martes, 12 de febrero de 2013


ORIENTACIÓN EMOCIONAL (CUARTA PARTE)

2.2. Una vez hice que mis padres estuvieran tristes: Los objetivos de esta actividad son: expresar los remordimientos de una forma constructiva y aprender a ser honestos para darse cuenta, de forma sana, de que han herido a alguien. Para desarrollar la actividad pediremos a los niños que, voluntariamente, expliquen situaciones en las que su comportamiento haya causado pena a sus padres. Tendríamos que explicar que todos, en un momento u otro, decepcionamos a las personas que queremos porque no somos perfectos, pero que si somos capaces de ver qué es lo que provoca esta decepción, podremos cambiar las cosas. Les preguntaremos si se ven capaces de no volverlo a hacer. Valoraremos el hecho de que hayan querido hablar del tema y les explicaremos que eso significa ser honesto.
3. Empatía hacia los compañeros:
3.1. Mis gustos: El objetivo de esta actividad es aprender a escuchar. La actividad se ha de desarrollar durante los primeros años de la escolarización. Se apuntan unos cuantos ítems en la pizarra que puedan ser interesantes para el grupo con el que estemos trabajando: nombre, animal, color, bebida, día de la semana, programa de televisión, deporte, juego… A continuación seleccionamos uno de estos ítems y cada uno de los niños deberá ir diciendo sus preferencias y explicar brevemente por qué. Cuando todos hayan dicho lo que más les gusta, la maestra irá haciendo preguntas del tipo: “Javi, ¿recuerdas cuál es la bebida preferida de Alba?”, “Alba, ¿te acuerdas de qué día de la semana es el preferido de Iván?”…
3.2. Lo que me hace feliz de mis compañeros: Los objetivos de esta actividad son: aprender a comunicar los propios deseos y despertar interés en los compañeros. Para el desarrollo de la actividad les pediremos a los niños que escriban varias frases que expresen aquello que esperan de sus compañeros. Deberán escribirlo comenzando siempre con la misma frase: “Me hace feliz que…”. Cuando todos hayan acabado, cada uno tendrá que leer en voz alta aquella frase que considere más importante. A continuación se colgarán todas las hojas en un lugar bien visible de la clase.
3.3. Qué me hace daño: Los objetivos de esta actividad son: comprender el concepto de daño psicológico, conocer los propios sentimientos y conocer los sentimientos de los otros. Para desarrollar la actividad iniciaremos una conversación sobre los males que se ven y sobre los que no se ven. Conduciremos la conversación de tal manera que sean los mismos niños quienes lleguen a una definición de herida física y herida psicológica. Les pediremos que pongan ejemplos de cuándo se han sentido heridos, los escribiremos en la pizarra y los clasificaremos según correspondan al dolor físico o al psicológico.
3.4. ¿Te gustaría que te lo hicieran a ti?: El método más efectivo para fomentar conductas compasivas y tolerantes en los niños no se basa en premios o castigos, o en sermones, sino en el hecho de razonar con cada niño sobre el modo como sus acciones afectan a los sentimientos de los otros. El objetivo de esta actividad es aprender a captar la perspectiva de la otra persona y evitar ser causa de sentimientos infelices de los demás. Para desarrollar la actividad les propondremos a los alumnos elaborar una lista de situaciones y acciones que causen sentimientos de felicidad, y de situaciones y acciones que causen infelicidad. Pediremos la participación de todo el grupo. Las listas han de quedar expuestas a la vista de todos. En su relación con los alumnos, el profesor, tiene que tener incorporadas las preguntas. “Si haces eso, ¿cómo crees que se debe sentir el otro?”, “¿te gustaría que te lo hicieran a ti?”, y pedirles a los niños que respondan, a fin de que no sean meras preguntas de reproche, sino de diálogo real.
3.5. ¿Qué te gustaría saber?: Los objetivos de esta actividad son: ampliar el conocimiento que se tiene sobre todos los compañeros y proporcionar un espacio en donde uno se pueda sentir seguro para abordar cuestiones probablemente conflictivas. Mientras dura esta actividad, invitaremos a los niños a que, por orden y levantando la mano, vayan preguntando aquello que les gustaría saber de sus compañeros. Quien esté conduciendo la sesión deberá dirigir las intervenciones de manera que las preguntas no lleguen a ser indiscretas y dando a entender que si alguien no quiere contestar no pasa nada. Siempre que sea posible, se tendría que guiar a los niños hacia el contexto socioemocional, para que surjan preguntas como:

Sarai, me gustaría saber por qué no quieres jugar conmigo.
Sergio, me gustaría saber por qué a veces me haces daño.
Ana, me gustaría saber por qué siempre quieres mandar.
Las preguntas y las respuestas deberían hacerse siempre en tono de respeto y sin
culpabilizar a nadie.
4. La empatía más allá de los padres y de los compañeros:
4.1. Nadie ve la paja en el propio ojo: El objetivo de esta actividad es que los niños se den cuenta de que lo que no les gusta que le hagan los demás, también ellos lo hacen algunas veces. Para el desarrollo de la actividad les pediremos que apunten todo lo que no les gusta de las personas que conocen. Tienen que escribirlo en forma de frase (Ej. No me gusta que sean egoístas, que digan mentiras, que se rían de mí...). cada niño deberá leer en silencio lo que ha apuntado y les pediremos que subrayen con color todo aquello que ellos también hacen. Para acabar, reflexionaremos: “Os habías dado cuenta de que vosotros también hacéis las mismas cosas que os molestan?
4.2. Cómo consolar: Los niños a los que se incita a adquirir habilidades de ayuda se pueden sentir más inclinados a sentir empatía por las necesidades de los otros que los niños que no tienen esa oportunidad. El objetivo de esta actividad es: aprender a sensibilizarse respecto a la pena y el dolor de los otros, y tomar conciencia de que se pueden hacer cosas para aliviar esa pena y dolor. Para desarrollar la actividad les pediremos a los niños que nos expliquen todas las formas posibles que conocen que sirvan para consolar a alguien cuando está triste. Presentaremos situaciones concretas en las que alguna persona esté triste y les pediremos que digan cómo la consolarían.
Ejemplos:

Esta mañana, mientras iba a la escuela, Olga ha perdido su bocadillo. Está triste porque no podrá desayunar.

El abuelo de Nieves ha muerto.
A Carlos lo tienen que operar de los oídos y tiene miedo a que le hagan daño.
4.3. Ayudar: Los objetivos de esta actividad son: comprender que ayudar no
quiere decir dar lo que uno quiere, sino lo que el otro necesita, y no dar sólo cosas materiales, sino también afecto, comprensión, compañía... Para desarrollar la actividad conduciremos la conversación de manera que, entre todos, lleguemos a definir qué quiere decir ayudar. Pondremos ejemplos de situaciones en las que alguien necesite ayuda y preguntaremos cómo se le puede ayudar.
Si un niño está sólo porque nadie quiere jugar con él, ¿cómo le podemos ayudar?.
Si una niña se aburre porque tiene una pierna rota y no puede salir de casa, ¿cómo le podemos ayudar?.
Si un anciano no ve bien, ¿cómo le podemos ayudar?

