ORIENTACIÓN EMOCIONAL (CUARTA PARTE)
2.2. Una vez hice que mis
padres estuvieran tristes: Los objetivos de esta actividad son: expresar los
remordimientos de una forma constructiva y aprender a ser honestos para darse
cuenta, de forma sana, de que han herido a alguien. Para desarrollar la
actividad pediremos a los niños que, voluntariamente, expliquen situaciones en
las que su comportamiento haya causado pena a sus padres. Tendríamos que
explicar que todos, en un momento u otro, decepcionamos a las personas que
queremos porque no somos perfectos, pero que si somos capaces de ver qué es lo
que provoca esta decepción, podremos cambiar las cosas. Les preguntaremos si se
ven capaces de no volverlo a hacer. Valoraremos el hecho de que hayan querido
hablar del tema y les explicaremos que eso significa ser honesto.
3. Empatía
hacia los compañeros:
3.1. Mis gustos: El objetivo de esta
actividad es aprender a escuchar. La actividad se ha de desarrollar durante los
primeros años de la escolarización. Se apuntan unos cuantos ítems en la pizarra
que puedan ser interesantes para el grupo con el que estemos trabajando:
nombre, animal, color, bebida, día de la semana, programa de televisión,
deporte, juego… A continuación seleccionamos uno de estos ítems y cada uno de los
niños deberá ir diciendo sus preferencias y explicar brevemente por qué. Cuando
todos hayan dicho lo que más les gusta, la maestra irá haciendo preguntas del
tipo: “Javi, ¿recuerdas cuál es la bebida preferida de Alba?”, “Alba, ¿te
acuerdas de qué día de la semana es el preferido de Iván?”…
3.2. Lo que me hace feliz
de mis compañeros: Los
objetivos de esta actividad son: aprender a comunicar los propios deseos y
despertar interés en los compañeros. Para el desarrollo de la actividad les
pediremos a los niños que escriban varias frases que expresen aquello que
esperan de sus compañeros. Deberán escribirlo comenzando siempre con la misma
frase: “Me hace feliz que…”. Cuando todos hayan acabado, cada uno tendrá que
leer en voz alta aquella frase que considere más importante. A continuación se
colgarán todas las hojas en un lugar bien visible de la clase.
3.3. Qué me hace
daño: Los
objetivos de esta actividad son: comprender el concepto de daño psicológico,
conocer los propios sentimientos y conocer los sentimientos de los otros. Para
desarrollar la actividad iniciaremos una conversación sobre los males que se
ven y sobre los que no se ven. Conduciremos la conversación de tal manera que
sean los mismos niños quienes lleguen a una definición de herida física y herida
psicológica. Les pediremos que pongan ejemplos de cuándo se han sentido
heridos, los escribiremos en la pizarra y los clasificaremos según correspondan
al dolor físico o al psicológico.
3.4. ¿Te gustaría que te
lo hicieran a ti?: El
método más efectivo para fomentar conductas compasivas y tolerantes en los
niños no se basa en premios o castigos, o en sermones, sino en el hecho de
razonar con cada niño sobre el modo como sus acciones afectan a los
sentimientos de los otros. El objetivo de esta actividad es aprender a captar
la perspectiva de la otra persona y evitar ser causa de sentimientos infelices
de los demás. Para desarrollar la actividad les propondremos a los alumnos
elaborar una lista de situaciones y acciones que causen sentimientos de felicidad,
y de situaciones y acciones que causen infelicidad. Pediremos la participación
de todo el grupo. Las listas han de quedar expuestas a la vista de todos. En su
relación con los alumnos, el profesor, tiene que tener incorporadas las
preguntas. “Si haces eso, ¿cómo crees que se debe sentir el otro?”, “¿te
gustaría que te lo hicieran a ti?”, y pedirles a los niños que respondan, a fin
de que no sean meras preguntas de reproche, sino de diálogo real.
