las demás partes del encéfalo) es donde residen las funciones esenciales de la emoción. En el sistema límbico se encuentra la amígdala, que es el elemento esencial de la emoción.
j) La psiconeuroinmunología (PNI): la PNI es la ciencia que estudia las conexiones entre las emociones, la bioquímica cerebral y el sistema inmunitario. Investigaciones recientes están llegando a la constatación de que los estados emocionales pueden alterar la respuesta inmunitaria.
2.2. Definición de emoción:
La emoción ha sido descrita y explicada de forma diferente por los diversos estudiosos pero, en general, hay bastante acuerdo en que se trata de:
Un estado complejo del organismo, generado habitualmente como respuesta a un acontecimiento externo o interno, caracterizado por una excitación o perturbación que predispone a una respuesta organizada.
El proceso de la vivencia emocional podría esquematizarse de la siguiente forma:
Evento, valoración, cambios fisiológicos, predisposición a la acción. Por otra parte, la emoción es un proceso multicomponente, formado por los niveles neurofisiológicos (taquicardia, rubor, sudoración, respiración, presión sanguínea…), conductual (expresiones faciales, tono, volumen y ritmo de voz, movimientos corporales…) y cognitivo (vivencia subjetiva).
2.3. Funciones de las emociones:
Han sido muchos los investigadores los que se han preguntado acerca de cuál es la función de las emociones, sin llegar a respuestas concluyentes. Sin embargo, entre los planteamientos más habituales nos encontramos con que las emociones tienen tres funciones fundamentales, además de una secundaria. Entre las emociones fundamentales podemos distinguir:
1. Función motivadora de la conducta.
2. Función adaptativa y de supervivencia: las emociones alteran el equilibrio
intraorgánico para informar al individuo de la situación del ambiente.
3. Función social: las emociones sirven para comunicar a los demás cómo nos
sentimos así como para influir en los demás.
Finalmente, se podría decir que las emociones pueden tener una función importante en el desarrollo personal, ya que tienen efectos sobre otros procesos mentales, de forma que pueden afectar a como percibimos, atendemos, memorizamos razonamos y creamos la realidad.
2.4. Clasificación de las emociones:
1Emociones básicas y emociones complejas:
2. Emociones básicas: estas emociones también se conocen como
emociones primarias o fundamentales y se caracterizan por una expresión facial característica y una disposición típica de afrontamiento. A pesar de que existe mucha polémica a la hora de decir cuáles son las emociones básicas, lo cierto es que las citadas con más frecuencia son: felicidad, tristeza, ira, sorpresa, miedo, disgusto y vergüenza.
3. Emociones complejas: estas emociones también se conocen como
emociones secundarias o derivadas (ya que se derivan de las básicas a partir de combinaciones entre éstas). No presentan rasgos faciales característicos ni una tendencia particular a la acción.
4. Emociones positivas y emociones negativas:
5. Emociones positivas: son agradables, se experimentan cuando se
logra una meta y el afrontamiento consiste en el disfrute y bienestar que proporciona la propia emoción.
6. Emociones negativas: son desagradables, se experimentan cuando
se bloquea una meta, ante una amenaza o una pérdida y requieren de energía y movilización para afrontar la situación de manera relativamente urgente.