RESOLUCIÓN POSITIVA DE CONFLICTOS

Apartado teórico:
Según Michelson (1987), el conflicto desempeña un importante papel en el
desarrollo psicosocial. En toda interacción humana, la capacidad de resolver conflictos es una habilidad madura y conveniente, que puede ser muy beneficiosa para el individuo.
¿Qué entendemos por conflicto? El conflicto se puede definir como la discrepancia entre dos o más intereses simultáneos que algunas veces conducen a un estado de tensión emocional. No obstante, los conflictos forman parte de nuestra vida y pueden ser motor de cambio y de crecimiento personal. Entendidos de esta manera, y planteando soluciones constructivas a los mismos, los conflictos pueden ser positivos.
¿Qué tipo de actitudes podemos adoptar en los conflictos? Ante un conflicto en el que estamos implicados emocionalmente desarrollamos diferentes estrategias para hacerle frente, unas estrategias que bien pueden ser positivas como negativas.
Posición evasiva: Es aquella estrategia en la que se trata de huir del
conflicto o bien se niega su existencia por la incapacidad de enfrentarse a él.
Actitud culpabilizadora: Es la reacción que busca hallar un culpable,
ya sea uno mismo u otra persona.
Reacción competitiva: Su objetivo consiste en vencer al otro.
Actitud de transigencia: Facilitará la solución del conflicto bien
porque considera que es lo mejor que se puede hacer o bien porque no se da ninguna importancia al hecho de ganar o perder.
Actitud de colaboración para buscar soluciones: Se produce desde la
posición de confianza en el otro y en uno mismo, intentando comprenderse a sí mismo y a los demás. Con esta actitud, guiada por valores de solidaridad y justicia, se trabaja para conseguir un acuerdo que beneficie a las diferentes partes implicadas. El camino idóneo para resolver conflictos es el que busca enfrentarse a ellos. Sin embargo, esta vía demanda un esfuerzo considerable: corresponde a una actitud honesta, valiente y responsable ante las propias acciones. El comportamiento colaborador es el más adecuado para resolver conflictos. Otras maneras distintas de actuar no tienen ninguna implicación personal, y con ellas o bien no se asumen los problemas, o bien la solución del conflicto puede generar más conflictos, porque crea hostilidad en la parte vencida.
¿Cuáles son los factores contenidos en situaciones de conflicto? En todo proceso de resolución de conflictos intervienen unas variables que influirán en el resultado final del proceso. Entre estos factores podemos destacar los siguientes:
Factores cognitivos: El proceso mental implicado en cualquier
situación de conflicto depende de las habilidades cognitivas. Ser competente en dichas habilidades significa ser capaz de analizar las causas, buscar soluciones y prever las consecuencias. No obstante, nos podemos encontrar con procesos cognitivos inadecuados que interfieran en el proceso de resolución de conflictos. Los más habituales suelen ser: tener expectativas equivocadas o patrones de pensamiento distorsionados (atribuciones inexactas, creencias irracionales, razonamientos arbitrarios, sobregeneralizaciones...).
Factores emocionales: Toda problemática genera un abanico de
sentimientos y emociones que pueden comprometer la capacidad de escuchar y razonar, y pueden interferir a la hora de buscar una manera racional de solucionar el problema. Es por ello que debería hacerse especial hincapié en la importancia de mantener la calma a la hora de encontrarse frente a un conflicto, ya que las emociones perturbadoras podrían nublar nuestra razón.
Creatividad: En toda situación conflictiva la inventiva creadora es
muy necesaria. El pensamiento creativo se puede considerar relevante para el proceso de resolución de conflictos, ya que es la vía principal de buscar alternativas, para elegir y tomar iniciativas imaginativas.
Factores morales: Los comportamientos que manifestamos en
situaciones de conflicto están influidos por el propio sistema de creencias y de valores. Para llegar a solucionar conflictos por el camino del diálogo y el consenso, hay que disponer de un contenido de valores como la tolerancia, la cooperación y la comprensión, que permitan mantener una posición abierta para comprender las necesidades de los demás y no sólo las propias, y que regulen el grado de competitividad.
Comunicación: La comunicación es el factor central y básico de la
sociabilidad. Una comunicación que no funcione puede ser la condición previa para muchos de los reveses que aparecen en la resolución de conflictos y en la toma de decisiones.