3.5. ¿Qué te gustaría
saber?: Los
objetivos de esta actividad son: ampliar el conocimiento que se tiene sobre
todos los compañeros y proporcionar un espacio en donde uno se pueda sentir
seguro para abordar cuestiones probablemente conflictivas. Mientras dura esta
actividad, invitaremos a los niños a que, por orden y levantando la mano, vayan
preguntando aquello que les gustaría saber de sus compañeros. Quien esté
conduciendo la sesión deberá dirigir las intervenciones de manera que las
preguntas no lleguen a ser indiscretas y dando a entender que si alguien no quiere
contestar no pasa nada. Siempre que sea posible, se tendría que guiar a los
niños hacia el contexto socioemocional, para que surjan preguntas como:
Sarai, me gustaría saber por qué no quieres jugar
conmigo.
Sergio, me gustaría saber por qué a veces me haces
daño.
Ana, me gustaría saber por qué siempre quieres
mandar.
Las preguntas y las respuestas deberían hacerse
siempre en tono de respeto y sin
culpabilizar a nadie.
4. La
empatía más allá de los padres y de los compañeros:
4.1. Nadie ve la paja en
el propio ojo: El
objetivo de esta actividad es que los niños se den cuenta de que lo que no les
gusta que le hagan los demás, también ellos lo hacen algunas veces. Para el
desarrollo de la actividad les pediremos que apunten todo lo que no les gusta
de las personas que conocen. Tienen que escribirlo en forma de frase (Ej. No me
gusta que sean egoístas, que digan mentiras, que se rían de mí...). cada niño
deberá leer en silencio lo que ha apuntado y les pediremos que subrayen con
color todo aquello que ellos también hacen. Para acabar, reflexionaremos: “Os
habías dado cuenta de que vosotros también hacéis las mismas cosas que os
molestan?
4.2. Cómo consolar: Los niños a los que se incita a
adquirir habilidades de ayuda se pueden sentir más inclinados a sentir empatía
por las necesidades de los otros que los niños que no tienen esa oportunidad.
El objetivo de esta actividad es: aprender a sensibilizarse respecto a la pena
y el dolor de los otros, y tomar conciencia de que se pueden hacer cosas para
aliviar esa pena y dolor. Para desarrollar la actividad les pediremos a los
niños que nos expliquen todas las formas posibles que conocen que sirvan para
consolar a alguien cuando está triste. Presentaremos situaciones concretas en
las que alguna persona esté triste y les pediremos que digan cómo la
consolarían.
Ejemplos:
Esta mañana, mientras iba a la escuela, Olga ha
perdido su bocadillo. Está triste porque no podrá desayunar.
El abuelo de Nieves ha muerto.
A Carlos lo tienen que operar de los oídos y tiene
miedo a que le hagan daño.
4.3. Ayudar: Los objetivos de esta actividad
son: comprender que ayudar no
quiere decir dar lo que uno quiere, sino lo que el
otro necesita, y no dar sólo cosas materiales, sino también afecto,
comprensión, compañía... Para desarrollar la actividad conduciremos la
conversación de manera que, entre todos, lleguemos a definir qué quiere decir
ayudar. Pondremos ejemplos de situaciones en las que alguien necesite ayuda y
preguntaremos cómo se le puede ayudar.
Si un niño está sólo porque nadie quiere jugar con
él, ¿cómo le podemos ayudar?.
Si una niña se aburre porque tiene una pierna rota
y no puede salir de casa, ¿cómo le podemos ayudar?.
Si un anciano no ve bien, ¿cómo le podemos ayudar?
RESOLUCIÓN POSITIVA DE
CONFLICTOS
Apartado teórico:
Según Michelson (1987), el conflicto desempeña un
importante papel en el
desarrollo psicosocial. En toda interacción humana,
la capacidad de resolver conflictos es una habilidad madura y conveniente, que
puede ser muy beneficiosa para el individuo.