2.5. Desarrollo emocional:
Diversos estudios han demostrado que los niños aprenden a lidiar con las emociones a una edad previa a la que se había creído anteriormente; el niño es capaz de reconocer emociones positivas y negativas desde los primeros meses de vida. Por otra parte, las emociones infantiles son mucho más ricas de lo que los niños son capaces de expresar, es decir, la experimentación de la emoción antecede a la capacidad de expresarla. Alrededor del primer mes aparece la sonrisa en los bebés como forma de transmitir que son selectivos y sensibles a los rasgos de sus cuidadores. A los ocho meses los niños pueden identificar el significado emocional de la expresión facial de sus padres. En esta edad se da también lo que se conoce como ansiedad ante los extraños y ansiedad de separación, dos organizadores fundamentales de la afectividad entre el bebé y su cuidador. Sobre los dos años, los niños empiezan a comprender la emoción implícita en reír o llorar, y a los tres son capaces de distinguir a las personas apropiadas para tratar con propósitos distintos. A partir de los cuatro años los niños son capaces de reconocer los sentimientos de los personaje de los cuentos, además de comprender que una misma situación puede elicitar varias respuestas emocionales. Por otro lado, el lenguaje de los niños de entre 2 y 5 años es rico a la hora de hablar de la expresión facial de emociones y muestran un amplio léxico emocional. A los seis años los niños comprenden que situaciones desagradables producen emociones negativas, así como situaciones positivas producen felicidad. Entre las edades de 6 a 11 años, las experiencias escolares tienen una influencia clave sobre la auto-valoración que realizan los niños sobre sí mismos, aspecto que modula de forma muy importante el estado emocional de las personas. Entre los 11 y los 15 años se van estableciendo nexos de unión entre hechos y las emociones que generan. En la adolescencia se reconoce la distinción entre las emociones que uno experimenta en un momento dado y las emociones de otras personas en ese mismo momento. A partir de la adolescencia se ponen de manifiesto déficits en el manejo de las emociones, principalmente las que tiene relación con las habilidades sociales. Estos déficits son preocupantes por los efectos que tienen en la juventud y en la sociedad en general. Diversos problemas (conflictos en la relación con los demás, desengaños amorosos, suspender exámenes, rechazo social, conflicto con la familia…) pueden servir de detonante de estados depresivos, emociones negativas perturbadores y comportamientos disruptivos como desórdenes en la comida, suicidios, violencia, delincuencia, consumo de drogas, alcoholismo…
En secundaria, la “autoestima social” es una preocupación habitual. En estas edades el grupo juega un papel más fuerte que la propia independencia; ser capaz de hacer frente a la presión grupal en ciertas situaciones es una habilidad de la que muchos carecen, y si esto fuera poco, a partir de esta edad los jóvenes empiezan a ser conscientes de que las relaciones interpersonales muchas veces nos obligan a disimular o enmascarar las emociones con el fin de facilitar dichas relaciones.
Es por todo esto que, antes de llegar a la edad adulta, las personas ya hemos establecido los objetivos y creencias importantes que consideraremos a la hora de hacer una evaluación de las situaciones que pueden generar emociones.
3. ¿EMOCIONES INTELIGENTES?:
Daniel Goleman causó impacto en 1995 con su obra Inteligencia emocional, que ha sido un best seller en diversos países. Sin embargo, el término de inteligencia emocional no lo crea Goleman, sino que procede de Salovey y Mayer (1990). Según estos autores la inteligencia emocional consiste en la habilidad de manejar los sentimientos y emociones, discriminar entre ellos y utilizar estos conocimientos para dirigir los propios pensamientos y acciones. Goleman recoge este concepto y lo divulga.
Para Goleman, la inteligencia emocional es un concepto de amplia significación que incluye la habilidad para motivarse y persistir frente a las frustraciones, controlar impulsos y demorar gratificaciones, regular los estados de humor, evitar que las desgracias obstaculicen la habilidad de pensar, desarrollar empatía y esperanza…
En opinión de Goleman, el CE (coeficiente emocional) puede sustituir en un futuro al CI (coeficiente de inteligencia) que ya lleva cien años de existencia. Este planteamiento se basa en que la inteligencia es una meta-habilidad, que determina en qué medida podremos utilizar correctamente otra habilidades que poseemos, incluida la inteligencia. Desde esta perspectiva, la inteligencia emocional es, pues, una de las habilidades de vida que deberían enseñarse en el sistema educativo.
La inteligencia personal debería ocupar un lugar eminente dentro de la inteligencia emocional. La inteligencia personal está compuesta por:
1. La inteligencia interpersonal, en función de la cual observamos a los
demás, intentamos comprenderlos y tratamos de buscar la mejor forma de relacionarnos productivamente con ellos.
2. La inteligencia intrapersonal, que se refiere a la capacidad de
formarse un modelo preciso de sí mismo y de utilizarlo de forma adecuada para interactuar de forma efectiva a lo largo de la vida.
Para Goleman la inteligencia emocional consiste, de forma más concreta en:
3. Conocer las propias emociones: Tener conciencia de las
propias emociones es la competencia emocional fundamental sobre la cual se construyen las demás, incluido el auto-control. Es necesario distinguir entre conocer las propias emociones y el controlarlas. En la medida en que uno percibe que tiene emociones negativas que le desestabilizan tiende a actuar para cambiarlas. Para desarrollar la conciencia emocional es imprescindible disponer de palabras para denominar las emociones. Una carencia de esta habilidad nos impide tomar conciencia de nuestras emociones y, por consiguiente, controlarlas. De esto se deriva la importancia de potenciar el desarrollo del vocabulario emocional desde el sistema educativo.