Objetivos y procedimientos:
El hecho de que el niño sepa situarse convenientemente ante los problemas
genera sentimientos de seguridad y de confianza, de manera que se aseguran valores de autoestima, se mejora la adaptación social y las probabilidades de delincuencia disminuyen.
Este programa para enseñar a resolver conflictos tiene como objetivos específicos:
Aumentar el estadio de desarrollo cognitivo para resolver problemas.
Aprender a evaluar situaciones, conductas y consecuencias.
Aumentar la habilidad de generar soluciones alternativas y creativas para los problemas.
Aprender a planificar.
Aprender a afrontar la frustración de manera positiva y constructiva.
Proporcionar una estrategia que pueda ser útil antes una amplia gama de situaciones.
Y como procedimientos básicos tenemos:
Lograr la unión entre los procesos cognitivos de análisis y la inteligencia emocional.
Desarrollar una estrategia muy secuenciada.
Incentivar el pensamiento creativo.
Crear capacidad de comunicación asertiva.
Practicar habilidades de autocontrol.
Para llevar a cabo estos objetivos y procedimientos es imprescindible hacer
referencia a dos elementos fundamentales: el maestro y la familia.
- El papel del profesorado en la enseñanza-aprendizaje de la resolución positiva de conflictos: En los centros educativos se dan las siguientes tipologías de situaciones conflictivas:
a) Conflicto entre alumnos: Un enfoque constructivista en lo que se refiere a la resolución de conflictos entre el alumnado implica que el maestro transmita el hecho de que el conflicto es algo pedagógico y que, a su vez, conduzca a los niños en el aprendizaje de la resolución de conflictos. El profesorado no puede volverse de espaldas ni tampoco hacer la vista gorda cuando se observa la aparición de conflictos. Hay que aprovechar esas situaciones para que los niños reflexionen, para ayudarles a controlar sus emociones y para buscar soluciones a los problemas, unas soluciones que no sean ni la agresión, ni la retirada.
b) Conflicto entre el alumnado y el profesorado: Si queremos enseñar a resolver los problemas mediante el razonamiento y el diálogo, los maestros han de ser coherentes con el modo como conducen sus conflictos con los alumnos aplicando el mismo modelo que quieren que aprendan los alumnos (intentando comprender la postura de los alumnos y siendo abiertos a sus argumentos, fomentando la comunicación mediante preguntas y no mediante afirmaciones, dando argumentos que validen sus actuaciones - la de los maestros -…).
Participación familiar: Dado que todas las familias admiten tener
conflictos y, aunque sepamos que algunos padres no han llegado a resolver sus conflictos de manera satisfactoria, conseguir su implicación es muy importante para que se pueda producir una generalización del trabajo realizado en la escuela en lo referente a este campo (la resolución positiva de conflictos). Haremos las siguientes propuestas esperando que sean claras y fácilmente aplicables:
  fomentar la comunicación y el diálogo.
  Conducir a los niños en el camino de lo justo y lo injusto.
  Entender la vertiente pedagógica de los conflictos.
  Dar a entender que se acepta al hijo tal como es, aunque eso no signifique que se acepten sus errores.
  Evitar la culpabilización de los niños en situaciones en las que se hayan equivocado y conducirlos por el camino del razonamiento.
  Practicar los siguientes puntos cuando surja un conflicto: relajación, comunicación de sentimientos, búsqueda de soluciones…