¿Qué entendemos por conflicto? El conflicto se
puede definir como la discrepancia entre dos o más intereses simultáneos que
algunas veces conducen a un estado de tensión emocional. No obstante, los
conflictos forman parte de nuestra vida y pueden ser motor de cambio y de
crecimiento personal. Entendidos de esta manera, y planteando soluciones
constructivas a los mismos, los conflictos pueden ser positivos.
¿Qué tipo de actitudes podemos adoptar en los
conflictos? Ante un conflicto en el que estamos implicados emocionalmente
desarrollamos diferentes estrategias para hacerle frente, unas estrategias que
bien pueden ser positivas como negativas.
Posición evasiva: Es aquella estrategia en la que
se trata de huir del
conflicto o bien se niega su existencia por la
incapacidad de enfrentarse a él.
Actitud culpabilizadora: Es la reacción que busca hallar
un culpable,
ya sea uno mismo u otra persona.
Reacción competitiva: Su objetivo consiste en vencer
al otro.
Actitud de transigencia: Facilitará la solución del
conflicto bien
porque considera que es lo mejor que se puede hacer
o bien porque no se da ninguna importancia al hecho de ganar o perder.
Actitud de colaboración
para buscar soluciones: Se
produce desde la
posición de confianza en el otro y en uno mismo,
intentando comprenderse a sí mismo y a los demás. Con esta actitud, guiada por
valores de solidaridad y justicia, se trabaja para conseguir un acuerdo que
beneficie a las diferentes partes implicadas. El camino idóneo para resolver
conflictos es el que busca enfrentarse a ellos. Sin embargo, esta vía demanda
un esfuerzo considerable: corresponde a una actitud honesta, valiente y
responsable ante las propias acciones. El comportamiento colaborador es el más
adecuado para resolver conflictos. Otras maneras distintas de actuar no tienen
ninguna implicación personal, y con ellas o bien no se asumen los problemas, o
bien la solución del conflicto puede generar más conflictos, porque crea
hostilidad en la parte vencida.
¿Cuáles son los factores contenidos en situaciones
de conflicto? En todo proceso de resolución de conflictos intervienen unas
variables que influirán en el resultado final del proceso. Entre estos factores
podemos destacar los siguientes:
Factores cognitivos: El proceso mental implicado en
cualquier
situación de conflicto depende de las habilidades
cognitivas. Ser competente en dichas habilidades significa ser capaz de
analizar las causas, buscar soluciones y prever las consecuencias. No obstante,
nos podemos encontrar con procesos cognitivos inadecuados que interfieran en el
proceso de resolución de conflictos. Los más habituales suelen ser: tener
expectativas equivocadas o patrones de pensamiento distorsionados (atribuciones
inexactas, creencias irracionales, razonamientos arbitrarios,
sobregeneralizaciones...).
Factores emocionales: Toda problemática genera un
abanico de
sentimientos y emociones que pueden comprometer la
capacidad de escuchar y razonar, y pueden interferir a la hora de buscar una
manera racional de solucionar el problema. Es por ello que debería hacerse
especial hincapié en la importancia de mantener la calma a la hora de
encontrarse frente a un conflicto, ya que las emociones perturbadoras podrían
nublar nuestra razón.
Creatividad: En toda situación conflictiva
la inventiva creadora es
muy necesaria. El pensamiento creativo se puede
considerar relevante para el proceso de resolución de conflictos, ya que es la
vía principal de buscar alternativas, para elegir y tomar iniciativas
imaginativas.
Factores morales: Los comportamientos que
manifestamos en
situaciones de conflicto están influidos por el
propio sistema de creencias y de valores. Para llegar a solucionar conflictos
por el camino del diálogo y el consenso, hay que disponer de un contenido de
valores como la tolerancia, la cooperación y la comprensión, que permitan
mantener una posición abierta para comprender las necesidades de los demás y no
sólo las propias, y que regulen el grado de competitividad.
Comunicación: La comunicación es el factor
central y básico de la
sociabilidad. Una comunicación que no funcione
puede ser la condición previa para muchos de los reveses que aparecen en la
resolución de conflictos y en la toma de decisiones.
