ESTUDIANTES DEL CURSO ORIENTACIÓN EDUCATIVA E INTEGRACIÓN PSICOPEDAGÓGICA
ORIENTACIÓN EMOCIONAL (PRIMERA PARTE)
1. INTRODUCCIÓN:
Que el analfabetismo emocional existe (y siempre ha
existido) es un hecho.
Sin embargo, lo importante a tener en cuenta es que
en la sociedad tradicional, el patrón de relaciones sociales, familiares y
laborales era estable y homogéneo, de manera que las personas desarrollaban
lazos fuertes con su entorno y se habituaban a un estilo de vida que no
planteaba al individuo exigencias continuas de adaptación a un entorno
variable, por supuesto, con los pros (estabilidad, cohesión…) y contras
(dificultad o imposibilidad de salir de situaciones altamente estresantes,
control social muy acentuado…) que esta situación conlleva. En la sociedad
actual, en cambio, tras la revolución industrial y la instauración del
capitalismo, las personas hemos tenido que enfrentarnos y adaptarnos a un
contexto cambiante y heterogéneo que, cada vez, nos demanda más, y todo ello en
ausencia de pilares sociales importantes, sentimientos de pertenencia y de
identidad. Este contexto genera en las personas estrés e inseguridad,
manifestada muchas veces a través de conductas patológicas y, en general,
emocionalmente poco inteligentes.
La educación, por su parte, se ha centrado
tradicionalmente en el desarrollo
cognitivo, con un olvido generalizado de la
dimensión emocional. Sin embargo, hay argumentos que inducen a pensar que,
desde la década de los noventa del siglo pasado, estamos asistiendo a una revolución emocional, que afecta
tanto a la psicología como a otros ámbitos, entre los cuales podríamos destacar:
la educación, el ámbito psicosocial y comunitario, el ámbito de las
organizaciones, el ámbito de la salud… Manifestaciones de esta revolución son:
1. El aumento de estudios y publicaciones
relacionadas con las emociones en Psicología.
2. La implicación de la neurociencia en el estudio
del cerebro emocional.
3. La enorme difusión que ha tenido la obra de
Daniel Goleman La inteligencia emocional (1995).
4. La aplicación de la inteligencia emocional a las
organizaciones.
5. La toma de conciencia por parte de un sector
cada vez mayor de educadores de cómo todo esto debe incidir en la práctica
educativa.
Desde la revolución emocional se trata de crear
metas orientadas hacia la
estructuración futura de la sociedad de tal forma
que posibiliten un mundo más inteligente y más feliz. La respuesta a este
objetivo se ha materializado a través de lo que se denomina educación emocional, que propone un
modelo educativo orientado a ayudar a las personas a poseer un mejor
conocimiento de los fenómenos emocionales, a desarrollar la conciencia
emocional, a mejorar la capacidad de controlar las emociones, a fomentar una
actitud positiva ante la vida… Además, desde esta perspectiva, la educación
emocional es una forma de prevención inespecífica, que puede tener efectos positivos
en la prevención de actos violentos, del consumo de drogas, del estrés, de
estados depresivos, de trastornos de la alimentación, de suicidios…, problemas
actuales que tienen una incidencia social preocupante y que suponen elevados
costes económicos y humanos.
2. CONCEPTO DE EMOCIÓN:
2.1. Perspectiva
histórica y teorías de la emoción:
a) La
tradición filosófica: El estudio de las emociones ha interesado desde la
Antigüedad. Entre los autores más relevantes tenemos:
1. Platón (428-347 a. de C.) : distingue entre
razón, espíritu y apetitos.
2. Aristóteles (384-422 a. de C.) : concibe las
emociones como una
condición que transforma a la persona de tal manera
que puede verse afectado el juicio.
3. Estoicos: consideran que las emociones son las
responsables de las
miserias y frustraciones humanas.