Propuestas metodológicas:
1. Método de resolución de conflictos:
El modelo para enseñar a resolver problemas que se muestra a continuación es una adaptación del que, originalmente, desarrollo Myrna Shure en 1982. El objetivo de este método es construir un modelo de organización del pensamiento y de autorregulación del comportamiento. Se proponen los siguientes pasos para llegara resolver un conflicto:
  Identificación del conflicto: Se trata de hacer una exposición de lo que ha
pasado, centrándose en el problema y no en las personas que lo han causado.
  Buscar las causas que lo han provocado: Aquí se mira hacia atrás para
reconocer el origen del problema, se analiza el contexto, se recogen todos los indicios que nos proporciona la situación, se elaboran hipótesis sobre lo que ha pasado y se busca información que verifique las hipótesis. Es imprescindible detectar las emociones que están detrás del conflicto, tanto los propios como los de otros.
  Definición de objetivos: Una vez definido el conflicto hay que tener muy
claro qué se quiere conseguir. Por otro lado, uno de los elementos que hace posible la resolución del conflicto es que los objetivos sean adecuados y realistas.
  Buscar soluciones: Consiste en la habilidad para generar opciones que
potencialmente podrían ser puestas en práctica para solucionar un problema. Se trata de buscar todas las soluciones posibles y de anotarlas.
  Evaluar las diferentes alternativas y buscar la mejor: Es la habilidad para
anticipar qué podría pasar después de poner en práctica unas solución concebida para resolver un problema. Se toman cada una de las soluciones y se hace una valoración de lo que pasaría si las aplicáramos. Se piensa en todas las consecuencias en qué sentimientos se verían implicados, y se reflexione sobre qué acciones incluyen tolerancia, colaboración y respeto, o abuso, humillación y engaño. Una vez se ha hecho, se elige la mejor alternativa para conseguir el objetivo propuesto. Habrá que intentar que la solución beneficie a todo el mundo, es decir, que sea justa, que sea practicable y que sea significativa, valiosa y creíble para los niños.
  Consenso: Se toma una decisión cuando ya todos han tenido la oportunidad de
discutir a fondo las diferentes soluciones, y se llega al acuerdo de que la decisión que se toma es la mejor posible. Cuando se resuelven conflictos es necesario que los alumnos y los educadores compartan el deseo de llegar a un consenso. A veces se puede caer en la tentación de buscar la voluntad de la mayoría, votando las soluciones, lo que significa crear ganadores y perdedores; además, la decisión se queda sin todo el valor que podría tener si se tomara mediante consenso. Durante el proceso de construcción del consenso se reafirma el valor de la participación de cada uno de los miembros del grupo. A ello se llega:

Asegurándose de que todos tengan claro qué se quiere solucionar y por qué.
Recalcando que el problema concierne a todos, que su solución será también en interés de todos y que, por tanto, se ha de desarrollar con el consentimiento de todos.
Manteniéndose en la búsqueda de soluciones hasta que todos estén de acuerdo; si alguien está en total desacuerdo, se deberán buscar otras soluciones.
  Determinar su aplicación: Una vez se sepa cuál puede ser la mejor solución,
habrá que ponerse de acuerdo en cómo se llevará a cabo y se trazará un plan. Es muy importante que se cumplan las decisiones que se tomen. Los acuerdos se pueden escribir y luego colgarlos en algún sitio visible de la clase.
h) Marcarse un plan: Es la habilidad para crear, paso a paso, un plan de acción para fijar el objetivo fijado. Este pensamiento implica apreciar la existencia de obstáculos que pueden interferir en la consecución del objetivo. La idea es enseñar a los alumnos a hacer planes de manera secuenciada y a anticiparse a los obstáculos, ayudándoles a reducir el pensamiento impulsivo, de maneras que se den cuenta de que para buscar una buena solución hay que dedicar tiempo a planificarla.
2. Práctica de cada uno de los pasos necesarios para la resolución de conflictos:
2.1. Habilidades cognitivas:

Practicar la identificación de conflictos: Para desarrollar esta actividad
expondremos diferentes situaciones conflictivas y en cada situación les preguntaremos: a) ¿Hay algún problema?; b) ¿Quién tiene el problema? ¿Cómo lo sabemos?; c) ¿Cuál es el problema? ¿Cómo lo sabemos? Después de haber identificado unos cuantos conflictos, destacaremos el hecho de que una misma situación puede contener diferentes problemas para distintas personas y que algunos problemas no son fácilmente identificables. ¿Cómo sabemos, entonces, que tenemos un problema? Entre todos pensaremos acerca de cuando nos damos cuenta de que tenemos un problema (que sentimientos y pensamientos experimentamos). Conduciremos la conversación a fin de que salgan a la luz aspectos como los siguientes:
Cuando nos sentimos confusos.
Cuando alguna cosa nos preocupa en exceso.
Cuando sentimos que algo va mal.
Cuando queremos que alguien nos ayude.
Cuando estamos atravesando una mala situación.