Objetivos y
procedimientos:
El hecho de que el niño sepa situarse
convenientemente ante los problemas
genera sentimientos de seguridad y de confianza, de
manera que se aseguran valores de autoestima, se mejora la adaptación social y
las probabilidades de delincuencia disminuyen.
Este programa para enseñar a resolver conflictos
tiene como objetivos específicos:
Aumentar el estadio de desarrollo cognitivo para
resolver problemas.
Aprender a evaluar situaciones, conductas y
consecuencias.
Aumentar la habilidad de generar soluciones
alternativas y creativas para los problemas.
Aprender a planificar.
Aprender a afrontar la frustración de manera
positiva y constructiva.
Proporcionar una estrategia que pueda ser útil
antes una amplia gama de situaciones.
Y como procedimientos básicos tenemos:
Lograr la unión entre los procesos cognitivos de
análisis y la inteligencia emocional.
Desarrollar una estrategia muy secuenciada.
Incentivar el pensamiento creativo.
Crear capacidad de comunicación asertiva.
Practicar habilidades de autocontrol.
Para llevar a cabo estos objetivos y procedimientos
es imprescindible hacer
referencia a dos elementos fundamentales: el
maestro y la familia.
- El
papel del profesorado en la enseñanza-aprendizaje de la resolución positiva de
conflictos: En los centros educativos se dan las siguientes tipologías
de situaciones conflictivas:
a) Conflicto entre alumnos: Un enfoque constructivista
en lo que se refiere a la resolución de conflictos entre el alumnado implica
que el maestro transmita el hecho de que el conflicto es algo pedagógico y que,
a su vez, conduzca a los niños en el aprendizaje de la resolución de
conflictos. El profesorado no puede volverse de espaldas ni tampoco hacer la
vista gorda cuando se observa la aparición de conflictos. Hay que aprovechar
esas situaciones para que los niños reflexionen, para ayudarles a controlar sus
emociones y para buscar soluciones a los problemas, unas soluciones que no sean
ni la agresión, ni la retirada.
b) Conflicto entre el
alumnado y el profesorado: Si queremos enseñar a resolver los problemas mediante el
razonamiento y el diálogo, los maestros han de ser coherentes con el modo como
conducen sus conflictos con los alumnos aplicando el mismo modelo que quieren
que aprendan los alumnos (intentando comprender la postura de los alumnos y
siendo abiertos a sus argumentos, fomentando la comunicación mediante preguntas
y no mediante afirmaciones, dando argumentos que validen sus actuaciones - la
de los maestros -…).
Participación familiar: Dado que todas las familias
admiten tener
conflictos y, aunque sepamos que algunos padres no
han llegado a resolver sus conflictos de manera satisfactoria, conseguir su
implicación es muy importante para que se pueda producir una generalización del
trabajo realizado en la escuela en lo referente a este campo (la resolución
positiva de conflictos). Haremos las siguientes propuestas esperando que sean
claras y fácilmente aplicables:
fomentar la
comunicación y el diálogo.
Conducir a
los niños en el camino de lo justo y lo injusto.
Entender la
vertiente pedagógica de los conflictos.
Dar a
entender que se acepta al hijo tal como es, aunque eso no signifique que se
acepten sus errores.
Evitar la
culpabilización de los niños en situaciones en las que se hayan equivocado y
conducirlos por el camino del razonamiento.
Practicar
los siguientes puntos cuando surja un conflicto: relajación, comunicación de
sentimientos, búsqueda de soluciones…
Propuestas metodológicas:
1. Método
de resolución de conflictos:
El modelo para enseñar a resolver problemas que se
muestra a continuación es una adaptación del que, originalmente, desarrollo
Myrna Shure en 1982. El objetivo de este método es construir un modelo de
organización del pensamiento y de autorregulación del comportamiento. Se
proponen los siguientes pasos para llegara resolver un conflicto:
Identificación del conflicto: Se
trata de hacer una exposición de lo que ha
pasado, centrándose en el problema y no en las
personas que lo han causado.