Durante un largo periodo, en vez de hablar de
emociones, se ha hablado más de pasiones. Éstas, fueron consideradas por muchos
filósofos como resultado de la conciencia que el alma tenía de los afectos
corporales. Sin embargo, posteriormente, se empezó a identificar la pasión como
una enfermedad del alma. Desde ámbitos religiosos se llegó a considerar,
incluso, como un pecado. A lo largo del Renacimiento, el estudio de las
pasiones se independizó de la teología y de la ética, y el término afecto fue
sustituyendo al de pasión. Además, es en esta época en la que se empieza a
reconocer el valor motivacional de las emociones. En el siglo XIX., los
estudiosos de la emoción se desmarcan de la filosofía para profundizar en los
aspectos más psicológicos. Por su parte, los filósofos del siglo XX. han
otorgado un lugar destacado a las emociones en sus desarrollos filosóficos.
b) Charles
Darwin (el enfoque biológico): las emociones, tanto en animales
como en el ser humano, funcionan como señales que comunican intenciones, además
de ser reacciones apropiadas ante ciertos acontecimientos del entorno, de forma
que el organismo pueda adaptarse y sobrevivir en su entorno. Además de estos
planteamientos, Darwin dedicó mucho tiempo al estudio de la expresión facial de
las emociones.
c) William
James (la tradición psicofisiológica): la experiencia emocional es
consecuencia de los cambios corporales (o respuestas fisiológicas periféricas)
que se dan como reacción a un hecho excitante. La famosa frase “no lloramos
porque estamos tristes, sino que estamos tristes porque lloramos” resume el
pensamiento de James.
d) Cannon
y Bard (la tradición neurológica): Estos autores ponen énfasis en
la activación del sistema nervioso central más que en el sistema periférico. En
su opinión, las vísceras son demasiado insensibles y su acción es demasiado
lenta como para provocar las sensaciones planteadas por James. En su lugar,
plantean que el estímulo emocional origina unos impulsos que, a través del tálamo,
llegan a la corteza cerebral. Al mismo tiempo, el tálamo envía impulsos a las
vísceras y músculos para que produzcan cambios comportamentales.
e) Freud (tradición
psicoanalítica): El psicoanálisis, más que una teoría de la emoción, es una
teoría de los trastornos emocionales, según la cual, por un lado, la vida
afectiva del adulto depende de cómo hayan sido sus experiencias afectivas
pasadas y, por otro lado, la mente relega al inconsciente las emociones
traumáticas.
f) Conductismo:
Esta corriente se ha preocupado por estudiar el proceso de aprendizaje de las
emociones, el comportamiento manifiesto que permite inferir estados emocionales
y los condicionamientos que provocan emociones. Aunque, a nivel teórico, las
aportaciones del conductismo han sido pobres, lo cierto es que en lo que se
refiere a intervención clínica en alteraciones emocionales, el paradigma
conductista se ha revelado especialmente fructífero.
g) Teorías
de la activación (arousal) y la multidimensionalidad: La activación es
una dimensión de tipo fisiológico, subyacente en la conducta emocional, que
aporta la energía para ejecutar una conducta. En 1968 Lang propuso la teoría de los tres sistemas de respuesta
emocional (cognitivo, fisiológico y motor), en la que se plantea
que la respuesta emocional no es un fenómeno unitario, sino multidimensional.
h) Teorías
cognitivas: estas teorías postulan una serie de procesos cognitivos
(valoración, interpretación, atribución, etiquetado, afrontamiento, control
percibido, objetivos y expectativas) que se sitúan entre el estímulo y la
respuesta emocional. La actividad cognitiva, pues, determina la cualidad
emocional.
i) Le
Doux (el cerebro emocional): desde el punto de vista filogenético
se pueden distinguir tres partes en el cerebro: la corteza cerebral, el sistema
límbico y el cerebro reptiliano. En el sistema límbico (red de neuronas que
facilita la comunicación entre el hipotálamo -implicado en conductas básicas de
supervivencia-, la corteza cerebral y las demás partes del encéfalo) es donde
residen las funciones esenciales de la emoción. En el sistema límbico se
encuentra la amígdala, que es el elemento esencial de la emoción.
j) La
psiconeuroinmunología (PNI): la PNI es la ciencia que estudia las
conexiones entre las emociones, la bioquímica cerebral y el sistema
inmunitario. Investigaciones recientes están llegando a la constatación de que
los estados emocionales pueden alterar la respuesta inmunitaria.
2.2. Definición de
emoción:
La emoción ha sido descrita y explicada de forma
diferente por los diversos estudiosos pero, en general, hay bastante acuerdo en
que se trata de:
Un estado complejo del organismo, generado
habitualmente como respuesta a un acontecimiento externo o interno,
caracterizado por una excitación o perturbación que predispone a una respuesta
organizada.