4. Manejar las emociones: El equilibrio emocional es el objetivo
fundamental de este punto. Mantener las emociones perturbadoras a raya es clave para el bienestar emocional. Ni emociones demasiado frías, ni emociones incontroladas. Aunque desde la perspectiva de la educación emocional lo que interesa es el control de las emociones, no se puede perder de vista una concepción más integradora de la persona, desde la cual el control emocional incide en el control del comportamiento y del pensamiento, así como de los impulsos fisiológicos. Es desde esta perspectiva integradora que vamos a referirnos al autocontrol. Entre las formas de manejar las emociones negativas están las siguientes: reestructuración cognitiva, relajación, ejercicio físico, diversiones, placeres sensuales, tener éxito, ayudar a los demás…
5. Motivarse a sí mismo: Uno de los aspectos olvidados en los
test de rendimiento académico es la motivación. Lo que realmente se necesita saber, desde el sistema educativo, es si un individuo seguirá adelante cuando se encuentre con dificultades, fracasos y frustraciones. Motivarse a uno mismo está relacionado con la inteligencia emocional en el sentido de que las emociones son un factor de motivación. Algunas sugerencias de cara a la automotivación son las siguientes:
6. Control del impulso: La capacidad para demorar las
recompensas inmediatas a favor de otras a largo plazo pero de orden superior se considera un indicador de madurez personal y emocional, además de formar parte esencial de la regulación emocional.
7.Optimismo y esperanza: El optimismo y la esperanza son
estados que reflejan una gran expectativa de que las cosas, en general, irán bien en la vida, a pesar de los retrasos, dificultades y frustraciones. Desde el punto de vista de la inteligencia emocional, el optimismo es una actitud que impulsa a las personas a no caer en la apatía, desesperanza o depresión. Sin embargo, es importante distinguir entre el optimismo realista y el ingenuo (que podría llevarnos a situaciones desastrosas). Desde el enfoque de la atribución causal, el optimismo se relaciona con la forma en que la gente se explica a sí misma sus éxitos y fracasos. Los optimistas consideran que los fracasos son debidos a causas modificables y, por lo tanto, en un futuro podrán triunfar. Los pesimistas, por el contrario, culpan del fracaso a alguna característica personal que es imposible de cambiar. Estas atribuciones causales tienen un efecto profundo en la forma de enfocar la vida. Es por ello que Goleman asegura que el optimismo es una actitud emocional inteligente, puesto que influye de forma positiva en la motivación y en los resultados. Por otro lado, el optimismo y la esperanza se pueden aprender (al igual que el pesimismo y la desesperanza), como consecuencia de una buena percepción de auto-eficacia (creencia de que uno es capaz de dominar los acontecimientos de la vida de forma satisfactoria). Como plantea Bandura, la habilidad no es una propiedad fija y, por ello, lo que las personas creen sobre sus habilidades tiene un efecto profundo sobre las mismas.
8. Reconocer las emociones de los demás: Titchener utilizó
por primera vez la palabra empatía en los años veinte. La empatía se construye sobre la toma de conciencia de sí mismo (cuanto más abiertos estemos para captar nuestras propias emociones, más fácil nos será reconocer las de los demás) y consiste en comprender lo que otras personas sienten en diversas situaciones. La empatía, además, es la raíz del altruismo (la comprensión de lo que otras personas sienten en situaciones de perturbación mueve a la gente a la ayuda) y de la moral.
9.Establecer relaciones: Una clave de la competencia social
reside en la forma de expresar las propias emociones. Paul Ekman denomina reglas de manifestación al consenso social sobre qué sentimientos pueden ser expresados y cuándo. Aunque estas reglas varían dependiendo de la cultura, las básicas y más universales son: la minimización de la expresión emocional (lo que denominamos “cara de poker”), la exageración (muy habitual en niños) y la sustitución (sonreír de manera forzada en presencia de una frustración). Otro aspecto importante del establecimiento de relaciones desde el punto de vista emocional es el que se refiere a la capacidad que tenemos las personas de “contagiar” las propias emociones. No es una casualidad que la gente prefiera estar con personas capaces de transmitir energía positiva que con aquellas que muestran un estado de ánimo deprimido. Esto es una muestra de la influencia que nuestras emociones y cómo las transmitimos tienen sobre las personas con las que nos relacionamos. Es por ello se capaz de transmitir un estado de ánimo positivo contagioso denota inteligencia emocional por nuestra parte.