Practicar la relación causa/efecto: Para llevar a cabo esta actividad
trabajaremos el razonamiento causal. Para entender el resultado de una acción, practicaremos con preguntas que, de entrada, serán sobre leyes naturales, es decir, sobre temas que no impliquen afectivamente a los alumnos; después, poco a poco, iremos introduciendo preguntas más complejas con implicaciones personales y sociales:
¿Qué pasa si echamos sal al agua?
¿Qué pasa si ponemos un papel en el fuego?
¿Qué pasa si dejamos una gaseosa destapada?
¿Qué pasa si dejamos unos días la carne fuera de la nevera?
¿Qué pasaría si un niño nunca diera de comer a su perro?
¿Qué pasaría si las escuelas no existieran?
¿Qué pasaría si siempre molestáramos a los demás?
¿Qué pasaría si siempre dijéramos mentiras?
¿Qué pasaría si nunca acabáramos el trabajo?
¿Qué pasaría si siempre estuviéramos de malhumor?
¿Qué pasaría si pensáramos las cosas antes de hacerlas?

Practicar la definición de objetivos: Para desarrollar esta actividad
hemos de transmitir a los alumnos que debemos tener claro qué se quiere resolver y qué se quiere conseguir. Por ello, plantearemos una serie de situaciones y después le haremos la pregunta “¿qué queremos solucionar?”. El contenido de las situaciones ha de estar muy relacionado con el contexto de los alumnos.
Si en el recreo hay continuas peleas, ¿qué queremos solucionar?
Si siempre que llevo un juguete a la escuela, alguien lo estropea, ¿qué queremos solucionar?.
Si tu mejor amiga ahora nunca quiere jugar contigo y esto te causa tristeza, ¿qué quieres solucionar?
Si hay un niño que piensa que la maestra nunca le hace caso y eso le pone de mal humor, ¿qué tiene que solucionar ese niño?

Buscar soluciones. Practicar el pensamiento alternativo: Para llevar a
cabo la habilidad de buscar soluciones se necesita creatividad. Para desarrollar esta actividad presentaremos múltiples situaciones en las que haya un conflicto y preguntaremos. “¿Qué puede hacer este/a niño/a?”. A continuación les explicaremos que cuando ellos tengan un problema también deben preguntarse: “¿Qué puedo hacer?”. Algunas de las posibles situaciones son:
María lleva una coleta muy larga y siempre hay alguien que se la estira. ¿Qué puede hacer María?
Luis ha de llevar gafas con cristales muy gruesos y los compañeros se ríen de él. ¿Qué puede hacer Luís?

Valorar las diferentes soluciones pensando “¿qué pasará después?”.
Practicar el pensamiento consecuencial: La práctica del pensamiento consecuencial prepara para saber anticipar las consecuencias de la solución que se dé a un conflicto. Presentaremos una situación (tomemos el ejemplo de la niña a la que todos estiran la coleta) preguntando: “¿Qué puede hacer? (echarse a llorar, pegar a quien le estira del pelo, decírselo a la maestra…) y ¿qué pasará después? (se sentirá peor, se sentirá mejor, sus compañeros se enfadarán con ella, sus compañeros empezarán a respetarla…).