El proceso de la vivencia emocional podría
esquematizarse de la siguiente forma:
Evento, valoración, cambios fisiológicos,
predisposición a la acción. Por otra parte, la emoción es un proceso
multicomponente, formado por los niveles neurofisiológicos (taquicardia, rubor,
sudoración, respiración, presión sanguínea…), conductual (expresiones faciales,
tono, volumen y ritmo de voz, movimientos corporales…) y cognitivo (vivencia
subjetiva).
2.3. Funciones de
las emociones:
Han sido muchos los investigadores los que se han
preguntado acerca de cuál es la función de las emociones, sin llegar a
respuestas concluyentes. Sin embargo, entre los planteamientos más habituales
nos encontramos con que las emociones tienen tres funciones fundamentales,
además de una secundaria. Entre las emociones fundamentales podemos distinguir:
1. Función motivadora de la conducta.
2. Función adaptativa y de supervivencia: las
emociones alteran el equilibrio
intraorgánico para informar al individuo de la
situación del ambiente.
3. Función social: las emociones sirven para
comunicar a los demás cómo nos
sentimos así como para influir en los demás.
Finalmente, se podría decir que las emociones
pueden tener una función importante en el desarrollo personal, ya que tienen
efectos sobre otros procesos mentales, de forma que pueden afectar a como
percibimos, atendemos, memorizamos razonamos y creamos la realidad.
2.4. Clasificación
de las emociones:
1Emociones básicas y
emociones complejas:
2. Emociones básicas: estas emociones también se
conocen como
emociones primarias o fundamentales y se
caracterizan por una expresión facial característica y una disposición típica
de afrontamiento. A pesar de que existe mucha polémica a la hora de decir
cuáles son las emociones básicas, lo cierto es que las citadas con más
frecuencia son: felicidad, tristeza, ira, sorpresa, miedo, disgusto y
vergüenza.
3. Emociones complejas: estas emociones también se
conocen como
emociones secundarias o derivadas (ya que se
derivan de las básicas a partir de combinaciones entre éstas). No presentan
rasgos faciales característicos ni una tendencia particular a la acción.
4. Emociones positivas y
emociones negativas:
5. Emociones positivas: son agradables, se experimentan
cuando se
logra una meta y el afrontamiento consiste en el
disfrute y bienestar que proporciona la propia emoción.
6. Emociones negativas: son desagradables, se
experimentan cuando
se bloquea una meta, ante una amenaza o una pérdida
y requieren de energía y movilización para afrontar la situación de manera
relativamente urgente.
2.5. Desarrollo
emocional:
Diversos estudios han demostrado que los niños
aprenden a lidiar con las emociones a una edad previa a la que se había creído
anteriormente; el niño es capaz de reconocer emociones positivas y negativas
desde los primeros meses de vida. Por otra parte, las emociones infantiles son
mucho más ricas de lo que los niños son capaces de expresar, es decir, la
experimentación de la emoción antecede a la capacidad de expresarla. Alrededor
del primer mes aparece la sonrisa en los bebés como forma de transmitir que son
selectivos y sensibles a los rasgos de sus cuidadores. A los ocho meses los
niños pueden identificar el significado emocional de la expresión facial de sus
padres. En esta edad se da también lo que se conoce como ansiedad ante los
extraños y ansiedad de separación, dos organizadores fundamentales de la
afectividad entre el bebé y su cuidador. Sobre los dos años, los niños empiezan
a comprender la emoción implícita en reír o llorar, y a los tres son capaces de
distinguir a las personas apropiadas para tratar con propósitos distintos. A
partir de los cuatro años los niños son capaces de reconocer los sentimientos
de los personaje de los cuentos, además de comprender que una misma situación puede
elicitar varias respuestas emocionales. Por otro lado, el lenguaje de los niños
de entre 2 y 5 años es rico a la hora de hablar de la expresión facial de
emociones y muestran un amplio léxico emocional. A los seis años los niños
comprenden que situaciones desagradables producen emociones negativas, así como
situaciones positivas producen felicidad. Entre las edades de 6 a 11 años, las
experiencias escolares tienen una influencia clave sobre la auto-valoración que
realizan los niños sobre sí mismos, aspecto que modula de forma muy importante
el estado emocional de las personas. Entre los 11 y los 15 años se van
estableciendo nexos de unión entre hechos y las emociones que generan. En la
adolescencia se reconoce la distinción entre las emociones que uno experimenta
en un momento dado y las emociones de otras personas en ese mismo momento. A
partir de la adolescencia se ponen de manifiesto déficits en el manejo de las
emociones, principalmente las que tiene relación con las habilidades sociales.