4. ¿EDUCAR LAS EMOCIONES? ALFABETIZACIÓN
EMOCIONAL:
La educación de las emociones es, quizá, una de las más importantes tareas pendientes en nuestra sociedad. Como hecho colateral al mínimo papel jugado por las emociones en la investigación científica, tradicionalmente, se ha prestado poca atención a la psicopedagogía de las emociones. Como veníamos comentando anteriormente, prácticamente hasta las década de los noventa no se produce un cambio de tendencia. Goleman (1995) se refiere a los elevados costes del analfabetismo emocional (crímenes, violencia, arrestos, uso de armas de fuego, suicidios, inseguridad ciudadana, depresión, ansiedad, estrés, desordenes de la alimentación, abuso de drogas y alcohol…). Todo esto implica, pues, estrategias de prevención y alfabetización emocional a través del sistema educativo. Aquí vamos a referirnos a la educación emocional como respuesta a un déficit en la formación básica.
4.1. Justificación y necesidad de la educación emocional:
En el marco de la orientación psicopedagógica podríamos distinguir cuatro grandes áreas, entre las que se encuentran:
1. La orientación profesional.
2. La orientación en los procesos de enseñanza-aprendizaje.
3. La atención a la diversidad.
4. La orientación para la prevención y el desarrollo.
Aquí vamos a centrarnos en esta última área, en la cual se incluyen la mayoría de los
aspectos del desarrollo de la personalidad integral del individuo. Ejemplos característicos de esta área son las habilidades sociales, el entrenamiento asertivo, el autocontrol, la autoestima, las habilidades de vida, todos ellos componentes de lo que denominamos educación emocional.
Entre los argumentos que podrían esgrimirse para justificar la educación emocional podemos destacar los siguientes:
1. Desde la finalidad de la educación: La finalidad de la educación es el
pleno desarrollo de la personalidad integral del alumnado. En este desarrollo pueden distinguirse como mínimo dos grandes aspectos: el desarrollo cognitivo y el desarrollo emocional. El primero ha recibido tradicionalmente un énfasis especial, en detrimento del segundo, que ha quedado prácticamente olvidado de la practica educativa. La educación emocional se propone un énfasis especial en este aspecto con objeto de otorgarle la importancia que merece.
2. Desde el proceso educativo: La educación es un proceso caracterizado
por la relación interpersonal. Toda relación interpersonal está impregnada por fenómenos emocionales. En el proceso de aprendizaje individual y autónomo también está presente la dimensión emocional. todo esto exige que se le preste una atención especial por las múltiples influencias que las emociones tienen en el proceso educativo.
3. Desde el autoconocimiento: El lema “conócete a ti mismo” ha sido uno
de los objetivos del ser humano desde la antigüedad, además de estar presente en la educación. Dentro de este autoconocimiento, uno de los aspectos más importante es la dimensión emociona.
4. Desde la orientación profesional: El índice de desempleados es un
elemento de importante preocupación social. Se estima que en el futuro la mayoría de las personas pasarán por etapas de desempleo. Esto induce a que, desde la orientación profesional, se contemple la necesidad de añadir una dimensión hasta ahora olvidada: preparar para el paro. Como se sabe, el paro puede provocar una disminución de la autoestima, estados depresivos y otras secuelas en la salud física y psíquica del individuo. Abordar esta problemática desde la prevención implica preparar para la vida desde una perspectiva que contemple estas eventualidades.
5. Desde el fracaso escolar: Hoy en día existen unos índices elevados de
fracaso escolar, dificultades de aprendizaje, estrés ante los exámenes, abandono en los estudios universitarios y otros fenómenos relacionados con el fracaso escolar. Estos hechos provocan estados emocionales negativos como la apatía, la depresión, la falta de motivación, la disminución de la autoestima y, en algunos casos, llegan a intentos de suicidio. Todo ello está relacionado con déficits en la madurez y el equilibrio emocional.