Buscar las causas que lo han provocado: Aquí
se mira hacia atrás para
reconocer el origen del problema, se analiza el
contexto, se recogen todos los indicios que nos proporciona la situación, se
elaboran hipótesis sobre lo que ha pasado y se busca información que verifique
las hipótesis. Es imprescindible detectar las emociones que están detrás del
conflicto, tanto los propios como los de otros.
Definición de objetivos: Una vez
definido el conflicto hay que tener muy
claro qué se quiere conseguir. Por otro lado, uno
de los elementos que hace posible la resolución del conflicto es que los
objetivos sean adecuados y realistas.
Buscar soluciones: Consiste en la
habilidad para generar opciones que
potencialmente podrían ser puestas en práctica para
solucionar un problema. Se trata de buscar todas las soluciones posibles y de
anotarlas.
Evaluar las diferentes alternativas y buscar
la mejor: Es la habilidad para
anticipar qué podría pasar después de poner en
práctica unas solución concebida para resolver un problema. Se toman cada una
de las soluciones y se hace una valoración de lo que pasaría si las
aplicáramos. Se piensa en todas las consecuencias en qué sentimientos se verían
implicados, y se reflexione sobre qué acciones incluyen tolerancia,
colaboración y respeto, o abuso, humillación y engaño. Una vez se ha hecho, se
elige la mejor alternativa para conseguir el objetivo propuesto. Habrá que
intentar que la solución beneficie a todo el mundo, es decir, que sea justa,
que sea practicable y que sea significativa, valiosa y creíble para los niños.
Consenso: Se toma una decisión
cuando ya todos han tenido la oportunidad de
discutir a fondo las diferentes soluciones, y se
llega al acuerdo de que la decisión que se toma es la mejor posible. Cuando se
resuelven conflictos es necesario que los alumnos y los educadores compartan el
deseo de llegar a un consenso. A veces se puede caer en la tentación de buscar
la voluntad de la mayoría, votando las soluciones, lo que significa crear
ganadores y perdedores; además, la decisión se queda sin todo el valor que
podría tener si se tomara mediante consenso. Durante el proceso de construcción
del consenso se reafirma el valor de la participación de cada uno de los
miembros del grupo. A ello se llega:
Asegurándose de que todos tengan claro qué se
quiere solucionar y por qué.
Recalcando que el problema concierne a todos, que
su solución será también en interés de todos y que, por tanto, se ha de
desarrollar con el consentimiento de todos.
Manteniéndose en la búsqueda de soluciones hasta
que todos estén de acuerdo; si alguien está en total desacuerdo, se deberán
buscar otras soluciones.
Determinar su aplicación: Una vez
se sepa cuál puede ser la mejor solución,
habrá que ponerse de acuerdo en cómo se llevará a
cabo y se trazará un plan. Es muy importante que se cumplan las decisiones que
se tomen. Los acuerdos se pueden escribir y luego colgarlos en algún sitio
visible de la clase.
h) Marcarse un
plan: Es la
habilidad para crear, paso a paso, un plan de acción para fijar el objetivo
fijado. Este pensamiento implica apreciar la existencia de obstáculos que
pueden interferir en la consecución del objetivo. La idea es enseñar a los
alumnos a hacer planes de manera secuenciada y a anticiparse a los obstáculos,
ayudándoles a reducir el pensamiento impulsivo, de maneras que se den cuenta de
que para buscar una buena solución hay que dedicar tiempo a planificarla.
2. Práctica
de cada uno de los pasos necesarios para la resolución de conflictos:
2.1. Habilidades
cognitivas:
Practicar la
identificación de conflictos: Para desarrollar esta actividad
expondremos diferentes situaciones conflictivas y
en cada situación les preguntaremos: a) ¿Hay algún problema?; b) ¿Quién tiene
el problema? ¿Cómo lo sabemos?; c) ¿Cuál es el problema? ¿Cómo lo sabemos?