Estos déficits son preocupantes por los efectos que tienen en la juventud y en
la sociedad en general. Diversos problemas (conflictos en la relación con los
demás, desengaños amorosos, suspender exámenes, rechazo social, conflicto con
la familia…) pueden servir de detonante de estados depresivos, emociones
negativas perturbadores y comportamientos disruptivos como desórdenes en la
comida, suicidios, violencia, delincuencia, consumo de drogas, alcoholismo…
En secundaria, la “autoestima social” es una
preocupación habitual. En estas edades el grupo juega un papel más fuerte que
la propia independencia; ser capaz de hacer frente a la presión grupal en
ciertas situaciones es una habilidad de la que muchos carecen, y si esto fuera
poco, a partir de esta edad los jóvenes empiezan a ser conscientes de que las
relaciones interpersonales muchas veces nos obligan a disimular o enmascarar
las emociones con el fin de facilitar dichas relaciones.
Es por todo esto que, antes de llegar a la edad
adulta, las personas ya hemos establecido los objetivos y creencias importantes
que consideraremos a la hora de hacer una evaluación de las situaciones que
pueden generar emociones.
3. ¿EMOCIONES
INTELIGENTES?:
Daniel Goleman causó impacto en 1995 con su
obra Inteligencia emocional, que ha sido un best
seller en diversos países. Sin embargo, el término de inteligencia
emocional no lo crea Goleman, sino que procede de Salovey y Mayer (1990). Según
estos autores la inteligencia emocional consiste en la habilidad de manejar los
sentimientos y emociones, discriminar entre ellos y utilizar estos
conocimientos para dirigir los propios pensamientos y acciones. Goleman recoge
este concepto y lo divulga.
Para Goleman, la inteligencia emocional es un
concepto de amplia significación que incluye la habilidad para motivarse y
persistir frente a las frustraciones, controlar impulsos y demorar
gratificaciones, regular los estados de humor, evitar que las desgracias
obstaculicen la habilidad de pensar, desarrollar empatía y esperanza…
En opinión de Goleman, el CE (coeficiente
emocional) puede sustituir en un futuro al CI (coeficiente de inteligencia) que
ya lleva cien años de existencia. Este planteamiento se basa en que la
inteligencia es una meta-habilidad, que determina en qué
medida podremos utilizar correctamente otra habilidades que poseemos, incluida
la inteligencia. Desde esta perspectiva, la inteligencia emocional es, pues,
una de las habilidades de vida que deberían enseñarse en el sistema educativo.
La inteligencia personal debería ocupar un lugar
eminente dentro de la inteligencia emocional. La inteligencia personal está
compuesta por:
1. La inteligencia
interpersonal, en
función de la cual observamos a los
demás, intentamos comprenderlos y tratamos de
buscar la mejor forma de relacionarnos productivamente con ellos.
2. La inteligencia
intrapersonal, que se
refiere a la capacidad de
formarse un modelo preciso de sí mismo y de
utilizarlo de forma adecuada para interactuar de forma efectiva a lo largo de
la vida.
Para Goleman la inteligencia emocional consiste, de
forma más concreta en:
3. Conocer las propias
emociones: Tener
conciencia de las
propias emociones es la competencia emocional
fundamental sobre la cual se construyen las demás, incluido el auto-control. Es
necesario distinguir entre conocer las propias emociones y el controlarlas. En
la medida en que uno percibe que tiene emociones negativas que le
desestabilizan tiende a actuar para cambiarlas. Para desarrollar la conciencia
emocional es imprescindible disponer de palabras para denominar las emociones.
Una carencia de esta habilidad nos impide tomar conciencia de nuestras
emociones y, por consiguiente, controlarlas. De esto se deriva la importancia
de potenciar el desarrollo del vocabulario emocional desde el sistema
educativo.