6. Desde las relaciones sociales: Es conocido que las relaciones sociales
pueden ser una fuente de conflictos, tanto en la profesión como en la familia, en la comunidad, tiempo libre y cualquier contexto en que se desarrolle la vida de una persona. Estos conflictos afectan a los sentimientos, de tal forma que a veces pueden llegar a producirse respuestas violentas incontroladas.
7. Desde la salud emocional: Continuamente estamos recibiendo estímulos
que nos producen tensión emocional. Esos estímulos pueden ser estresores del trabajo, conflictos familiares, noticias, interrupciones, reveses económicos, pérdidas, enfermedades… Esta tensión emocional puede adoptar la forma de irritabilidad, falta de equilibrio emocional, ansiedad, estrés, depresión, problemas de relación… La frecuencia con que se producen estos fenómenos merece más atención preventiva de la que se le está prestando actualmente.
8. Desde la teoría de las inteligencias múltiples: En la segunda mitad de la
década de los años noventa ha tenido una amplia difusión la teoría de las inteligencias múltiples (Gardner, 1995). Entre ellas están la inteligencia interpersonal y la intrapersonal. Esta teoría supone un reto para el futuro de la investigación, en el cual deben tener cabida aspectos educativos hasta ahora olvidados. Entre ellos están las emociones. Como señala Gardner, concentrarse en las capacidades lingüísticas lógicas durante la escolaridad puede suponer una estafa para los individuos que tienen capacidad en otras inteligencias. Por otra parte, el no tomar en consideración la inteligencia emocional en el sistema educativo puede suponer una atrofia de considerables consecuencias para el desarrollo personal y social.
9. Desde la Inteligencia emocional : El hecho de que una obra como
Inteligencia emocional, de Daniel Goleman (1995), en la cual se pone de manifiesto la necesidad de poner inteligencia a las emociones, se haya convertido en un best seller es un indicador más del interés social por estos temas, lo cual pone en evidencia una necesidad desatendida.
10. Desde el analfabetismo emocional: Tecnológicamente hemos avanzado
mucho a lo largo del siglo XX., pero por lo que respecta a las emociones estamos atrofiados. El analfabetismo emocional se manifiesta de múltiples formas: conflictos, violencia, ansiedad, estrés, depresión, dificultades de relación… Esto se da durante toda la vida, pero tiene una virulencia particular durante la edad escolar.
11. Desde la revolución de las tecnologías de la información y de la
comunicación: Hemos entrado de lleno en la sociedad de la información y la comunicación de masa, donde se corre el peligro de que las relaciones interpersonales queden sustituidas por las tecnologías de la comunicación (Internet, televisión, radio, cd-rom, radio…). Esto puede provocar un aislamiento físico y emocional de las personas. Como sustitutos de la relación de afecto a veces se utilizan programas de radio, televisión, animales de compañía, consumo de drogas… Paralelamente, la sociedad de la información ofrece una inmensa oferta documental ante la cual es preciso escoger. Esto, a veces, puede conducir a situaciones de confusión, sensación de impotencia y desánimo. De todo ello se deriva un argumento más a favor de educar emocionalmente a las nuevas generaciones para afrontar con éxito los nuevos retos que aventura el futuro.
12. Desde el nuevo rol del profesor: Cada vez se ve más claro que el rol
tradicional del profesor, centrado en la transmisión de conocimientos, está cambiando. Esta modificación se debe en parte a lo que comentábamos anteriormente de las nuevas tecnologías, que permiten al alumno acceder a cualquier conocimiento que necesiten de forma inmediata. De esta forma, el rol de transmisor de conocimientos del profesor queda obsoleto, de lo que se deriva la necesidad de que éste se centre más en aportar una relación emocional de apoyo al alumnado.
4.2. Concepto de educación emocional:
Los conceptos complejos como la educación emocional no pueden ser describirse en una definición breve. Es un marco amplio el que permite su conceptualización. Teniendo esto presente, y solamente con la intención de tener un punto de referencia, podemos resumir la educación emocional en los siguientes términos:
Proceso educativo, continuo y permanente, que pretende potenciar el desarrollo emocional como complemento indispensable del desarrollo cognitivo, constituyendo ambos los elementos esenciales del desarrollo de la personalidad integral. Para ello se propone el desarrollo de conocimientos y habilidades sobre las emociones con objeto de capacitar al individuo para afrontar mejor los retos que se plantean en la vida cotidiana. Todo ello tiene como finalidad aumentar el bienestar personal y social.