Marcar un plan teniendo en cuenta los medios necesarios para
conseguir los objetivos. Practicar el pensamiento secuencial: Para practicar el pensamiento medios/fin presentaremos situaciones conflictivas ya resueltas con las preguntas siguientes:
¿Qué solución ha encontrado el personaje? ¿qué ha hecho para conseguirlo? (medios).
¿Hay alguna cosa que la ha impedido realizarlo? (obstáculo).
¿Qué puede hacer para superar el obstáculo?
¿Puedes hallar diferentes maneras de solucionar este problema?
En la parte superior de una hoja escribirán lo que han decidido.
Dibujarán una línea divisoria, en medio de la hoja, de arriba abajo. A la izquierda, escribirán todas las dificultades que prevén. A la derecha, pondrán una lista con los pasos que podrían hacer para disminuir o superar los obstáculos. Finalmente, desarrollaran un plan de acción en el dorso de la hoja.
2.2. Habilidades emocionales:
Tomar conciencia de lo que uno siente puede servir como señal de alarma para saber que se está teniendo un conflicto. Cuando se tiene un problema, con frecuencia uno se siente perturbado, frustrado e intranquilo. Esa clase de sentimientos pueden dificultar pensar con claridad y tomar decisiones correctas. Es por ello que el hecho de aprender a pararse y a tranquilizarse es de vital importancia en la solución positiva de conflictos.

Técnica del semáforo: El procedimiento para poner en práctica esta
técnica es el siguiente:
  Les explicaremos que las emociones son señales. Algunas veces estas señales
nos indican que nos hemos de parar, tal como lo hacen los peatones ante un semáforo en rojo. En consecuencia, pondremos énfasis en la importancia de la luz roja. Explicaremos que cuando tenemos unos sentimientos tan fuertes que no podemos controlarlos, los primero que debemos hacer es pararnos y calmarnos. Para ello podemos utilizar diferentes procedimientos como: respirar profundamente, contar hasta diez, apartarnos del lugar donde se ha producido el conflicto, hablar con alguien de cómo nos sentimos, pasear…).
  A partir de esta lista de procedimientos para calmarse, guiaremos a los niños
para que elijan las dos o tres formas de calmarse más adecuadas y universales.
  Haremos role playing de cómo hay que calmarse (el maestro actúa de modelo y
los alumnos lo imitan).

Distinción entre situaciones justas y situaciones injustas: La idea del
bien y del mal que tienen los niños en el ciclo inicial todavía es rígido y está marcado por el egoísmo. Mediante esta actividad, deberemos posibilitar la discriminación entre lo que es correcto y razonable y lo que es injustificable, así como el hecho de tener o no tener derecho. Se trata de disponer de una gran variedad de situaciones. Cuando estemos seguros de que los niños comprenden bien la situación, les preguntaremos si es justo o no y por qué. Hemos de poner énfasis en la identificación con todos aquellos que sufren situaciones injustas, resaltando el papel de los sentimientos de la otra persona.

Estrategias de comunicación: Para solucionar un conflicto de
manera satisfactoria y positiva para todos la comunicación ha de ser constructiva y positiva. Mantener una actitud dialogante en situación de conflicto es una acción educativa que lleva implícitos valores de respeto, solidaridad y justicia.

Factores que facilitan la comunicación:
Reconocer al interlocutor como un igual.
Elegir un lugar adecuado.
Elegir un momento adecuado.
Preguntar.
Escuchar activamente.
Tener empatía.
Aceptar los argumentos del otro

Factores que obstaculizan la comunicación:
Tener objetivos contradictorios.
No escuchar con la debida atención.
Fijarse más en los detalles que captar la información principal.
Elegir un lugar inadecuado.
Elegir un momento inadecuado.
Acusaciones.
Amenazas.
Preguntas de reproche.
Utilizar el sarcasmo y la ironía.
Cortar al otro cuando está hablando.
Emplear generalizaciones del tipo “siempre” o “nunca”.
Enfatizar los aspectos negativos del otro.

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