4. Manejar las emociones: El equilibrio emocional es el
objetivo
fundamental de este punto. Mantener las emociones
perturbadoras a raya es clave para el bienestar emocional. Ni emociones
demasiado frías, ni emociones incontroladas. Aunque desde la perspectiva de la
educación emocional lo que interesa es el control de las emociones, no se puede
perder de vista una concepción más integradora de la persona, desde la cual el
control emocional incide en el control del comportamiento y del pensamiento,
así como de los impulsos fisiológicos. Es desde esta perspectiva integradora
que vamos a referirnos al autocontrol. Entre las formas de manejar las
emociones negativas están las siguientes: reestructuración cognitiva,
relajación, ejercicio físico, diversiones, placeres sensuales, tener éxito,
ayudar a los demás…
5. Motivarse a sí
mismo: Uno de
los aspectos olvidados en los
test de rendimiento académico es la motivación. Lo
que realmente se necesita saber, desde el sistema educativo, es si un individuo
seguirá adelante cuando se encuentre con dificultades, fracasos y
frustraciones. Motivarse a uno mismo está relacionado con la inteligencia
emocional en el sentido de que las emociones son un factor de motivación.
Algunas sugerencias de cara a la automotivación son las siguientes:
6. Control del impulso: La capacidad para demorar las
recompensas inmediatas a favor de otras a largo
plazo pero de orden superior se considera un indicador de madurez personal y
emocional, además de formar parte esencial de la regulación emocional.
7.Optimismo
y esperanza: El optimismo y la esperanza son
estados que reflejan una gran expectativa de que
las cosas, en general, irán bien en la vida, a pesar de los retrasos,
dificultades y frustraciones. Desde el punto de vista de la inteligencia
emocional, el optimismo es una actitud que impulsa a las personas a no caer en
la apatía, desesperanza o depresión. Sin embargo, es importante distinguir
entre el optimismo realista y el ingenuo (que podría llevarnos a situaciones
desastrosas). Desde el enfoque de la atribución causal, el optimismo se
relaciona con la forma en que la gente se explica a sí misma sus éxitos y
fracasos. Los optimistas consideran que los fracasos son debidos a causas
modificables y, por lo tanto, en un futuro podrán triunfar. Los pesimistas, por
el contrario, culpan del fracaso a alguna característica personal que es
imposible de cambiar. Estas atribuciones causales tienen un efecto profundo en
la forma de enfocar la vida. Es por ello que Goleman asegura que el optimismo
es una actitud emocional inteligente, puesto que influye de forma positiva en
la motivación y en los resultados. Por otro lado, el optimismo y la esperanza
se pueden aprender (al igual que el pesimismo y la desesperanza), como
consecuencia de una buena percepción de auto-eficacia (creencia de que uno es
capaz de dominar los acontecimientos de la vida de forma satisfactoria). Como
plantea Bandura, la habilidad no es una propiedad fija y, por ello, lo que las
personas creen sobre sus habilidades tiene un efecto profundo sobre las mismas.
8. Reconocer las
emociones de los demás: Titchener utilizó
por primera vez la palabra empatía en
los años veinte. La empatía se construye sobre la toma de conciencia de sí
mismo (cuanto más abiertos estemos para captar nuestras propias emociones, más
fácil nos será reconocer las de los demás) y consiste en comprender lo que
otras personas sienten en diversas situaciones. La empatía, además, es la raíz
del altruismo (la comprensión de lo que otras personas sienten en situaciones
de perturbación mueve a la gente a la ayuda) y de la moral.
9.Establecer
relaciones: Una clave
de la competencia social
reside en la forma de expresar las propias
emociones. Paul Ekman
denomina reglas de manifestación al consenso social sobre qué
sentimientos pueden ser expresados y cuándo. Aunque estas reglas varían
dependiendo de la cultura, las básicas y más universales son: la minimización
de la expresión emocional (lo que denominamos “cara de poker”), la exageración
(muy habitual en niños) y la sustitución (sonreír de manera forzada en
presencia de una frustración). Otro aspecto importante del establecimiento de
relaciones desde el punto de vista emocional es el que se refiere a la
capacidad que tenemos las personas de “contagiar” las propias emociones. No es
una casualidad que la gente prefiera estar con personas capaces de transmitir
energía positiva que con aquellas que muestran un estado de ánimo deprimido.
Esto es una muestra de la influencia que nuestras emociones y cómo las
transmitimos tienen sobre las personas con las que nos relacionamos. Es por
ello se capaz de transmitir un estado de ánimo positivo contagioso denota
inteligencia emocional por nuestra parte.
4. ¿EDUCAR LAS EMOCIONES?