Conceptualizada de esta manera, podemos decir que la educación emocional actúa como forma de prevención primaria inespecífica, consistente en intentar minimizar la vulnerabilidad a las disfunciones o prevenir su ocurrencia. Además de esto, la educación emocional supone pasar de la educación afectiva a la educación del afecto. Hasta ahora la dimensión afectiva en educación o educación afectiva se ha entendido como educar poniendo afecto en el proceso educativo. Ahora se trata de educar el afecto, es decir, de impartir conocimientos teóricos y prácticos sobre las emociones.
4.3. Objetivos de la educación emocional:
Los objetivos generales de la educación emocional pueden resumirse en los siguientes términos:
Adquirir un mejor conocimiento de las propias emociones.
Identificar las emociones de los demás.
Desarrollar la habilidad de controlar las propias emociones.
Prevenir los efectos perjudiciales de las emociones negativas.
Desarrollar la habilidad para generar emociones positivas.
Desarrollar una mayor competencia emocional.
Desarrollar la habilidad de automotivarse.
Adoptar una actitud positiva ante la vida.
De estos objetivos generales se pueden derivar otros objetivos más específicos, en
función del contexto de intervención. Algunos ejemplos son:
Desarrollar la capacidad para controlar el estrés, la ansiedad y los estados depresivos.
Tomar conciencia de los factores que inducen al bienestar subjetivo.
Potenciar la capacidad de ser feliz.
Desarrollar el sentido del humor.
Desarrollar la capacidad para demorar recompensas inmediatas en favor de otras de mayor nivel pero a largo plazo.
Desarrollar la resistencia a la frustración.
Por extensión, los efectos de la educación emocional conllevan resultados tales
como los que se mencionan a continuación:
Aumento de las habilidades sociales y de las relaciones interpersonales satisfactorias.
Disminución de pensamientos autodestructivos.
Mejora de la autoestima.
Disminución del índice de violencia y agresión.
Menor conducta antisocial o socialmente desordenada.
Menor número de expulsiones de clase.
Mejora del rendimiento académico.
Disminución en la iniciación en el consumo de drogas.
Mejor adaptación escolar, social y familiar.
Disminución de la tristeza y sintomatología depresiva.
Disminución de la ansiedad y el estrés.
Disminución de los desórdenes relacionados con la comida.
4.4. Los contenidos de la educación emocional:
Recogiendo todo lo que antecede podemos decir que lo que sugieren las investigaciones es que las habilidades que la educación emocional debe poner en juego pueden agruparse en cuatro grandes bloques:
La conciencia de uno mismo y la autoestima: La conciencia de uno mismo
es la capacidad de reconocer los propios sentimientos. Desde la educación emocional se trata de enseñar a las personas a hacerse conscientes de sus propias emociones, a ponerles nombre, a comprenderlas y a aceptarlas. La autoestima supone hacer una valoración de ese conocimiento que tenemos de nosotros mismos. Desde la educación emocional se pretende fomentar una autoestima positiva, derivada de un autoconcepto realista y optimista.

La gestión de emociones y la autorregulación: Cuando tenemos conciencia
de nuestras emociones tenemos que aprender a controlarlas. No se trata de reprimirlas, ya que tienen una función, sino de equilibrarlas. Dentro de la autorregulación hay un concepto muy importante que debemos tratar con especial interés: la motivación. La motivación es la fuerza del optimismo, imprescindible para conseguir las metas que nos marcamos en la vida. La motivación está relacionada con diversos conceptos como son el control de impulsos (capaz de resistencia a la frustración, de aplazar gratificaciones…), la inhibición de pensamientos negativos, el estilo atribucional de éxito y fracaso…
Empatía: Es la capacidad de comprender y experimentar el estado
emocional de otra persona y, a su vez, reaccionar de forma apropiada ante esa situación. La autoestima tiene dos componentes: el afectivo y el cognitivo.
Las relaciones sociales y la resolución positiva de conflictos: Para tener unas
relaciones sociales satisfactorias es imprescindibles desarrollar habilidades sociales (buena comunicación, empatía…), aspecto fundamental dentro de la educación emocional. Por otro lado, el establecimiento y mantenimiento de relaciones sociales puede conllevar a veces conflictos, fenómeno importante que desempeña una importante función en el desarrollo de los grupos y su 

No hay comentarios:

Publicar un comentario