Después de haber identificado unos cuantos conflictos, destacaremos el hecho de
que una misma situación puede contener diferentes problemas para distintas
personas y que algunos problemas no son fácilmente identificables. ¿Cómo
sabemos, entonces, que tenemos un problema? Entre todos pensaremos acerca de
cuando nos damos cuenta de que tenemos un problema (que sentimientos y
pensamientos experimentamos). Conduciremos la conversación a fin de que salgan
a la luz aspectos como los siguientes:
Cuando nos sentimos confusos.
Cuando alguna cosa nos preocupa en exceso.
Cuando sentimos que algo va mal.
Cuando queremos que alguien nos ayude.
Cuando estamos atravesando una mala situación.
Practicar la relación
causa/efecto: Para
llevar a cabo esta actividad
trabajaremos el razonamiento causal. Para entender
el resultado de una acción, practicaremos con preguntas que, de entrada, serán
sobre leyes naturales, es decir, sobre temas que no impliquen afectivamente a
los alumnos; después, poco a poco, iremos introduciendo preguntas más complejas
con implicaciones personales y sociales:
¿Qué pasa si echamos sal al agua?
¿Qué pasa si ponemos un papel en el fuego?
¿Qué pasa si dejamos una gaseosa destapada?
¿Qué pasa si dejamos unos días la carne fuera de la
nevera?
¿Qué pasaría si un niño nunca diera de comer a su
perro?
¿Qué pasaría si las escuelas no existieran?
¿Qué pasaría si siempre molestáramos a los demás?
¿Qué pasaría si siempre dijéramos mentiras?
¿Qué pasaría si nunca acabáramos el trabajo?
¿Qué pasaría si siempre estuviéramos de malhumor?
¿Qué pasaría si pensáramos las cosas antes de
hacerlas?
Practicar la definición
de objetivos: Para
desarrollar esta actividad
hemos de transmitir a los alumnos que debemos tener
claro qué se quiere resolver y qué se quiere conseguir. Por ello, plantearemos
una serie de situaciones y después le haremos la pregunta “¿qué queremos
solucionar?”. El contenido de las situaciones ha de estar muy relacionado con
el contexto de los alumnos.
Si en el recreo hay continuas peleas, ¿qué queremos
solucionar?
Si siempre que llevo un juguete a la escuela,
alguien lo estropea, ¿qué queremos solucionar?.
Si tu mejor amiga ahora nunca quiere jugar contigo
y esto te causa tristeza, ¿qué quieres solucionar?
Si hay un niño que piensa que la maestra nunca le
hace caso y eso le pone de mal humor, ¿qué tiene que solucionar ese niño?
Buscar soluciones.
Practicar el pensamiento alternativo: Para llevar a
cabo la habilidad de buscar soluciones se necesita
creatividad. Para desarrollar esta actividad presentaremos múltiples
situaciones en las que haya un conflicto y preguntaremos. “¿Qué puede hacer
este/a niño/a?”. A continuación les explicaremos que cuando ellos tengan un
problema también deben preguntarse: “¿Qué puedo hacer?”. Algunas de las
posibles situaciones son:
María lleva una coleta muy larga y siempre hay
alguien que se la estira. ¿Qué puede hacer María?
Luis ha de llevar gafas con cristales muy gruesos y
los compañeros se ríen de él. ¿Qué puede hacer Luís?
Valorar las diferentes
soluciones pensando “¿qué pasará después?”.
Practicar el pensamiento
consecuencial: La
práctica del pensamiento consecuencial prepara para saber anticipar las
consecuencias de la solución que se dé a un conflicto. Presentaremos una
situación (tomemos el ejemplo de la niña a la que todos estiran la coleta)
preguntando: “¿Qué puede hacer? (echarse a llorar, pegar a quien le estira del pelo,
decírselo a la maestra…) y ¿qué pasará después? (se sentirá peor, se sentirá
mejor, sus compañeros se enfadarán con ella, sus compañeros empezarán a
respetarla…).
Marcar un plan teniendo
en cuenta los medios necesarios para
conseguir los objetivos.