ALFABETIZACIÓN
EMOCIONAL:
La educación de las emociones es, quizá, una de las
más importantes tareas pendientes en nuestra sociedad. Como hecho colateral al
mínimo papel jugado por las emociones en la investigación científica,
tradicionalmente, se ha prestado poca atención a la psicopedagogía de las
emociones. Como veníamos comentando anteriormente, prácticamente hasta las
década de los noventa no se produce un cambio de tendencia. Goleman (1995) se
refiere a los elevados costes del analfabetismo emocional (crímenes, violencia,
arrestos, uso de armas de fuego, suicidios, inseguridad ciudadana, depresión,
ansiedad, estrés, desordenes de la alimentación, abuso de drogas y alcohol…).
Todo esto implica, pues, estrategias de prevención y alfabetización emocional a
través del sistema educativo. Aquí vamos a referirnos a la educación emocional
como respuesta a un déficit en la formación básica.
4.1. Justificación y
necesidad de la educación emocional:
En el marco de la orientación psicopedagógica
podríamos distinguir cuatro grandes áreas, entre las que se encuentran:
1. La orientación profesional.
2. La orientación en los procesos de
enseñanza-aprendizaje.
3. La atención a la diversidad.
4. La orientación para la
prevención y el desarrollo.
Aquí vamos a centrarnos en esta última área, en la
cual se incluyen la mayoría de los
aspectos del desarrollo de la personalidad integral
del individuo. Ejemplos característicos de esta área son las habilidades
sociales, el entrenamiento asertivo, el autocontrol, la autoestima, las
habilidades de vida, todos ellos componentes de lo que denominamos educación emocional.
Entre los argumentos que podrían esgrimirse para
justificar la educación emocional podemos destacar los siguientes:
1. Desde la finalidad de
la educación: La
finalidad de la educación es el
pleno desarrollo de la personalidad integral del
alumnado. En este desarrollo pueden distinguirse como mínimo dos grandes
aspectos: el desarrollo cognitivo y el desarrollo emocional. El primero ha
recibido tradicionalmente un énfasis especial, en detrimento del segundo, que
ha quedado prácticamente olvidado de la practica educativa. La educación
emocional se propone un énfasis especial en este aspecto con objeto de
otorgarle la importancia que merece.
2. Desde el proceso
educativo: La
educación es un proceso caracterizado
por la relación interpersonal. Toda relación interpersonal
está impregnada por fenómenos emocionales. En el proceso de aprendizaje
individual y autónomo también está presente la dimensión emocional. todo esto
exige que se le preste una atención especial por las múltiples influencias que
las emociones tienen en el proceso educativo.
3. Desde el
autoconocimiento: El lema
“conócete a ti mismo” ha sido uno
de los objetivos del ser humano desde la
antigüedad, además de estar presente en la educación. Dentro de este
autoconocimiento, uno de los aspectos más importante es la dimensión emociona.
4. Desde la orientación
profesional: El
índice de desempleados es un
elemento de importante preocupación social. Se
estima que en el futuro la mayoría de las personas pasarán por etapas de
desempleo. Esto induce a que, desde la orientación profesional, se contemple la
necesidad de añadir una dimensión hasta ahora olvidada: preparar para el paro.
Como se sabe, el paro puede provocar una disminución de la autoestima, estados
depresivos y otras secuelas en la salud física y psíquica del individuo.
Abordar esta problemática desde la prevención implica preparar para la vida
desde una perspectiva que contemple estas eventualidades.
5. Desde el fracaso
escolar: Hoy en
día existen unos índices elevados de
fracaso escolar, dificultades de aprendizaje,
estrés ante los exámenes, abandono en los estudios universitarios y otros
fenómenos relacionados con el fracaso escolar. Estos hechos provocan estados
emocionales negativos como la apatía, la depresión, la falta de motivación, la
disminución de la autoestima y, en algunos casos, llegan a intentos de
suicidio. Todo ello está relacionado con déficits en la madurez y el equilibrio
emocional.
6. Desde las relaciones
sociales: Es
conocido que las relaciones sociales
pueden ser una fuente de conflictos, tanto en la
profesión como en la familia, en la comunidad, tiempo libre y cualquier
contexto en que se desarrolle la vida de una persona. Estos conflictos afectan
a los sentimientos, de tal forma que a veces pueden llegar a producirse
respuestas violentas incontroladas.
7. Desde la salud
emocional:
Continuamente estamos recibiendo estímulos
que nos producen tensión emocional. Esos estímulos
pueden ser estresores del trabajo, conflictos familiares, noticias,
interrupciones, reveses económicos, pérdidas, enfermedades… Esta tensión
emocional puede adoptar la forma de irritabilidad, falta de equilibrio
emocional, ansiedad, estrés, depresión, problemas de relación… La frecuencia
con que se producen estos fenómenos merece más atención preventiva de la que se
le está prestando actualmente.
8. Desde la teoría de las
inteligencias múltiples: En la segunda mitad de la
década de los años noventa ha tenido una amplia
difusión la teoría de las inteligencias múltiples (Gardner, 1995). Entre ellas están la inteligencia
interpersonal y la intrapersonal. Esta teoría supone un reto para el futuro de
la investigación, en el cual deben tener cabida aspectos educativos hasta ahora
olvidados. Entre ellos están las emociones. Como señala Gardner, concentrarse
en las capacidades lingüísticas lógicas durante la escolaridad puede suponer
una estafa para los individuos que tienen capacidad en otras inteligencias. Por
otra parte, el no tomar en consideración la inteligencia emocional en el
sistema educativo puede suponer una atrofia de considerables consecuencias para
el desarrollo personal y social.
9. Desde la Inteligencia
emocional : El
hecho de que una obra como
Inteligencia emocional, de Daniel Goleman (1995), en la
cual se pone de manifiesto la necesidad de poner inteligencia a las emociones,
se haya convertido en un best seller es un indicador más del
interés social por estos temas, lo cual pone en evidencia una necesidad
desatendida.
10. Desde el
analfabetismo emocional: Tecnológicamente
hemos avanzado
mucho a lo largo del siglo XX., pero por lo que
respecta a las emociones estamos atrofiados. El analfabetismo emocional se
manifiesta de múltiples formas: conflictos, violencia, ansiedad, estrés,
depresión, dificultades de relación… Esto se da durante toda la vida, pero tiene
una virulencia particular durante la edad escolar.
11. Desde la revolución
de las tecnologías de la información y de la
comunicación: Hemos entrado de lleno en la
sociedad de la información y la comunicación de masa, donde se corre el peligro
de que las relaciones interpersonales queden sustituidas por las tecnologías de
la comunicación (Internet, televisión, radio, cd-rom, radio…). Esto puede
provocar un aislamiento físico y emocional de las personas. Como sustitutos de
la relación de afecto a veces se utilizan programas de radio, televisión,
animales de compañía, consumo de drogas… Paralelamente, la sociedad de la
información ofrece una inmensa oferta documental ante la cual es preciso
escoger. Esto, a veces, puede conducir a situaciones de confusión, sensación de
impotencia y desánimo. De todo ello se deriva un argumento más a favor de
educar emocionalmente a las nuevas generaciones para afrontar con éxito los
nuevos retos que aventura el futuro.
12. Desde el nuevo rol
del profesor: Cada vez
se ve más claro que el rol
tradicional del profesor, centrado en la
transmisión de conocimientos, está cambiando. Esta modificación se debe en
parte a lo que comentábamos anteriormente de las nuevas tecnologías, que
permiten al alumno acceder a cualquier conocimiento que necesiten de forma
inmediata. De esta forma, el rol de transmisor de conocimientos del profesor
queda obsoleto, de lo que se deriva la necesidad de que éste se centre más en
aportar una relación emocional de apoyo al alumnado.
4.2. Concepto de
educación emocional:
Los conceptos complejos como la educación emocional
no pueden ser describirse en una definición breve. Es un marco amplio el que
permite su conceptualización. Teniendo esto presente, y solamente con la
intención de tener un punto de referencia, podemos resumir la educación
emocional en los siguientes términos:
Proceso educativo, continuo y permanente, que
pretende potenciar el desarrollo emocional como complemento indispensable del
desarrollo cognitivo, constituyendo ambos los elementos esenciales del
desarrollo de la personalidad integral. Para ello se propone el desarrollo de
conocimientos y habilidades sobre las emociones con objeto de capacitar al
individuo para afrontar mejor los retos que se plantean en la vida cotidiana.
Todo ello tiene como finalidad aumentar el bienestar personal y social.
Conceptualizada de esta manera, podemos decir que
la educación emocional actúa como forma de prevención primaria inespecífica,
consistente en intentar minimizar la vulnerabilidad a las disfunciones o prevenir
su ocurrencia. Además de esto, la educación emocional supone pasar de la
educación afectiva a la educación del afecto. Hasta ahora la dimensión afectiva
en educación o educación afectiva se ha entendido como educar
poniendo afecto en el proceso educativo. Ahora se trata de educar el afecto, es
decir, de impartir conocimientos teóricos y prácticos sobre las emociones.
4.3. Objetivos de la
educación emocional:
Los objetivos generales de la educación emocional
pueden resumirse en los siguientes términos:
Adquirir un mejor conocimiento de las propias
emociones.
Identificar las emociones de los demás.
Desarrollar la habilidad de controlar las propias
emociones.
Prevenir los efectos perjudiciales de las emociones
negativas.
Desarrollar la habilidad para generar emociones
positivas.
Desarrollar una mayor competencia emocional.
Desarrollar la habilidad de automotivarse.
Adoptar una actitud positiva ante la vida.
De estos objetivos generales se pueden derivar
otros objetivos más específicos, en
función del contexto de intervención. Algunos
ejemplos son:
Desarrollar la capacidad para controlar el estrés,
la ansiedad y los estados depresivos.
Tomar conciencia de los factores que inducen al
bienestar subjetivo.
Potenciar la capacidad de ser feliz.
Desarrollar el sentido del humor.
Desarrollar la capacidad para demorar recompensas
inmediatas en favor de otras de mayor nivel pero a largo plazo.
Desarrollar la resistencia a la frustración.
Por extensión, los efectos de la educación
emocional conllevan resultados tales
como los que se mencionan a continuación:
Aumento de las habilidades sociales y de las
relaciones interpersonales satisfactorias.
Disminución de pensamientos autodestructivos.
Mejora de la autoestima.
Disminución del índice de violencia y agresión.
Menor conducta antisocial o socialmente
desordenada.
Menor número de expulsiones de clase.
Mejora del rendimiento académico.
Disminución en la iniciación en el consumo de
drogas.
Mejor adaptación escolar, social y familiar.
Disminución de la tristeza y sintomatología
depresiva.
Disminución de la ansiedad y el estrés.
Disminución de los desórdenes relacionados con la
comida.
4.4. Los contenidos
de la educación emocional:
Recogiendo todo lo que antecede podemos decir que
lo que sugieren las investigaciones es que las habilidades que la educación
emocional debe poner en juego pueden agruparse en cuatro grandes bloques:
La conciencia de uno
mismo y la autoestima: La
conciencia de uno mismo
es la capacidad de reconocer los propios
sentimientos. Desde la educación emocional se trata de enseñar a las personas a
hacerse conscientes de sus propias emociones, a ponerles nombre, a
comprenderlas y a aceptarlas. La autoestima supone hacer una valoración de ese
conocimiento que tenemos de nosotros mismos. Desde la educación emocional se
pretende fomentar una autoestima positiva, derivada de un autoconcepto realista
y optimista.
La gestión de emociones y
la autorregulación: Cuando
tenemos conciencia
de nuestras emociones tenemos que aprender a
controlarlas. No se trata de reprimirlas, ya que tienen una función, sino de
equilibrarlas. Dentro de la autorregulación hay un concepto muy importante que
debemos tratar con especial interés: la motivación. La motivación es la fuerza
del optimismo, imprescindible para conseguir las metas que nos marcamos en la
vida. La motivación está relacionada con diversos conceptos como son el control
de impulsos (capaz de resistencia a la frustración, de aplazar
gratificaciones…), la inhibición de pensamientos negativos, el estilo
atribucional de éxito y fracaso…
Empatía: Es la capacidad de comprender y
experimentar el estado
emocional de otra persona y, a su vez, reaccionar
de forma apropiada ante esa situación. La autoestima tiene dos componentes: el
afectivo y el cognitivo.
Las relaciones sociales y
la resolución positiva de conflictos: Para tener unas
relaciones sociales satisfactorias es
imprescindibles desarrollar habilidades sociales (buena comunicación,
empatía…), aspecto fundamental dentro de la educación emocional. Por otro lado,
el establecimiento y mantenimiento de relaciones sociales puede conllevar a
veces conflictos, fenómeno importante que desempeña una importante función en
el desarrollo de los grupos y su
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