Practicar el pensamiento secuencial: Para practicar el pensamiento medios/fin
presentaremos situaciones conflictivas ya resueltas con las preguntas
siguientes:
¿Qué solución ha encontrado el personaje? ¿qué ha
hecho para conseguirlo? (medios).
¿Hay alguna cosa que la ha impedido realizarlo?
(obstáculo).
¿Qué puede hacer para superar el obstáculo?
¿Puedes hallar diferentes maneras de solucionar
este problema?
En la parte superior de una hoja escribirán lo que
han decidido.
Dibujarán una línea divisoria, en medio de la hoja,
de arriba abajo. A la izquierda, escribirán todas las dificultades que prevén.
A la derecha, pondrán una lista con los pasos que podrían hacer para disminuir
o superar los obstáculos. Finalmente, desarrollaran un plan de acción en el
dorso de la hoja.
2.2. Habilidades
emocionales:
Tomar conciencia de lo que uno siente puede servir
como señal de alarma para saber que se está teniendo un conflicto. Cuando se
tiene un problema, con frecuencia uno se siente perturbado, frustrado e
intranquilo. Esa clase de sentimientos pueden dificultar pensar con claridad y
tomar decisiones correctas. Es por ello que el hecho de aprender a pararse y a
tranquilizarse es de vital importancia en la solución positiva de conflictos.
Técnica del semáforo: El procedimiento para poner en
práctica esta
técnica es el siguiente:
Les
explicaremos que las emociones son señales. Algunas veces estas señales
nos indican que nos hemos de parar, tal como lo
hacen los peatones ante un semáforo en rojo. En consecuencia, pondremos énfasis
en la importancia de la luz roja. Explicaremos que cuando tenemos unos
sentimientos tan fuertes que no podemos controlarlos, los primero que debemos
hacer es pararnos y calmarnos. Para ello podemos utilizar diferentes
procedimientos como: respirar profundamente, contar hasta diez, apartarnos del
lugar donde se ha producido el conflicto, hablar con alguien de cómo nos
sentimos, pasear…).
A partir de
esta lista de procedimientos para calmarse, guiaremos a los niños
para que elijan las dos o tres formas de calmarse
más adecuadas y universales.
Haremos role playing de cómo hay que calmarse (el
maestro actúa de modelo y
los alumnos lo imitan).
Distinción entre
situaciones justas y situaciones injustas: La idea del
bien y del mal que tienen los niños en el ciclo
inicial todavía es rígido y está marcado por el egoísmo. Mediante esta
actividad, deberemos posibilitar la discriminación entre lo que es correcto y
razonable y lo que es injustificable, así como el hecho de tener o no tener
derecho. Se trata de disponer de una gran variedad de situaciones. Cuando
estemos seguros de que los niños comprenden bien la situación, les
preguntaremos si es justo o no y por qué. Hemos de poner énfasis en la
identificación con todos aquellos que sufren situaciones injustas, resaltando
el papel de los sentimientos de la otra persona.
Estrategias de
comunicación: Para
solucionar un conflicto de
manera satisfactoria y positiva para todos la
comunicación ha de ser constructiva y positiva. Mantener una actitud dialogante
en situación de conflicto es una acción educativa que lleva implícitos valores
de respeto, solidaridad y justicia.
Factores que facilitan la comunicación:
Reconocer al interlocutor como un igual.
Elegir un lugar adecuado.
Elegir un momento adecuado.
Preguntar.
Escuchar activamente.
Tener empatía.
Aceptar los argumentos del otro
Factores que obstaculizan la comunicación:
Tener objetivos contradictorios.
No escuchar con la debida atención.
Fijarse más en los detalles que captar la
información principal.
Elegir un lugar inadecuado.
Elegir un momento inadecuado.
Acusaciones.
Amenazas.
Preguntas de reproche.
Utilizar el sarcasmo y la ironía.
Cortar al otro cuando está hablando.
Emplear generalizaciones del tipo “siempre” o
“nunca”.
Enfatizar los aspectos negativos del otro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario